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lunes, abril 04, 2022

LAS ANGUSTIAS DEL CIUDADANO COMUN

 La idea de sobrevivir en un país de pocas oportunidades a pesar del progreso de las últimas décadas y la implementación de políticas al respecto, resulta un agobio continuo, mas a las portas de cumplir 62 años. He sido un lector agudo, sin ninguna pretensión intelectual, sólo por el sentimiento que despiertan los buenos libros y el hecho de asumir que, la vida va más haya del hecho simple de existir (Hay una búsqueda de sentido permanente), donde definitivamente, aceptamos alguna cuota de trascendencia la cual vamos descubriendo lentamente.

Varios son los efectos de lo que pasa en el mundo en nuestra cotidianidad. Resistimos a una inflación galopante por efecto de la pandemia, la congestión de los puertos o crisis de los contenedores, la ausencia de un equilibrio entre la oferta y la demanda, lejos de resolverse, lo que genera una alza en los alimentos continua, desbordada, un atentado fatal a la canasta familiar, no solo de paises agrícolas como Colombia, sino de las grandes potencias y al mundo más pobre. A ello se suma una guerra con consecuencias mundiales (Rusia-Ucrania), que tiene los precios del petróleo por encima de los 100 dólares el barril. Está dicho que está guerra producto de una invasión que rompió con el equilibrio que hasta ahora había mantenido el mundo, esta lejos de tener un final consensuado, por las tensiones producto de la misma y las drásticas sanciones de occidente sobre Rusia. Muchas son las consecuencias directas para el país. La Urea, necesaria para los fertilizantes provenía de estos paises, el trigo, la soya y ciertos cereales igual. Exportábamos no solo ganado en pie a Rusia, sino una gama de productos que hoy están buscando nuevos mercados, tarea que no será fácil. 

A ello se suman los graves problemas de inseguridad que tenemos en las grandes capitales colombianas, la violencia de las Bacrim en bastas zonas rurales por los grupos que sobrevivieron al proceso de el acuerdo de la Habana quienes no han querido entrar por la senda de la desmovilización, hechos que se incrementaron en plenas elecciones presidenciales, a lo que se suma la falta de garantías de la registraduría, que no nos deja tranquilos. 

Lidiar con estos líos no es fácil. El ciudadano de a pie vive entre estas angustias cotidianas que están lejos de resolverse y tiene que aprender a nadar entre ellas como si nada pasara. Al final todo nos afecta, en ocasiones nos genera una impotencia muy angustiosa, ansiedad diría. Esperamos mejores vientos sí, es que algún día llegan.