Este es un justo homenaje a Johann Sebastián Suarez, un
estudiante de literatura de la ciudad de
Medellín, interlocutor joven, acucioso e inmerso en el universo literario de
tantas gratitudes. Espero en el trasegar inconmensurable nunca desfallezca.
Todo hombre es la suma de un gran legado, desde lo físico, lo cultural y lo cosmológico. Borges citando a Stevenson y Witman, expresó que un hombre es todos los hombres. Cuando estudiamos el ADN nos damos cuenta que nosotros somos la síntesis de muchos años de evolución, el milagro de la vida corresponde a una azarosa estructuración que se inicia con el nacimiento del cosmos. Estamos hechos de materia cósmica dice Carl Sagan. El lenguaje es el resultado de igual trasformación desde tiempos inmemoriales, la cultura igualmente es producto de un trasegar harto complejo, es difícil descifrar todas las contribuciones que nos han moldeado. Con la escritura pasa algo similar y con la literatura más.
Expresa Fernando Báez
en un aniversario de Borges: “Conviene decir lo siguiente: En el inicio de
todas las literaturas del mundo, y seguramente en el final, estuvo (o estará)
el pensamiento. En el origen del pensamiento, y en su fin, estuvo (y estará) la
literatura. En parte, porque toda creación nace de un anhelo secreto que busca
introducir arquetipos esenciales; en parte, porque todo pensamiento define su
expresión como una necesidad de creación y de unidad preestablecida. La
escritura que tiene en el lenguaje el vehículo de expresión, las palabras
constituyen la herramienta esencial. En la conferencia sobre el libro Borges
nos dice: En Cesar y Cleopatra de
Swaw, cuando habla de la biblioteca de Alejandría se dice que es la memoria de
la humanidad. Eso es el libro y el algo más también, la imaginación. Porque ¿Qué
es nuestro pasado sino una serie de sueños ¿Qué diferencia puede haber entre
recordar sueños y recordar el pasado? Esa es la función que realiza el libro”.
En introducción a los sueños de Freud, descubrimos que el conocimiento es
anterior al lenguaje.
“El lenguaje ( Derivado
de lengua, a través del bajo latín linguagium
) entienden en puridad los diccionarios el conjunto de sonidos articulados
con que el hombre manifiesta lo que siente y dice, así como, desde luego, la
facultad de expresarse por medio de esos sonidos”[1].
Alberto Manguel en una historia de la lectura dice “Que el culto al libro
(Pergamino o papel) es uno de los dogmas de una sociedad que lee y escribe”.
Cualquier poema o
novela, ensayo, libro fantástico es la síntesis de todas las literaturas, de
muchos autores, condensados por un autor, que ahora los plasma desde su propia
óptica. Uno puede leer “Crónica de una muerte anunciada” con simple carácter hedónico.
Pero sí quiere, puede indagar más allá del propio relato. Sería imposible
construir esta obra sin la tragedia Griega, los idus de marzo, sin Roma y Julio
Cesar, sin algunos relatos del sur de los Estados Unidos. Así pasa con los
grandes temas de la literatura: El amor, la soledad, el desamor, la traición,
la guerra entre naciones, el espionaje, todos dramas humanos han sido escritos desde la imaginación de un autor, sería difícil comprender al hombre, sin la literatura que lo ha descifrado de una manera magistral. La escritura,
que es la memoria de la humanidad encontró en la literatura su mejor
instrumento. Hay miles de poemas para decir una misma cosa y en todo caso todos
son distintos y hermosos. Baez con gran magisterio nos dice: “Entre los
griegos, por ejemplo, vemos que el primer gran momento de diálogo entre lo
poético y lo filosófico tuvo su origen en el concepto maravilloso que tenía
este pueblo de la verdad. La hermosa palabra griega para verdad,
"alétheia", traducida por cualquier diccionario como "descubrimiento",
procedía del adjetivo "alethés", y éste, a la vez, derivaba de
"léthos" o "láthos", cuyo significado era
"olvido". De ahí que la partícula privativa "a" al
principio de la palabra nos diga que "alétheia" era "algo sin
olvido", "algo develado". El poeta podía, por tanto, y con el
mismo rigor del filósofo, indagar la verdad de las cosas porque lo que hacía
era recordar algo que no tardaba en transformarse en memoria colectiva, si la
verdad postulada era, más que verificable, sustantiva. Esto pasa con la
escritura.
Cuando leo las crónicas
de la conquista y de pronto las comparo con algunas de las mejores novelas del
siglo XX de nuestra literatura, hablo de Colombia, los temas se repiten, pese a
que el drama se da en tiempos muy diferentes: El poder, la ambición, la conquista
y la muerte.
Cuando leemos
recordamos esa memoria de la humanidad legada en la escritura. Un poema es la expresión
de todos los hombres y de muchos poemas. Pasa igual con la novela. Cuando
leemos trasegamos sobre la historia de la humanidad sin darnos cuenta.