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domingo, febrero 18, 2007

GENEALOGIA DE UN PROBLEMA ESTRUCTURAL

Este país parece condenado a reeditar su propia tragedia. Virginia Vallejo, ayer diva y hoy acusadora, decidió revelar cómo Pablo Escobar se tomó la política a punta de plata y plomo. Fernando Botero quiso mostrar hasta qué punto el cartel de Cali logró coronar la Presidencia. Y ahora la Corte Suprema tiene en sus manos la tarea de determinar hasta dónde llegó la alianza entre el narcotráfico y el paramilitarismo para doblegar el Estado de Derecho en varias de las regiones del país. Revista Semana



La mirada a los hechos de la última semana, que reflejan de nuevo la crisis de la sociedad Colombiana y a la vez debilitan la institucionalidad del estado, deben estudiarse desde una óptica que supere los análisis mediáticos y la argumentación de lo obvio. Lo sucedido debe reconstruirse desde la otra orilla, aceptar que hay una sociedad permeable, que existe una aguda crisis de valores; que no han servido treinta años de muerte y violencia discriminada, con la perdida de grandes hombres, para recuperarnos de nuestro atribulado y trágico pasado. En síntesis, pareciera que cada una de las crisis que hemos vívido, solo han servido para tomar medidas, que frente los hechos resientes, constituyen simples paliativos. Ni la muerte de Lara Bonilla, que produjo uno de los discursos mas alentadores por parte del presidente Betancur, sobre como debería ser la reacción de los Colombianos de bien; ni la de tres candidatos presidenciales asesinados por el narcotráfico; ni el magnicidio contra el doctor Luís Carlos Galán; ni la crisis estatal producida por el fenómeno Pablo Escobar y la metida de mano en la constituyente; ni la penetración de dineros Calientes a la campaña presidencial del Doctor Ernesto Samper, comprobada de manera absoluta, que convirtieron un mandato de gobierno en un juicio de cuatro años y el peor desgobierno que se tenga ejemplo en nuestra historia; ni mucho menos el fortalecimiento paulatino del paramilitarismo y sus masacres, que hicieron de este país una barbarie y lo acostumbraron a las noticias mas inhumanas, que se recibían con una indiferencia aun mas preocupante; nos permiten decir a la fecha, que el país ha tomado conciencia de su problema. En cada elección comprobamos que no hay educación política, las caletas encontradas en Cali y lo sucedido con el paramilitarismo y la guerrilla demuestran que el narcotráfico cada vez parece más fuerte, y como si fuera poco, el escándalo de la parapolitica ratifica, que la gran mayoría de la sociedad Colombiana ha estado permeada y ha tenido una relación inexplicable con la delincuencia. Hechos juntos, que nos permiten establecer, que la catarsis desde lo institucional siempre ha sido a medias: el ocho mil fue un proceso caricaturesco y los implicados aun mantienen un poder inusitado, pues fuera de absolver a un presidente con graves indicios de culpabilidad, repitieron curul y continúan con sus cuotas burocráticas; el narcotráfico de la mano del paramilitarismo mantiene sus lazos con los militares y gran parte del gobierno, además elige congresistas y penetra la institucionalidad desde afuera, se toma el poder local eligiendo alcaldes, la salud y por ultimo, asumen un proyecto político en compañía de la bancada política que respalda al presidente, para acceder al poder en forma definitiva; por el otro lado, la guerrilla aunque replegada, para colmo de males, continua con una vigencia inexplicable y un poder aterrador. Ahora, frente a este panorama, existe una constante: Nada de esto podría pasar, si no existe una sociedad que lo tolera y permite. Todos los estudios que se hacen son sectoriales en su mayoría: El de la justicia, del gobierno, de los partidos, pero pocos, miran la otra orilla, la sociedad que ha aceptado gran parte de las prácticas, que tiene un contubernio tácito con el fenómeno, aunque luego lo critica de manera incongruente. Es evidente que la academia y muchas ONG, como intelectuales, nos han entregados estudios muy serios sobre el tema, pero ningún gobierno ha podido acertar en la practica para resolverlo de manera estructural y paradójicamente, casi todos resultan enredados con el fenómeno. Alguna vez, la editorial Oveja Negra, publico un libro que giraba alrededor de una sola pregunta: ¿en que momento se jodio Colombia?, es pertinente resolver el acertijo, los hechos confirman nuestra falta de norte. Ahora, como lo estableció con absoluta lucidez Gómez Buendía, las próximas elecciones son mucho mas que contienda por Alcaldías, gobernaciones y Concejos. De sus resultados, se deducirá, como asume Colombia la presente crisis. Nadie, sabe en que terminará, pero es evidente, que se necesita realizar una genealogía de la misma. Amanecerá y veremos