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viernes, julio 10, 2009

EL ANIVERSARIO DE LA CONSTITUCION COLOMBIANA

Una constitución es un acuerdo fundamental entre los asociados de un país, que fija los límites y define las relaciones entre los poderes del Estado, poderes que, en los países occidentales modernos se definen como poder legislativo, ejecutivo y judicial y de éstos con sus ciudadanos, estableciendo así las bases para su gobierno y organización de las instituciones en que estos se asientan. También garantiza al pueblo derechos y libertades. Recuerdo la exactitud de la definición de Ferdinand la Salle, que resume en esencia las fuerzas sociales que encubre una constitución: una constitución “es la suma de los factores reales del poder que rigen a un estado”. Nuestra descarnada violencia, las mil guerras soterradas que nos ha tocado padecer reflejan de alguna forma la inutilidad de los acuerdos expuesto en la carta fundamental, la inequidad de los mismos o la falta de voluntad política o educación para actuar de acuerdo a ellos. Colombia en 1991, convocó a una constituyente, gracias a una propuesta independiente de los estudiantes a través de la séptima papeleta, que terminó en una asamblea constituyente que en la fecha reunió las fuerzas políticas más importantes del escenario nacional, incluyendo a movimientos guerrilleros, indígenas, grupos independientes y por supuesto las fuerza políticas tradicionales. Se aprobó alrededor de un gran debate nacional, muy constructivo y cuyo texto resultó ser eminentemente participativo, pluralista, protector del medio ambiente, asimila y reconoce los derechos de las minorías, así como la autonomía de las comunidades indígenas y estableció el derecho de tutela, que desde su implementación, se ha constituido en un instrumento jurídico, para hacer valer los derechos fundamentales que han sido vulnerados, procede de una manera ágil y es un verdadero contrapoder de los ciudadanos a tanta inequidad e ineficiencia del estado.
Después de este pacto Colombia vivió verdaderos momentos de esperanza y se llenó de expectativas de cambio frente a un pasado cargado de violencia y de injusticias a granel. La verdad, muy a pesar de la cantidad de reformas y contrarreformas hechas desde su aprobación, aun la carta goza de prestigió y cierta funcionalidad para los asociados, pero es cierto también, que ha generado muchas frustraciones, pues no ha podido cambiar algunos males endémicos de una sociedad acostumbrada a los peores vicios: La corrupción, la falta de partidos, la inequidad, la violencia e instauración de poderes detrás del poder son pan comido de nuestra realidad. Un país, no se trasforma solo a través de actos legislativos, pero ellos constituyen un fundamento y una bitácora para que dichos cambios se instauran paulatinamente. De la defensa que la sociedad civil haga de la carta depende gran parte de la trasformación de nuestra realidad. Solo queda esperar, que en el futuro, los cambios sean para bien y no retrocesos, como algunas enmiendas hasta ahora han hecho. Amanecerá y veremos