Uno de los eslabones
vitales de la sociedad y la democracia lo constituye la libertad de prensa. Los
canales regionales cumplen una labor importante en esta materia, no solo
informan sobre todo lo que afecta a la ciudad
y el departamento en los aspectos más
generales y de interés, sino además aquellas noticias que conciernen a la
gobernabilidad y la clase política en cualquier instancia. Sus dueños son la
gobernación y el municipio. En Antioquía hay dos canales: Tele-Antioquia y
Tele-Medellín. Son públicos, lo que obliga a un manejo claro desde lo institucional, ético y sin
intervenciones, pues cumplen una función social inigualable.
Estos canales son el único
medio que tienen los ciudadanos, para expresar lo que pasa en sus barrios, de
hecho existen programas especiales en donde se pronuncian, muestran sus logros.
Hace unos meses uno de estos canales, pasó al aire unas declaraciones
inapropiadas de un diputado que dejaban ver un racismo inexplicable o que por
lo menos constituían una ofensa de grueso calibre a un departamento y a sus
negritudes, inexplicable a todas luces. Por gracia de esta información, el
diputado fue suspendido y la condena social a su actitud fue contundente.
Parece que la clase
política no estaba dispuesta a que se ejerciera un control periodístico por sus
actividades y menos por la actitud de fehaciente del director. Juan Pablo Barrientos director de Tele-Antioquia
fue quien lideró esta denuncia. Como director simplemente puso sobre la
palestra una información que a juicio
suyo era un oprobio, más cuando la frase del diputado atacaba a todo un departamento.
Juan Pablo, es un hombre hecho a puro pulso, nacido en las comunas, conocedor
como nadie de su ciudad. Su labor es un ejemplo de buen periodismo y responsabilidad. Por gracia de este evento, fue grabado en una reunión
de redacción, que a todas luces es privada, un oprobio mírese desde donde se le
quiera mirar, más cuando quien grabó y entregó esta información se supone es de
su equipo y hombre de confianza, lo que significa que hubo una infiltración. En
el consejo de redacción al parecer hubo frases de grueso calibre en boca de
Juan Pablo, una especie de apasionamiento personal con el tema, que sirvieron se
sintieran ofendidos e inclusive les dio pie para denuncias penales, lo que les
ha permitido alegar lo flagrante del resentimiento del director, lo que ha alimentado
este escándalo, nada sano para el ejercicio de la libertad de prensa, que
terminó con su renuncia y demostró hasta donde llega el poder de la clase
política del departamento.
Sucesos como este son
corrientes en nuestro país, recordemos en el anterior gobierno se chuzo y se persiguieron muchos periodistas, la incidencia tenaz de la política en los medios es pan de cada día. Nunca han podido quitarle la fuerza
que tiene el periodismo en Colombia. Esperamos que el gobernador, quien es un
demócrata, sepa lidiar con semejante escándalo y deje intacto la libertad del
director nuevo para ejercer su función. Las dudas quedan sobre el tapete, esto
está descontado y de hecho apoyamos al director en esta cruzada.