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miércoles, junio 28, 2017

LA ENTREGA DE ARMAS POR PARTE DE LA FARC EN COLOMBIA

En un acto protocolario desde Mesetas, Meta, y con la dejación de las últimas cinco armas de las Farc, este martes esa guerrilla deja de existir como grupo armado
La ceremonia empezó con la presentación César López, reconocido músico, artista y activista social, quien interpretó, con su famosa escopetarra (una guitarra hecha con una escopeta), 'Canción para el perdón. (Aparte tomado del periódico “El tiempo” de Colombia)

Ayer fue el día más importante de los últimos años en la historia de Colombia, los acuerdos de la Habana se han venido cumplido a cabalidad, pese a la férrea y enceguecida oposición que parece no reconocer ningún avance, este acuerdo continua acorde a los protocolos pactados, constituye el principio a una paz que intenta acabar con cincuenta años de conflicto, el cual ha sumido al país en una violencia sin sentido con las consecuencias nefastas conocidas por todos. Debemos aceptar las diferencias de opinión frente al proceso, hay una oposición muy radical al mismo, la crítica democrática a los acuerdos será bienvenida, lo que es inaceptable es el cumulo de mentiras y falsedades con los que se pretende hacer trizas, posiblemente sea de los pocos logros del gobierno Santos, pero de antemano le garantizaron un lugar connotado en la historia colombiana. Las redes sociales se han convertido en la plataforma ideal para torpearlo, divulgar mentiras como verdades, desde ahí se crea el peor ambiente a un hecho de tanta trascendencia, no se entiende como no comprometen más a la sociedad en general. Recuerdo que hasta hace poco, todos los males de este país se le achacaban a la FARC, quienes cometían sin lugar a dudas muchas actos atroces, oprobios que es imposible olvidar, pero sin duda no son los causantes de la inequidad imperante, la desigualdad, la concentración de la riqueza, la corrupción entrópica, ahora reinsertados a la vida política y a la civilidad, le quitaron por fin el pretexto a una élite irresponsable para seguir señalándolos como los causantes de absolutamente todos los males, espero que esta clase asuma de una vez por todas sus culpas y deje de eludir sus graves responsabilidades, son causantes de males tan graves o peores como los que ha dejado el conflicto armado, males, que solo le indilgan a la guerrilla. Son muchos los actores comprometidos con nuestra nefasta realidad, las fuerzas armadas no son tan inocentes como suelen hacernos creer ( O una buena parte de sus miembros, aunque hay mucha responsabilidad de cuerpo) en una alianza perversa con el paramilitarismo más rampante, en un proyecto fascista, crearon un aparato armado con la pretensión de acabar con la guerrilla y en esta senda cuidar la propiedad rural, extinguir a la izquierda, cualquiera que ella fuera, a sangre y fuego, propósitos con un balace peor que los males que buscaban erradicar, al final fueron responsables y cómplices de  hechos y matanzas que apenan al país, corrupción, desapariciones y desplazamientos masivos. La clase política de igual manera ha promovido desde hace muchos años una violencia sin cuartel, irresponsablemente, primero la lucha entre los partidos tradicionales en la década del 40 y 50 del siglo anterior, las anmistias y posteriores matanzas de los miembros que entregaron las armas en el siglo XX, cumulo de traiciones al campesinado inmerso en estas violencias impulsados por sus lideres, acordaron un frente nacional excluyente, desde los años 70 hicieron alianzas con el paramilitarismo, todos actos con un egoísmo inexplicable, pensando solo en el usufructo del poder, comportamientos que han involucrado a nuestros jóvenes y campesinos en guerras sin sentido, proceso que les ha servido para apropiarse de tierras, han saqueado las arcas del país, generado un escepticismo y apoliticismo peligroso, nuestra clase política siempre ha sido inferior a sus responsabilidades, pese a que ha manejado este país por años,  acorde solo  a sus intereses y no pensando en el bien general. Estamos llenos de mea culpa, por donde quiera que hagamos una mirada, solo nos queda reconciliarnos, empezar de nuevo, tratar de vivir de acuerdo a cánones civilizados que nos permitan zanjar nuestras diferencias sin tener que matarnos, debemos dejarle a las generaciones nuevas un camino expedito para un convivencia sin violencia ni muerte. Entender esto no es tarea fácil, claro que hay que hacer correctivos, debemos estar pendiente del cumplimiento  de la agenda acordada, esto es lo pertinente, pero nada  le quita importancia al momento que estamos viviendo, es hora de bajar la guardia, de asumir el debate sin los connotados rencores, se aceptan debates, pero llamamos a olvidar los odios, las diferencias debemos asumirlas como parte de la misma dialéctico e solución en que caminamos.


sábado, junio 24, 2017

HACIA LO PEOR DE LOS DOS MUNDOS

Esta es una excelente columna publicada en el periódico “El país” de España, hace un análisis exhaustivo de las consecuencias de la decisión de los ingleses con respecto al Brexit después de un año, estudia lo vulnerable del electorado y cómo la opinión pública es absolutamente manipulable en los actuales momentos. Aún no acabamos de entender el papel de las redes sociales en la configuración de la realidad social y política del mundo, es difícil hoy con las TIC definir hasta qué punto una información es veraz. Este es apenas un capitulo de todo lo que está pasando en el mundo, el ejemplo Trump, es el más emblemático ejemplo de las perversidades que tienen lugar, cuando no existe piso firme, certezas, cada quien puede crear verdades de mentiras y falsedades, lo importante es repetirlas hasta que se trasformen, el miedo tiene que ver mucho en esto. 

Si la prioridad es la economía, lo lógico es pensar que Reino Unido debe permanecer en la Unión Europea, y eso es lo que muchos conservadores y laboristas piensan en privado. Pero no se atreven a decirlo, porque “el pueblo ha hablado”

TIMOTHY GARTON ASH
22 JUN 2017 - 17:00 COT

Parece que lo más probable es un Brexit blando. Pero, en ese caso, ¿para qué tanto lío?
Los británicos no saben lo que quieren,decía el titular de portada del gran diario suizo Neue Zürcher Zeitung. O dicho de otra forma: los británicos no se ponen de acuerdo en qué quieren ni saben cómo conseguirlo. En el primer aniversario del referéndum que aprobó la salida de la Unión, resulta doloroso ver el caos en que se encuentra el país.
En cambio, el resto de la UE está haciendo serios esfuerzos para recuperarse. Desde que el presidente francés, Emmanuel Macron, apareció ante el Louvre la noche de su victoria electoral, a los sones del himno de Europa, y todavía más desde su éxito en las elecciones legislativas, existe un nuevo optimismo sobre la capacidad de la pareja franco-alemana de volver a enderezar el proyecto europeo. En el primer trimestre de este año, la economía de la eurozona creció más deprisa que la de Reino Unido. Después de las victorias del Brexit y Trump, en muchos Estados miembros ha aumentado el apoyo popular a la UE. Angela Merkel ha dicho que Europa tiene que cuidar de sí misma porque ya no puede depender de Estados Unidos ni de Reino Unido.
Las autoridades de París, Berlín y Bruselas tienen sus propios problemas, y el Brexit, para la mayoría, no es más que una cuestión irritante pero secundaria. Una fuente alemana bien informada ha contado que, en la primera entrevista entre Macron y Merkel, dedicaron unos 60 segundos al tema.
La UE de 27 hablará brevemente del Brexit durante la cumbre de hoy por la mañana en Bruselas, mientras May se toma el té en Downing Street. Quizá se disputen el reparto de los organismos europeos que están en Londres, pero todos están de acuerdo en el mensaje básico de la UE al Gobierno británico: “No, no podéis tenerlo todo” (The Daily Maillo llamará intimidación).
Mientras tanto, las elecciones en Reino Unido han dado nuevo impulso a un Brexit más blando. Los laboristas arrebataron votos a los conservadores, sobre todo en circunscripciones que en 2016 votaron por la permanencia en la UE. Ahora tenemos un Parlamento sin una mayoría partidaria de un Brexit duro, ni mucho menos de la tontería que le gusta repetir a May, que “ningún acuerdo es mejor que un mal acuerdo”. Los laboristas, los demócratas liberales y los nacionalistas escoceses quieren un Brexit blando o permanecer en la UE. Incluso el Partido Unionista Democrático (DUP) de Irlanda del Norte, favorable al Brexit, y cuyos 10 votos necesita el Gobierno, quiere que se mantenga abierta la frontera con la República de Irlanda. Además, los resultados electorales han empujado a los diputados conservadores que votaron por la permanencia a luchar por un Brexit más blando y dar prioridad a la economía y el empleo. El ministro de Hacienda, Philip Hammond, defiende una visión del Brexit diferente a la que propuso May al pueblo británico. En un discurso pronunciado el 20 de junio en la City, volvió a convertir la economía en el aspecto prioritario del Brexit.
Sin embargo, es una postura ligeramente extraña e incoherente. Porque, si las prioridades son la economía y el empleo, es evidente que lo mejor para Reino Unido es permanecer en la UE. Por eso David Cameron, en la campaña del referéndum, apeló exclusivamente (demasiado exclusivamente) a las consecuencias económicas. En otro discurso pronunciado también el día 20, el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, relacionó directamente el hecho de que haya “menor crecimiento de las rentas reales” con las negociaciones del Brexit. Es decir, que ya se ven las consecuencias negativas. Y no hemos hecho más que empezar.
Cameron perdió el referéndum porque, a muchos votantes, limitar la inmigración y restablecer la soberanía formal y el autogobierno democrático —es decir, “recuperar el control”— les pareció más importante que la economía, que les hicieron creer que tampoco iría tan mal. Si la prioridad es la economía, lo lógico es pensar que Reino Unido debe permanecer en la UE, y eso es lo que Hammond y muchos otros conservadores y laboristas piensan en privado. Pero no se atreven a decirlo, porque “el pueblo ha hablado” y porque no quieren dividir a sus propios partidos.
El miércoles 21 daba pena ver a la reina Isabel, una anciana admirable, leyendo sin ganas las ilusas promesas del Gobierno en su trono de la Cámara de los Comunes.
Si hemos aprendido algo en este último año es que, en política, nadie sabe qué va a suceder mañana: ahí están el Brexit, Trump y Macron. No obstante, tengo la impresión de que, después de un periodo de transición con las condiciones actuales, Reino Unido acabará probablemente con un acuerdo similar al de Noruega sobre el Espacio Económico Europeo (EEE), el acuerdo especial de libre comercio de Suiza o el de pertenencia de Turquía a la unión aduanera. Podrán adornarlo con la Union Jack, pero Reino Unido será miembro del mercado común, tendrá que respetar unas reglas en las que no ha intervenido, seguirá pagando a las arcas de la UE, verá muy poca reducción del número de inmigrantes de la UE y tendrá que aceptar unos acuerdos vinculantes de arbitraje en los que el Tribunal de Justicia de la UE seguirá teniendo un papel muy importante. La mayoría del Parlamento seguramente se lo tragará y saldrá del paso a la británica.
Aunque no existe ningún consenso entre los británicos (las proclamas de May sobre “la unidad del país” sobre el Brexit son descaradamente ridículas), quizá esa posición sea un medio camino entre los extremos de la salida y la permanencia. El otro día hablé con un estudiante suizo y me dijo que, aunque sabe que su país depende enormemente de la UE, no quiere que Suiza se incorpore a la Unión porque “sigo teniendo la sensación de que mandamos en nosotros mismos”. Muchos británicos desean recuperar ese sentimiento, a pesar de ser conscientes de que una cosa es la soberanía formal y otra, muy distinta, el verdadero poder.
Tal como van las cosas, me parece que ese es el terreno en el que acabaremos. Pero no es inevitable. Los británicos europeos debemos unir nuestras fuerzas para decir, cuando se presenten los resultados de una negociación descafeinada ante el Parlamento: “Lo que hemos conseguido es quedarnos sin nada. ¿Por qué conformarnos con ser de segunda categoría, con todos los inconvenientes y muy pocas ventajas, cuando podríamos permanecer en la UE y ser miembros de pleno derecho?”. Al fin y al cabo, como dijo hace unos años el hoy ministro del Brexit, David Davis, “si una democracia no es capaz de cambiar de opinión, deja de ser una democracia”.
Timothy Garton Ash es catedrático de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde dirige el proyecto freespeechdebate.com, e investigador en la Hoover Institution, Universidad de Stanford. Recientemente recibió el Premio Internacional Carlomagno. @fromTGA









sábado, junio 17, 2017

LA VIOLENCIA CONTRA EL PERIODISMO MEXICANO

Nadie ha podido impedir el asesinato continuo de periodistas mexicanos, el gobierno de este país no solo ha sido impotente sino que se convirtió en un sujeto pasivo, sospechoso, cómplice, de tan deplorables sucesos y la sociedad, lo que es peor, ya no se conmueve, actúa como si nada hubiese sucedido, cede ante el poder inconmensurable del narcotráfico que todo lo puede.
“Hace exactamente un mes fue asesinado Javier Valdez, un periodista valiente que supo combinar la cobertura del narcotráfico con una amplia sonrisa. Nació y murió en una tierra marcada por la violencia de los carteles del narcotráfico, Sinaloa, territorio del Chapo Guzmán, extraditado a los Estados Unidos”[1].
Fue uno de los periodistas que más de cerca se dedicó a cubrir el crimen organizado en el país, intentando evitar que cayeran en el silencio historias que él creía merecían ser contadas, dándole un nombre a víctimas destinadas al olvido. "La lucha diaria por cubrir el narco", decía, era como "suministrar pastillas contra el olvido".
“Valdez fue el periodista número 36 asesinado durante el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto y con su muerte el gremio de ese país levantó la voz aún más fuerte para cuestionar a un Estado ausente. Las cifras son escalofriantes, al igual que los altos niveles de impunidad que existen sobre los crímenes contra los reporteros de México. Los periodistas del país latinoamericano se sienten acorralados”.

México es el tercer país donde más periodistas son asesinados: 105 desde 2000 (sólo Siria y Afganistán son más peligrosos para la prensa), y Valdez era el de mayor perfil y el más conocido a nivel internacional.
Hace podo le sucedió a Miroslava Breach, quien fue asesinada frente a su domicilio en la ciudad de Chihuahua, en el norte de México este año. Breach fue atacada mientras se encontraba a bordo de su camioneta. Un sujeto se acercó en otro vehículo y abrió fuego contra ella, según reportes policiales. La periodista, de 54 años, salía alrededor de las siete de la mañana de su domicilio, en las calles de José María Mata y Río Aros de la capital chihuahuense, en una Renault Duster color roja, informan medios locales. Recibió ocho impactos de bala, los agentes policiales encontraron casquillos de calibre 38. Murió mientras era trasladada al hospital.
El papel de la prensa latinoamericana y por supuesto, de los mismos periodistas, debe ser más decisivo, la tarea que se nos impone, es unirnos. Con el asesinato de Guillermo Cano en Colombia y la bomba que destruyo al periódico “El espectador” en los años 90 del siglo pasado, hubo un apoyo masivo en Latinoamérica a este periódico. Algo parecido podríamos hacer frente a lo que pasa en México, hacer una cruzada que demuestre como nos duele lo que está sucediendo, se hace necesario darle un apoyo a la prensa libre de manera contundente y firme.







[1] Periódico el tiempo Colombia.

domingo, junio 11, 2017

CONTRA LOS POLÍTICOS Y A FAVOR DE LA POLÍTICA




Abruma ver a los políticos en Latinoamérica hablando con tal suficiencia sobre los males que aquejan al continente: Corrupción, violencia, desigualdad e inequidad, daños ambientales sin precedentes, como si nada tuvieran que ver, males que por su puesto, ellos han engendrado, sembrado con tal grado de responsabilidad que no existe la menor posibilidad de eximirlos, pues al escrutar sobre los orígenes de los mismos la conclusión es lapidaria, desde nuestro nacimiento como republicas, hemos tenido una clase política inferior a sus responsabilidades, sólo han estado al pie del poder,  para usufructuarlo impunemente a favor de sus intereses, para expoliar el estado y la sociedad, para dividir, sin importar sus nefastas consecuencias de muerte y abandono.
Lo que no se nos puede olvidar es que la política es el centro, no se puede ser ciudadano, estar en el mundo, olvidándose de la política, en el buen sentido aristotélico para no des-legitimar el concepto base, resulta un componente y una necesidad que debe asumirse con entereza, esto implica un mínimo de conocimiento, de lucidez, es preciso saber que significa vivir en la polis, como discernían  los Griegos, la clave y obligación es participar, decidir.
En un texto filosófico Marco García De La Huerta comentando un texto de Hannah Arendt sobre el apoliticismo señala: “Por qué una teórica política como Arendt no pretende influir con sus ideas en los asuntos públicos y solo incidentalmente se involucró en la política activa, incluso rechazaba la idea de ser encasillada en el esquema de izquierda y derecha? A la pregunta: “¿Qué es usted? ¿Es conservadora? ¿Forma parte de los liberales? ¿En cuál de las opciones actuales se encuadra usted?, responde: No lo sé, realmente no lo sé, ni lo he sabido nunca. Y supongo que nunca he asumido una de esas posicionesla izquierda piensa que soy conservadora y los conservadores piensan a menudo que soy de izquierda [] Pero debo decirle que el asunto me deja completamente indiferente. No creo que de esta manera las verdaderas cuestiones de este siglo vayan a recibir ninguna luz. Y agrega más adelante: simplemente ocurre que no encajo en ninguna parte. Con esa respuesta, se desmarca de la pregunta, cuyos términos no comparte. No es indiferencia hacia la política sino distanciamiento frente a la teoría política, que enmarca esas opciones. Arendt rechazaba el apoliticismo, veía un peligro en él, un síndrome autodestructivo, asociado a la carencia de mundanidad (worldlessness). Es cierto que ella solía definirse como una teórica de la política y rechazaba su adscripción al gremio de los filósofos, pero eso significa que no encaja en la tradición de la filosofía política iniciada con Platón: no elabora teorías del Estado y la sociedad ideal; tampoco teoriza la política en la línea de Hobbes o de Rousseau. Se sitúa más bien en la tradición de pensadores políticos como Montesquieu y Maquiavelo, con quienes comparte una fundamental apertura a los fenómenos políticos”[1].
La filosofa alemana enfatiza de tal manera sobre la necesidad de pensar la política, de actuar paralelo a nuestras responsabilidades, pues lo que hagan los políticos con nuestras vidas, es asunto de nuestra competencia, nosotros no solo los elegimos sino los aceptamos, lo afirma de tal  manera, que no hay escapatoria, el texto categoriza: “Arendt precisa la especificidad del pensamiento cuando señala: el pensar como tal nace a partir de los acontecimientos de nuestra vida y debe quedar vinculado a ellos como los únicos guías para poder orientarse”. En La vida del espíritu plantea expresamente la pregunta: “¿Qué nos hace pensar?. Y contrapone la respuesta griega de Platón [y de Heidegger], el asombro, con la romana de Epicteto y Boecio: la reconciliación. Las dos fuentes del pensar que he tratado son distintas hasta el punto de contraponerse. Una es el asombro maravillado ante el espectáculo en medio del cual hemos nacido [] la otra es la extrema miseria del ser humano de estar arrojado en un mundo cuya hostilidad es sobrecogedora. Se puede vivir sin teorizar, pero necesitamos comprender si queremos  conciliarnos con el mundo. Yo estoy interesada, primariamente en comprender, declara. Y quiero también conceder que hay otras personas que están, primariamente interesadas en hacer algo. Pero no es mi caso. Yo puedo vivir perfectamente sin hacer nada. Y enseguida aclara: no conozco más reconciliación que el pensamiento. El deseo de reconciliación y la experiencia personal no serían disociables: son personas, a fin de cuentas, las que piensan y se involucran en los asuntos del mundo. El verdadero problema personal, dice Arendt, no fue lo que hicieron nuestros enemigos sino lo que hicieron nuestros amigos.
Entonces uno se pregunta, como dejarle de nuevo la responsabilidad a una clase política que ha esquilmado sus compromisos, que habla  de tal manera, que pareciera que no ha sembrado la mayoría de nuestras desgracias. Pese a todo, solo la política es el camino, desde ahí, decidiremos otras opciones, tomaremos partido, en el mejor sentido de lo que significa, tomar partido. Escrutar, recomponer, enjuiciar, elegir y asumir responsabilidades, este es el único camino.  Tomar posición: “¿Cómo podría, sin embargo, ser restaurador el pensamiento, si él mismo está hecho trizas? Admitiendo que no se puede restaurar el mundo solo con teorías o con perdón; y concediendo también que el intento de reconciliación es solo un ejercicio de pensamiento político”, ¿por qué desmarcarse de la filosofía, si el anhelo de reconciliación es lo que mueve el pensamiento? ¿No es precisamente en la filosofía donde Arendt mejor encaja? ¿Por qué no decir: no conozco más reconciliación que la filosofía?.
En Colombia se avecinan elecciones presidenciales, el año que viene es electoral y sorprende ver la clase política que ha expoliado, saqueado y polarizado al país, lanzando candidaturas como si nada hubiese pasado, hablan como niños inocentes y lo que es peor, la gente actúa como si no existiesen más alternativas, se dejan manipular, no saben que su voto es de suma importancia y que realmente tenemos el poder de cambiar el país con nuestra decisión, se hace necesario entonces  asumir los mecanismo de participación con absoluta responsabilidad, de la manera como encaramos esta clase perversa depende el futuro de nuestro país y por su puesto de nosotros mismos. La política, que es el instrumento, el único civilizado, nos permitirá cambiar. Constituye el único mecanismo que afianzará nuestra condición de ciudadanos con alguna capacidad para decidir sobre nuestro futuro.  Nos llego la hora, no solo de participar, escuchar, conocer, sino de tomar decisiones.





[1] APOLITICISMO Y CARENCIA DE MUNDANIDAD. ARENDT-HEIDEGGER. MARCOS GARCIA DE LA HUERTA.