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domingo, enero 09, 2011

UNA SENTENCIA SOBRE LA PROSTITUCION DE UN JUEZ COLOMBIANO

El derecho busca regular cada uno de nuestras relaciones, la vida en este contexto, está delimitada por las normas, se suscribe desde la perspectiva del derecho positivo, al respeto de las mismas y son ellas las que configuran lo lícito e ilícito de nuestros actos. Existen algunas actividades que aun no están claramente definidas en la normatividad, por la sencilla razón, que el derecho y las normas también encubren la mojigatería y la hipocresía de una sociedad, que nunca podrá ser atrapada en su totalidad por la ley.

Foucault, trabajó algunos aspectos históricos sobre la conformación de la telaraña de prohibiciones que se tejen en la sociedad, la normatividad a la luz de sus propias genealogías, como ciertos actos que al ser objeto de la regulación, reflejan las intrincadas relaciones de poder que se dan en toda sociedad. La historia de la sexualidad es una investigación sustancial sobre las prácticas sexuales en la época victoriana: “Mucho tiempo habríamos soportado, y padeceríamos aún hoy, un régimen Victoriano. La gazmoñería imperial figuraría en el blasón de nuestra sexualidad retenida, muda, hipócrita.”

Hoy frente a la prostitución como actividad lícita, la sociedad se expresa de muchas maneras. Esta, que es la profesión más antigua de la humanidad, aun en pleno siglo XXI, continua atrapada entre moralismos e hipocresía, entre concepciones morales, dogmatismos, si se quiere, pero que son expresiones de doctrinas con mucho peso social e historia, con múltiples arraigos en la conciencia social, como la religión católica nunca aceptarán esta práctica.

“El término prostitución proviene del término latino, prostituere, que significa literalmente "exhibir para la venta". Las prostitutas, así como hoy ocultan sus negocios haciéndolos pasar por casas de masajes o los anuncian con luces rojas, en la Edad Media (s.XII) los disimulaban como si se tratara de tabernas, colgando en su puerta un ramo. Por esa razón, las comadres empezaron a llamarlas “rameras”, una palabra que les sonaba más púdica que “prostituta”. La divinidad amorosa Innana/Ishtar es la protectora de las prostitutas y de los amoríos extramaritales, que por cierto no tenían connotación especial en Babilonia, ya que el matrimonio era un contrato solemne que perpetuaba la familia como sostén del estado y como generadora de riquezas, pero en el que no se hablaba de amor o de fidelidad amorosa. Así, a los hombres se les permitía ofrecer a sus esposas como pago colateral por un préstamo.

La historia de la prostitución es amplia y variopinta, pero hoy su práctica continúa manejándose con la misma hipocresía propia de la edad media. En Colombia se acaba de condenar a una persona por el no pago de los servicios sexuales. “Un cuaderno pequeño, escrito a mano, fue la prueba irrevocable para que un juez de paz le diera la razón a Constanza Gómez, quien demandó a su antiguo jefe porque no quería pagarle los servicios sexuales que le prestó cuando trabajaba como empleada doméstica en su apartamento en Pereira.


Desde 2006 Constanza, de 38 años, consignó con precaución y dedicación en el cuaderno, como un registro de contabilidad, los días y las horas en que tuvo relaciones sexuales con su jefe Carlos Suárez. Un hombre solitario, que rondaba los 45 años, y quien pactó con Constanza, una mujer atractiva, el pago de $20.000 por cada relación sexual que sostuvieran, después de que ella terminara las tareas de aseo y arreglo del apartamento”. “Si bien es cierto que las partes no conciliaron, el juez recolectó las pruebas suficientes y falló a favor de Constanza en primera instancia el 15 de junio de 2010”, explicó Zapata. Carlos apeló, pero la decisión fue ratificada el 1° de julio por un juez de segunda instancia. Luego, Carlos pidió, a través de una tutela, no pagar la deuda en su totalidad. Pero un juez no consintió su petición. Decisiones como esta, contribuyen a despejar muchas dudas, sobre una práctica llena de sutilezas, encubrimientos.