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lunes, noviembre 16, 2020

LA CRISIS DEL ACUERDO DE LA HABANA EN COLOMBIA

 El partido de gobierno en su intensa campaña en contra del acuerdo de la Habana, la actitud inercial y cómplice del presidente en cabeza del ministro de defensa, en el propósito irrefrenable de hacer trizas el acuerdo de paz, constituyen el aspecto más grave que vive el país, a ello se  suma el asesinato de más de 250 desmovilizados de la FARC y 500 líderes sociales, donde están seriamente comprometidas las fuerzas armadas y el estado colombiano.

El centro democrático en cabeza del doctor Uribe está a la cabeza de una derecha recalcitrante y fascista, ha manipulado con una frialdad y descaro al gobierno en el propósito de acabar los acuerdos, en una estrategia predeterminada y perversa, con objetivos claros para traer de nuevo la guerra a Colombia. Esta actitud tiene resultados nefastos para el país, instaurando una xenofobia en contra de nuestras instituciones y tradición, encarando al país de nuevo al conflicto que tanto nos costó cerrar.

La relación de las fuerzas armadas, carne de cañón en esta guerra y a la que el gobierno manipula, sacrificando a sus generales, la impotencia para traer la paz a vastos sectores abandonados por la FARC, dejan claro que hay más territorio que estado. Es un hecho, no hay oposición, el país está conminado de nuevo a la guerra, sin congreso, además con una corrupción galopante.

Todos los días nos levantamos con noticias de asesinatos de líderes sociales en zonas de conflicto, Asesinados con una frialdad absoluta y que develan la impotencia y la falta de voluntad del gobierno.  En cualquier parte del mundo estos hechos generarían álgidos debates en defensa de la vida, en Colombia curiosamente no pasa nada y lo que es peor, el gobierno sigue como si nada, manipula cifras, para defender con estas la ausencia de gobernabilidad, en medio de una inequidad absoluta.

Es el país en el mundo con más violaciones de derechos humanos, feminicidio, asesinatos. La fuerza pública hasta la fecha ha sido impotente para controlar vastas zonas del país manejada por los carteles de las drogas y los grupos ilegales.  El asesinato de víctimas de la guerra que, por gracia del acuerdo de la Habana, han recobrado sus tierras, refleja a una derecha que no está dispuesta a ceder frente a las obligaciones impuestas por el acuerdo. Gran parte de la tierra de este país ha sido ganada a sangre y fuego por una elite que está en complicidad con las fuerzas del gobierno en contubernio con los paramilitares.

El gobierno no solo tiene el propósito sistemático de hacer trizas el acuerdo, sino que sus ataques a la JET ahora son directos, descarados, tratando que la justicia transicional no cumpla y olvidándose que la verdad se sobrepone a la justicia, se trata de ceder para vencer y armar la memoria histórica.

Se necesita liderazgo y que las fuerzas sociales vivas del país defiendan el acuerdo de paz de la Habana. Es hora que las ONG, la academia, el estudiantado, la clase trabajadora y los partidos realicen esta tarea de manera responsable y rigurosa. Sí no lo hacemos, el gobierno acabará con las esperanzas de un país que realmente necesita cambios.