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viernes, enero 22, 2010

LA SOCIEDAD DEL ESPECTACULO: HAITI

Es difícil comprender en toda su dimensión la catástrofe de Haití. Por encima de la visión cruel de los damnificados que ha diario nos muestran los noticieros, de los huérfanos repartidos por todo el mundo, de la hambruna rampante, hordas humanas luchando a diario por un mendrugo de pan, deberá hacerse una lectura de lo que pasa en este país, que debe superar la óptica mediática.


El terremoto no solo nos ha mostrado la fragilidad de un estado, la condición de atraso y corrupción en que se encuentra, la desigualdad flagrante, sino la profunda indiferencia del mundo y el reflejo más cruel de la geopolítica internacional, que difícilmente cambiará.

El hambre en Haití no es de ahora, se necesito un terremoto para que el mundo fuese consciente de esta catástrofe. Si existiera una cátedra que quisiera mostrar como se saquea un país, del peor ejercicio de la política, la relación enfermiza con los Estados Unidos, quien ha alcahueteado a los peores dictadores en este país, sabríamos que el mundo no es como lo imaginamos, sino como realmente se nos presenta: El pez grande se come al chico, al gran capital poco le importa la suerte de muchos y los negocios van por un lado y la acción humanitaria por otro: no importa que pase, la fiesta debe continuar.

“Todo lo que una vez fue vivido directamente se ha convertido en una mera representación”. La peor catástrofe sirve para montar un espectáculo, donde se oculta una plataforma de pequeños negocios, la reconstrucción ya es uno muy bueno, movimientos financieros dudosos y un absoluto desconocimiento de la grave situación política de un país.

Haití vive en el siglo XIX, no tiene educación, no hay formación política (que es lo mas grave) lo que significa que los procesos democráticos brillan por su ausencia, esta atrapado entre el esoterismo y la religión y por lo tanto sometido a una barbería especial en pleno siglo XXI. Lo paradójico, el mundo siempre lo ha sabido y nunca le ha importado.

“Toda la vida de las sociedades en las que dominan las condiciones modernas de producción se presenta como una inmensa acumulación de espectáculos. Todo lo que era vivido directamente se aparta en una representación.” Hasta las catástrofes caen en el efecto mediático, ocultan más que revelan y permiten manipular la información que somete algunos procesos al olvido.

El espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación social entre personas mediatizada por imágenes.

La desigualdad es producto no solo de la incapacidad de algunos, sino de la voracidad eterna en que se mueve el poder, para Foucault este último no puede ser localizado en una institución o en el Estado, pues está determinado por el juego de saberes que respaldan la dominación de unos individuos sobre otros al interior de estas estructuras.

Haití, ha de seguir lo mismo, difícilmente el mundo cambiara. Hoy hay un excelente negocio: su reconstrucción, parece que los gringos no soltaran esta tajada. Bombardearon grandes ciudades en medio oriente y luego realizaron contratos a su favor para reconstruirlas, ello conocen muy bien el tema.