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jueves, julio 09, 2015

LOS ACUERDOS DE LA HABANA DIAGNÓSTICO DE LA CRISIS ( Colombia)

A la mayoría de los críticos del proceso de paz se les olvida las condiciones en que se iniciaron los diálogos de la Habana, lo que de hecho, le quita mucho peso a las mismas, que en todo caso deben ser recibidas, evaluadas y asumidas como parte de los aportes para construir una ruta que nos conduzca a cerrar la brecha del conflicto colombiano por vía del dialogo.
Desde el principió se acordó dialogar en medio del conflicto, esta condición exigida por el gobierno le permitía no bajar la guardia contra los insurgencia, aspecto que parece, olvido el pasado ministro de defensa y los críticos más radicales. El presidente nunca le ha cedido espacio, ni le ha bajado la guardia a la insurgencia, hasta ahora mantiene el control de las acciones, esto quedó establecido en los prea-cuerdos, esta claro para las partes, pero parece, no para la oposición radical. Lo que es evidente es que las partes están cercas de un cese bilateral del fuego, antesala al acuerdo final.
La oposición a los acuerdos y al proceso de la Habana, que es variopinta, desconoce todo el contexto histórico y social de nuestro conflicto, no se le puede llamar terroristas a la FARC sin olvidar 50 años de su formación, por el solo hecho, de los efectos de la guerra en los actuales momentos. Hoy el conflicto se desenvuelve de otra manera, se ha venido degenerando de la peor forma, en el país confluyen de manera perversa: violencia común, el narcotráfico, el paramilitarismo, grupos de poder local ilegal y legal, además de la insurgencia, que también perdió el norte, todos presionan a la Habana de acuerdo a sus propios intereses. Es un hecho que hay enemigos ocultos de la paz en todos los flancos, para decirlo en los términos en que lo expresó Otto Morales Benitez hace 30 años, parecen no dormir en su propósito de acabar con los acuerdos.
En Colombia hay una derecha muy fuerte, recalcitrante y en algunos casos fascista. Es necesario escuchar y llegar a puntos de convergencia con las posiciones conservadoras, hablo del partido conservador con todos sus matices, la iglesia, los partidos de derecha, pues se entiende la importancia de escuchar estas posiciones, de mucho peso en el país, con mucha historia, que nada tienen que ver con los sectores que fomentaron el paramilitarismo, que promovieron las peores masacres y que no aceptan ni siquiera la existencia del conflicto, lo que no obsta para recordarles que es muy fácil, confundirse con ellas por lo radical de algunas puntos de vista.  
En estos momentos los acuerdos están tocando un tema muy delicado, importante y para nada fácil. El de la justicia y el reconocimiento de las penas, por parte de los victimarios, en carta blanca, se acuerdan los mecanismos de justicia transaccional y los derechos y resarcimientos a las víctimas, que evite la impunidad, aspectos que no le pueden impedir a los reinsertados ganar sus derechos políticos, pues la lucha armada nació buscando un cambio, esto tiene un sustrato político y una ideología e imaginario de estado, por utópico que parezca, no se necesita ser guerrillero ni conestar con los grupos para entender esto.
Se sabía que en la etapa final de los acuerdos habría un recrudecimiento de la violencia, del estado para demostrar su fortaleza y legitimidad, de la guerrilla para mostrar su poder y ganar capacidad de negociación, nada nuevo hay sobre el tapete, extraño que muchos de los críticos en su sabiduría no entiendan esta lógica, propia de este tipo de diálogos.
Hay una especie de efervescencia, de radicalismo ciego, el presidente tiene que asumir el liderazgo,no se puede dejar arrinconar, no sola para defender el proceso, sino para guiar al país a una salida institucional donde converjan todas las fuerzas vivas. Eso que llamaba Álvaro Gómez Hurtado, un acuerdo sobre lo fundamental.