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lunes, diciembre 21, 2009

UN AÑO PARA OLVIDAR
Alguien dijo que lo importante es como le va a uno en el paseo, lo demás no cuenta. Difiero de esta egoísta opinión y creo que siempre tendremos responsabilidades mucho más allá de nuestro propio entorno. Esto para decir, que los balances al final del año constituyen un ejercicio necesario, por lo que deberán superar lo meramente subjetivo. En todo caso es a partir de ellos que uno se proyecta y muchos de nuestros planes mediatos e inmediatos se hacen con estas variables.
El 2009 no fue un año bueno y esto lo afirmo atendiendo a varias razones de peso. En el plano económico, el mundo vivió la peor crisis financiera y por lo tanto una de las peores recesiones que se hayan tenido en los últimos cincuenta años, gracias a un manejo absolutamente irresponsable de la Banca, que venía desde hace tiempo jugando  monopolio sin ningún sustrato real, soportado en papeles sin respaldo y modelos matemáticos que crearon un mundo especulativo que terminó colapsando. Como siempre los gobiernos salieron a rescatar el sistema financiero, socializaron las perdidas y en este proceso, se revelaron las grandes ganancias de los ejecutivos del sector, que dejan ver una radiografía perfecta de las desigualdades en que vive el mundo. Esto en carta blanca es recesión, desempleo, baja sustancial del consumo y por lo tanto crisis general. Esperábamos que estos hechos sirvieran para montar controles a la banca en general y al sistema financiero, la verdad, hasta ahora todo sigue igual, como si no hubiese pasado nada. En Colombia, las ganancias de los bancos superaron todos los topes y al ciudadano de a pie no le sirve para nada, sus servicios son caros, nunca existe realmente crédito para los menos desfavorecidos y realmente no tenemos banca de inversión: mientras la banca se enriquece la población padece sus servicios. En este contexto de recesión mundial Colombia perdió el segundo mayor comprador de sus exportaciones: Venezuela. El sector manufacturero, gran parte del sector agrícola y el sector automotriz, están en una situación muy delicada, pues dependían en gran parte de este mercado fronterizo. Reemplazarlo no será tan fácil. Aun así, es pertinente reconocer que estamos mejor que muchos países y que  nosotros  soportamos mejor la crisis, en comparación con la catastrofe de los paises más ricos.
En materia política en nuestro país, vivimos el peor año de la década. Colombia está perdiendo toda su institucionalidad, que fue su mayor fortaleza. El gobierno y concretamente el ejecutivo viene abrogándose las instituciones con una astucia sin parangón y mantiene el deseo de romperle el cuello a la Constitución con una reelección que sería muy grave desde todas las perspectivas: desde lo Político, en el ambito legal, en el plano económico y por su puesto en lo institucional. Nada parece detener al presidente Uribe, ni siquiera los editoriales de los periódicos más influyentes de los Estados Unidos, ni los consejos de sus amigos cercanos, ni los mensajes de la señora Clinton en nombre de su gobierno. En este galimatías en que ha metido el ejecutivo al país, el referendo constituye uno de los soportes necesarios para darle salida al proyecto de quedarse en la casa de Nariño y al gobierno y los áulicos del mismo se les olvidó todos los vicios y enredos que tiene la aprobación del famoso referendo: En la recolección de firmas, financiación espurea con participación de contratistas, aprobación en el congreso con graves errores de inconstitucionalidad y por último con el director de la orquesta, el señor Luis Guillermo Giraldo con serias investigaciones que ya están en lo penal. Todo lo anterior, se esta dando muy cerca a la próxima elección presidencial, con los tiempos legales completamente al limite para que se den las garantías, lo que deja la política en una inercia total y por lo tanto en un vacio muy peligroso. En este contexto, el Doctor Uribe se cree la reencarnación de Núñez y por lo tanto llamado por la providencia para salvar el país: es decir, tenemos un nuevo regenerador, cómo les parece.
En materia cultural, las cosas están un poco mejor. Colombia fue el país de las grandes exposiciones y Medellín se arriesgo a traer algunas muy buenas y costosas con plena éxito. El pintor Fernando Botero acabó su premio, dijo no entregarle más dinero a unas obras que son verdaderos mamarrachos, lo que es muy malo para el arte en materia de patrocinios, que realmente son muy escasos. Ganamos el Rómulo Gallegos con William Ospina, tenemos dos escritores nuevos, premios novela corta Juan Rulfo y cuento, Fernando Denis, el gran poeta Colombiano por fin ha sido publicado por Editorial Norma, excelente la novela de Santiago Gamboa Necrópolis, el libro de ensayos de Juan Gabriel Vásquez por el mismo corte y ARTEBO, fue un éxito rotundo en Bogotá.
En materia de seguridad democrática las cosas no podrían estar peor: de nuevo el sicariato se tomo las grandes ciudades, aumentó sustancialmente la delincuencia común, las estadísticas en esta materia se duplicaron y la violencia en términos general se salió de madre. La guerrilla, esta muy golpeada, está completamente replegada, aunque lejos de acabarse por múltiples razones que ahora no cabe analizar, aun así, el gobierno se mantiene firme en sus propósitos de ganar esta batalla.
Hasta ahora y esto sí es la tapa, no existe ningún candidato capaz de hacerle un rasguño al señor Uribe, que sigue ganándole lejos a todos sus posibles adversarios. Para ganar, se necesita tener opciones, hasta ahora no aparece quien.
La cumbre climática fue un manual de buenas intenciones, este tema da grima y hasta ahora el presidente Obama no cumple con las expectativas, pero realmente su tiempo de gobierno es corto. Todo lo anterior para decir: este es un año para olvidar, sino pregunten, qué paso con los sindicatos, con los representantes de la clase trabajadora, mejor dicho, quién los representa en este mundo voraz y avaro y que decir del informe de la comision de la verdad sobre el palacio de justica, donde estará el Doctor Belisario y que hará el doctor Castro al respecto, leido el informe, su libro es un sartal de mentiras y con todo el mar de contradicciones, ha decidido reeditarlo: amanecera y veremos.