En Colombia los trabajos de
la academia no son divulgados con la importancia que merecen y muchos de ellos
no sobrepasan el ámbito de los propios centros educativos, aparecen en las
revistas académicas o en ediciones universitarias de muy poco tiraje, lo que hace que se pierdan para el público en
general y sean muchas veces solo pre-requisitos para obtener el título. Acercar
estos textos al lector no académico es una labor necesaria, sobre todo cuando
hay investigaciones como la presente, rigurosa, seria y la cual constituye un aporte valioso desde la
perspectiva crítica e histórica del arte, en un país como Colombia donde los
trabajos de este talante prácticamente no le interesan a las grandes
editoriales.
Esta es una tesis para
obtener el doctorado sobre en estudios culturales de la universidad de la
Universidad Simón Bolívar Sede Ecuador.
Mario armando Valencia, es un
filósofo de la ciudad de Manizales
Colombia, quien desde hace veinte años viene trabajando y haciendo una labor
importante como estudioso y crítico de arte en el eje cafetero Colombia,
escrutando todo lo que sucede en la región al respecto, su genealogía, interpretando
los entuertos y complicaciones propios de una sociedad cerrada y elitista, la
manera de producir y ver el arte, siempre articulando esta mirada con el
soporte de las grandes escuelas de la crítica de occidente en el amplio
espectro de sus discusiones y desciframientos. Mario no solo ha estudiado el
arte de la región desde la perspectiva histórica, sus problemas más emblemáticos desde lo creativo,
en la producción, la forma en que se expresa, sino que ha fomentado y sembrado
la formación de una crítica especializada a través de talleres y la propia academia.
Actualmente está vinculado a la universidad del Cauca en una labor encomiable y
llena de publicaciones y trabajos que iré divulgando.
El tema es especifico y
centrado: ““OJO DE JIBARO, Conocimiento desde el tercer espacio visual, el
escenario del Eje Cafetero colombiano”, constituye una investigación
estructurada y desplegada en tres capítulos y en aproximadamente cuatrocientas
páginas cuyo tema central gira en torno a las dinámicas de conocimiento
desplegadas en el campo de los saberes y practicas visuales consideradas en
relación con las artes plásticas del Eje cafetero colombiano, durante los
últimos veinte años”[1]. Adelante precisa el autor con absoluta
lucidez: “Desde un enfoque intercultural crítico, en dialogo con diversos
pensamientos del sur global, la investigación expone y desarrolla en el primer
capítulo las formas de codificación visual que han dado origen a las dinámicas
de control de la mirada, desplegadas en el campo de las practicas realizadas
desde y para la sensibilidad visual, operantes en este campo en dicha región de
Colombia. Tal análisis se refiere a las instituciones, a los procesos, a los y
las artistas y a los regímenes de producción de saberes-haceres que han
moldeado la sensibilidad visual de la región y especialmente la configuración
trascendental de sus modos de mirar en tres componentes: una mirada pura, una
mirada sucia y una mirada limpia”. Nadie como Mario, conoce de manera real lo
que pasa en esta materia en el eje cafetero, los laberintos propios de una
sociedad muy especial, con unos tic específicos, muy particulares, los
entrecruzamientos e intereses a que se somete el arte, manejado por una clase,
repito elitista, quienes manejan todos los roles, asumen poseer la última palabra, la
verdad y el derecho sobre ciertas expresiones, hasta ahora ( Me refiero a los últimos 20 años) apenas están entendiendo
los avatares de una mundialización que paradójicamente se hace importante solo
desde lo local, lo que los obliga a tomar posición, para re-interpretar todo lo
construido y las maneras como se ha expresado y analizado el arte en esta parte
del mundo, siempre desde la esclerótica de los saberes que han hecho importante
a occidente, para entender cómo se articula con nuestra manera de mirar,
exponer, interpretar y relevar, cual es la perspectiva estética en general.
Mario por ello es muy especifico:
“El resultado de la
investigación es, entonces, no una historia del arte contemporáneo en el Eje
Cafetero, ni una historia de las ideas estéticas contemporáneas de la región,
ni tampoco un disciplinado trabajo de crítica de arte. Lo presentado aquí es un
cuadro de crisis y fragmentos, de discontinuidades y contrastes, de
alternancias y yuxtaposiciones que he configurado como una policromía
des-armónica, en diálogo necesario, casi obligado y complejo, de los
saberes/haceres que rigen nuestras nociones de visualidad y belleza en el
momento actual. En consecuencia, esta investigación no hace un recorrido
histórico lineal y totalizante del origen, evolución y desarrollo de procesos,
sino se sitúa frente a las realidades existentes y, a partir de ellas, emprende
un análisis y una arquitectónica sobre los elementos centrales constitutivos de
las prácticas artísticas simultáneamente localizadas”. Renato Ortiz, en el texto
“Modernidad-mundo-identidades, categoriza, algunos conceptos sobre cultura, que
se pueden tras-polar, a la presente preocupación sobre el arte,
en lo referente a las identidades, que fungen como a soporte o enunciado de suma importancia
para poder contextualizar los enrutamientos teóricos asumidos: “La cultura está
marcada por la función integradora, que conforma a los individuos a las
exigencias de la sociedad. Personalidad y cultura pueden ser aprehendidas en su
articulación visceral. Por lo tanto, esta capacidad de cobertura se limita a un
territorio físico: Las sociedades primitivas poseen fronteras bien delineadas.
Esto significa que al interior de su territorialidad, toda cultura es una e
indivisa. Ella se distingue de otras y se define por una centralidad
particular. Por eso, la literatura antropológica va preocuparse por la
insularidad”[2].
Sobra decir, que esta singularidad es en el fondo la preocupación central de
Mario. Los ejes que la articulan son: “1) Modos, formas y procesos de
producción, circulación, exhibición y consumo; 2) Naturaleza de las prácticas;
y, 3) Concepción de la investigación”[3]. Es imposible hacer esta
mirada sin conocer el marco de tensiones que se dan a nivel social en el ámbito
de las expresiones artísticas, anclajes
que desde una sociología nunca pueden ser descartados, pues son vitales para
entender lo que sucede en la creación-producción e interpretación del arte, que
tiene particularidades que la hacen imprescindible.
Cuál es el método: "La investigación se gesta desde la exploración profunda y
autoconsciente de ese lugar de enunciación (incluidos los desplazamientos,
articulaciones y agenciamientos que toda cultura viva supone) y de la reflexión
subsiguiente sobre todo el cúmulo de vivencias experimentadas directamente en
los últimos veinte años (1990-2010). Para su concreción académica nos basamos
en los diversos recursos que los Estudios Culturales Latinoamericanos provee
para estos casos: la indagación a fondo de la memoria, el reconocimiento de las
realidades propias y sus saberes para producir, a partir de ello, teoría en el
enfrentamiento con los traumas y dolores histórico-estructurales, producto de
las negaciones sociales y epistémicas, el reconocimiento del otro, aún en las
más absoluta diferencia, la comunión en la desesperanza y en la esperanza para
tramitar culturalmente la desazón y la indignación que en muchos momentos
acompaña nuestra búsqueda”. Enrique Dussel, juega un papel de suma importancia
en este trabajo, en sus teorías se sustenta parte de la investigación"[4]. En la reseña aparecida en
el portal de la universidad del Cauca hay una síntesis muy clara: “El libro
revela, además, la presencia de tres modos de saber-hacer estético-visuales en
tensión crítica-creativa: el modo de la caja negra, el modelo de la caja de
cristal y el modelo abierto crítico. El texto muestra que estos tres hilos
narrativos responden a su vez a tres miradas distintas yuxtapuestas y en
tensión que sustentan tres concepciones estructuralmente diferentes de nociones
y prácticas artísticas: la mirada pura, la mirada sucia y la mirada limpia”.
Esto nos permite tener una idea de lo serio de la estructura del texto.
Ahora la pregunta curiosa es: cuál es el ojo del Jíbaro. Este termino de tantas
connotaciones en el caribe nuestro, no es una apuesta banal a una sonoridad
puesta como un interrogante, astucia de un poeta que encubre una parte esencial
de su ser, de su formación, en estas elucubraciones rigurosas de la academia,
es más bien el usufructo de quien conoce el carácter del Jibaro, el ojo, la
mirada desconfiada, ese ser que otea más allá del canon, el análisis sobrepasa
a la propia genealogía que la anticipa como a priori, vital, pero no la única.
Esto es parte de lo que hace este trabajo tan excepcional.
Este apenas es un
abre-bocas de un análisis que amerita mucho más amplitud. De este trabajo el acápite
tres, del capítulo dos me parece de una hondura emblemática, denominado: Lo abierto crítico: “Tramos
y trochas”. No cabe duda, que es preciso hacer otra nota sobre la presente
investigación.
[1]
Página 4, Ojo de Jibaro, Tesis de Doctorado, universidad Simon Bolivar, sede
Ecuador.
[2] El
autor está citando a Colima
[3]
Ibidem Pág. 14
[4]
Así mismo procedo en el segundo capítulo, donde me valgo de las metáforas
de “la caja negra”, “la caja de cristal” y de la
unidad de análisis “modelo abierto
crítico”, todas propuestas por Enrique Dussel.
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