“la corrupción florece
cuando alguien tiene poder de monopolio sobre un bien o servicio y tiene la
discreción para decidir cuánto recibe y donde la rendición de cuentas y la
transparencia son débiles” Klitgaard
Los resultados de la consulta del domingo contra la
corrupción constituyen un hito histórico, aún estamos lejos de comprender la
verdadera dimensión de lo sucedido. 11 millones y medio de colombianos votaron este domingo a favor de la misma, pese a no alcanzar el umbral exigido por la ley, constituye un verdadero
mandato popular a tener en cuenta, sin precedentes históricos, mandato que debe ser acatado, no solo por el presidente, la clase política, sino por el mismo congreso. El país tiene graves problemas éticos, es un fenómeno imbricado
en todos los órdenes sociales, en los mínimos actos y costumbres del ciudadano. Pensamos frente a la corrupción, que es un problema de los gobernantes, de la clase política, de los
empresarios, paradojicamente nos excluimos y la verdad es que hace parte de nuestra cultura, es un hecho, hay una especie de una aceptación general, de: No hay nada que hacer, encubierta por cierta impotencia frente a una realidad que hasta
ayer parecía inmodificable. Hace mucho tiempo sufrimos este flagelo. La actitud ciudadana en la consulta es todo un acontecimiento, sembraron con su voto la semilla de renovación que necesitabamos partiendo del: “Sí se puede”, sin alguna contraprestación, fue una toma de consciencia sólo precedida por el deseo de cambio, en un país dominado desde hace muchos años por una
élite política perversa, clientelista y corrupta, este hecho, me llenan
de esperanza, el camino es largo y dispendioso, pero todo tiene un principio.
Dejusticia en un documento estableció el marco conceptual de
la corrupción en los términos en que se expresa en nuestro país: “A partir de
una extensa revisión de literatura se pudo concluir que dentro de los elementos
esenciales de la corrupción están al menos: i) el abuso o desviación del poder
encomendado, que puede ser público o privado; y, ii) el beneficio o ganancia
privada, que puede ser personal o para un tercero, y que no necesariamente
tiene que ser monetaria. Por el contrario, aún no existe unanimidad en relación
con la necesidad de que: i) exista una interacción entre un actor público y uno
privado; y, ii) se genere o no un perjuicio directo para el interés general. En
todo caso, la tendencia actual apunta a reducir paulatinamente los elementos de
la esencia del concepto, para lograr una concepción dinámica del fenómeno de la
corrupción, que tenga en cuenta la gran capacidad de mutación de las formas en
que se concreta la misma”. Hablemos de igual manera de los fenómenos cotidianos: Colarnos,
no hacer fila, pagarle a un agente de tránsito para que evitar una sanción, pagar
por pequeños favores conociendo de antemano que estamos vulnerando derechos
ajenos, desviar la mirada cuando los corruptos son nuestros amigos o familiares……esto
quiere decir que, frente al fenómeno pensábamos que esto era lo corriente, repito, hacía parte de nuestra cultura, nada pasaba al respecto.
La corrupción se puede definir desde la perspectiva económica,
política o ética, igualmente se define desde la concepción de estado, desde las prácticas cotidianas y en la
relación del ciudadano con la institucionalidad. La perspectiva sociológica me parece, es
la que más contextualiza nuestra realidad: “los sociólogos han asumido la corrupción
como una práctica social que se encuentra en tensión con patrones de
comportamiento reconocidos como válidos en una sociedad determinada y su
principal preocupación tiene que ver con los costos morales”.
A eso apuntó esta consulta, reconocer lo que nos sucede y
empezar a cambiar, el principio de un acuerdo nacional que empiece a trasformar no sólo
las costumbres políticas, sino nuestra forma de ser, de actuar, de proceder. Nos
enfrentamos en este propósito a muchos problemas, cuando hablo de pandemia, no
es casual, la clase política no querrá cambiar, menos los empresarios acostumbrados
a ganarse la contratación de manera fácil, igual pasa con la manera de actuar del ciudadano común,
con todos los tic a que nos allanamos y que de antemano sabemos no son los más éticos
por nimios que parezcan. Va más allá de
la manera de hacer política, atiende a un espectro cultural amplio. Desde ayer hemos decidido enfrentar este fenómeno. Apenas empezamos, buen viento y buena marcha.