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domingo, septiembre 24, 2023

LA IDEOLOGIA EN EL MARCO DE LA CRISIS DE LA DEMOCRACIA

 Está claro que en los debates actuales sobre el marco ideológico del estado o en el caso concreto de gobernanza en el más alto sentido de la concepción asumida por Foucault, no se da en blanco y negro como derecha o izquierda, o en otro caso,  de centro, o en sus variables centro derecha o centro izquierda. Ahora, en un mundo de mucho pragmatismo y, donde la gestión publica se mide por resultados, en medio de lo que algunos politólogos han denominado "el fin de la historia" y la desaparición de las ideologías, la democracia vive una de las peores crisis en el orbe, por gracia de los políticos y esos grises que los teóricos del estado no aclaran o en su defecto no les conviene. Aun así en todo gobierno o partido, propuesta política siempre subyace lo ideológico.

Después de la dicotomía izquierda y derecha producida a partir de la revolución Rusa del 17 del siglo pasado, de la aparición del estado bienestar y el fortalecimiento de la clase media, que entre otras cosas no fue un fenómeno mundial, sino en el mayor de los casos, en paises ricos o con un desarrollo por encima del promedio, se presentan estudios sobre los sustratos ideológicos del papel del estado, desde orillas diversas, no de manera aislada, sino mirando el carácter sociológico de los mismos que, no solo ponen en cuestión conceptos clásicos sino que los redefinen y enfrentan a los de poder y saber.

El concepto de poder, de gobierno, en sus articulaciones con la sociedad, a través de la expresión del estado en sus múltiples instancias, siempre atendiendo las necesidades básicas y de desarrollo de la ciudadanía en todas sus variables, no solo con los mecanismos institucionales de gobernanza, desde un presupuesto hasta el cumplimiento de la infinidad de responsabilidades está enmarcado en lo ideológico.  

En cualquier debate, ahora que estamos en campaña y me refiero a mi país, subyace un debate ideológico. La política es una ciencia social, pero ella responde a marcos teóricos que la definen. Si se habla de intensificar el papel del estado en la distribución de la riqueza, de crear políticas publicas de oportunidades, de atender a las clases vulnerables, de la educación gratuita o en su contrario de la aplicación de impuestos y el desarrollo de una sociedad basada solamente en la competitividad y supuestamente con reglas claras para todos, donde el papel del estado sea mínimo, no es difícil reconocer cuál es el tipo de discusión que tenemos.

No hay duda que el estado desde lo institucional cada día es más complejo. Cuando se va a aprobar un plan de desarrollo, este no solo atiende a los requerimientos de ley, al marco de sus inversiones, a suplir necesidades, sino al desarrollo de políticas públicas generales donde lo ideológico subyace en la discusión, que definen las relaciones entre el estado y la sociedad.

Sí la democracia está en crisis porque no garantiza reglas claras en el manejo del estado y sus relaciones con la sociedad o traiciona sus presupuestos, la ideología como sustrato de fondo en la gobernanza igualmente.  La expansión de la política repercute en el mundo público y privado. Sus efectos son visibles: Desconfianza, falta de credibilidad, el manejo del poder por unas elites y la política solo como usufructo para el beneficio de unos pocos. A esto se suma una lógica del mercado voraz, no hay tiempo sino para trabajar dentro de unos marcos de competitividad autoimpuestos. Dice el profesor Eduardo Infante en una entrevista pública en el periódico "El tiempo" a propósito de su último libro: ""El trabajo absorbe, como un enorme agujero negro, todo aquello que cae dentro de su campo gravitacional: La mistad, la salud, el disfrute de los sentidos, la risa, la familia, el dialogo sosegado, el paseo por el simple  deseo de pasear, la lectura que atrapa bien entrada la noche, la contemplación, la broma y, en definitivamente, todo aquello que no se puede trasformar en capital". En este contexto, los desciframientos e interpretaciones de lo ideológico se han perdido con las nefastas consecuencias en materia política e ideológica que siempre termina afectando a los más vulnerables.