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martes, noviembre 20, 2018

LA COYUNTURA CRÍTICA DEL PRESIDENTE DUQUE EN SUS 100 DÍAS DE GOBIERNO


Siempre escuchamos a los grandes analistas, los gurúes, leemos la gran prensa y atendemos supuestamente a los que han generado opinión en Colombia por muchos años. Nos gusta el dogma. Existe una sabiduría en la calle aún más sólida, es existencial en esencia, pero atenta y reflexiva. Conocí a un hombre que no solo ha vivido este país intensamente sino que lo ha padecido. Con el hablo todos los días de lo que nos pasa en este país de paradojas. Conclusión, llenos de escándalos, corrupción, masacres, violencias a granel: Al final, “Nada pasa” como dice Maupassant, que todo cambie para que todo siga igual. Mi interlocutor se llama Nolasco Duque, reposado, tranquilo y analítico hasta los tuétanos, de orígenes catalanes, late echado y no se sorprende, ha sido testigo, como el diablo de todo, la ironía y la risa son el bálsamo que le permite aguantar. Con el he hablado de los grandes temas y parte de esta columna es producto de esas coloquiales conversaciones.
Los presidentes se deben a su trayectoria,  su inteligencia y  su carácter. Hay gobernantes muy inteligentes y sin el suficiente carácter para hacerse sentir, de igual manera hay algunos con mucho carácter y poca inteligencia. Duque viene de un padre que militó en el liberalismo, concretamente el turbayismo, la más excelsa maquinaria del clientelismo, en la época que la política se hacía formando adeptos de la mano de la burocracia nacional y regional, en un constructo que podía durar muchos años, un trabajo de titanes, pese a lo perverso. El doctor Turbay Ayala, quien trabajó para su presidencia durante 30 años, termino con una burocracia a su cargo inmensa, fiel, agradecida, la que lo llevó a ganarla de manera holgada. Este clientelismo respondía a una verdadera estructura, que iba desde los ministerios, el congreso,  hasta el celador más alejado, todos se debían al jefe, esto quiere decir, todos votaban por quien este ordenara. Pese  a esto, la formación del doctor Duque, fue absolutamente académica, es un hombre de buena y excelente formación, pese a que viajó de niño y en su juventud en las correrías con su padre, conoció la vieja política, aún así, está lejos de estas manidas costumbres, lo que no quiere decir que liberado, para decirlo coloquialmente. Estudió en las mejores universidades, era de esperarse. Después Ejerció en cargos muy serios en organismo multilaterales, nombramientos producto de las influencias de su padre, para ciertas élites los cargos son más fáciles. Hizo carrera y se formó en estas multinacionales de la política y el dinero. Sus primeros cargos, tienen un tinte Santista. Tanto en Inglaterra como en Washington. Con esta trayectoria, en una jugada de ajedrecista, el doctor Álvaro Uribe, reconoce las capacidades del joven economista y lo llama a engrosar las lista del centro democrático al senado. Llega gracias a esta aplanadora y ejerce como senador cuatro años, demostrando excelsas capacidades, pero siempre bajo el liderazgo de su caudillo y jefe. Esto es muy importante, nunca estuvo solo. Llega a la presidencia de la mano del doctor Uribe, gana las primarias de su partido y después a sus contendores, siempre, con el peso de haber sido elegido por la decisión unilateral del doctor Uribe, la mano de Dios, quien le fue guiando en sendas primarias hasta alcanzar la casa de Nariño, aplastando a sus contendores. El doctor en su campaña recorrió todo el país, su discurso, como el de todos, fue un sartal de promesas, surgirían los cambios que le darían la vuelta a nuestro país, generó  para ello una agenda técnica. Su experiencia es poca, pero no le quita para nada su talante, ahora tiene que demostrar, que es capaz. Una vez en el cargo, toma varias decisiones, que no entienden aún sus copartidarios. Mantiene gran parte de la burocracia Santista, los cambios en los mandos medios y altos son pocos. La cúpula militar es la misma y se ve abocado a cumplir con la agenda de los acuerdos. Sus ministros nombrados, es cierto, la mayoría son técnicos, pero representan la misma burocracia y políticos que han manejado este país en los últimos 30 años. Ósea las cuotas de representación se mantienen. No hay mermelada, pero ahí están las cuotas intactas: Cambio radical, el partido de la U, el liberalismo y el conservatismo, así como ciertos grupos cristianos, hacen parte de la coalición. Decide darle un manejo más técnico que político al país. Se centra en sus asesores, que no son políticos y asume tres ejes de gobierno: Reducción del estado e incentivos a la clase empresarial, austeridad en el gasto y gobernar más para la periferia que para el centro. Con toda la carreta: inversión extranjera, apoyo a la agricultura, a los pequeños empresarios, economía naranja.. …en fin. Su gobierno y liderazgo, se concentra en las regiones, y crea políticas muy alejadas de los problemas coyunturales, en principio los pactos efectivos con la clase política para su agenda legislativa brillan por su ausencia, las reformas que prometió por estas razon y ante la decisión de cambiar las relaciones entre el ejecutivo y el cuerpo de congresistas se le están cayendo: Reforma política, a la justicia, pensional y el rescate a la salud. Presenta una reforma tributaria, típica de un técnico, que suele mirar cifras y no el componente social, con dos pecados: Compromete a la canasta familiar de manera íntegra, a los pensionados y parece, como se lee, que le quita impuestos a la gran empresa. Nadie nunca espera que le bajen impuesto, estos nunca se tocan, nadie le ha hecho entender esto al presidente. Tres crisis tiene encima: La educación superior, Fecode y el paro de los camioneros, a los que se suman las peticiones de las centrales obreras que han estado en todas las manifestaciones de los estudiantes. Se necesita liderazgo señor presidente. No puede seguirle hablando al país como un burócrata del BID. Ahora se enfrenta a la crisis del fiscal, no es poca, los reclamos por  falta de sindéresis frente al tema de la corrupción no son gratuitos. Hacer cambios en los estilos de gobernar, en un país profundamente hilvanado con formas perversas requiere más que una simple propuesta y actitud, tendrá que hacer mucho más que eso. Al presidente le tiene que ir bien, pues la suerte del país depende de sus éxitos como gobernante. 100 días es muy poco para hacer balances descalificadores. La clase política está ávida de comer presidente, esto lo sabe el Doctor Duque perfectamente.  Oh mi capitán, esperamos decisiones sabias y prontas.