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martes, noviembre 27, 2018

LOS SUCESOS ALREDEDOR DE LA FINAL DE LA LIBERTADORES



La globalización y la conexión total, las 24 horas, los 365 días del año, de la mano de las redes sociales, la revolución de la información y las comunicaciones, nos ha llevado a vivir en una aldea global, cualquier suceso del planeta por alejado e ínfimo del lugar en que se produzca, no sólo lo conocemos en segundos sino que nos afecta de manera inmediata. Lo mismo pasa con ciertas posiciones ideológicas o políticas, en menos de lo que pensamos asumen el rol de partos mundiales, la política todos los días produce estos fenómenos, los movimientos feministas, el movimiento Queer, los ecologistas, son un ejemplo de ello y fueron de una intensidad antes no vista, ciertas posiciones, por triviales se vuelven virales, lo mismo pasa con algunos hechos sociales. El efecto mariposa, cualquier suceso repercute en menor o mayor grado en todo el planeta, esto nos hace completamente vulnerables. La pregunta esta semana es: Quién volvió el fútbol una guerra. Las barras bravas, que nacieron en Buenos Aires e Inglaterra, a qué hora se convirtieron en factores tan determinantes para este deporte. Quién volvió la rivalidad entre dos equipos una batalla, con los resultados nefastos que hemos presenciado en el mundo: Asesinatos, agresiones y verdaderos guetos con fronteras invisibles. Lo mismo pasa con las tribunas de los estadios, hay espacios asignados a ciertas barras a los que nadie puede acceder.
Lo que sucedió esta semana en el estadio monumental de River fue un oprobio, una vergüenza, fue la flagrante evidencia de lo mal que estamos, peor, lo mal que esta este deporte, no sólo mueve grandes masas, sino dinero a granel, es una máquina de producir riqueza, lo que no está mal en un capitalismo voraz donde la rentabilidad es la medida, lo expreso simplemente para ratificar, que alrededor suyo hay intereses económicos de todo tipo. Sobra decir, este un negocio privado, con muy poco control de las autoridades, es una aldea sin control, aquí radica parte del problema.
Cuando hablo de crisis, no me refiero solo a Buenos Aires, sino a Latinoamérica, todos, padecemos este flagelo. Es imposible en un clásico ir con tranquilidad a un estadio. Ponerse una camiseta es  peligroso, no sabe usted cuando se va encontrar con una jauría de bárbaros que decida agredirlo, matarlo, basta mirar los registros de asesinatos por estos móviles en una ciudad como Bogotá para corroborarlo, asustan. Todo pasa sin que las autoridades quieran reconocer el problema. Alrededor de estas barras, de esta ideologización y radicalismo de los equipos, en una especie de nacionalismo perverso, hay un negocio descomunal. Hay gente enriqueciéndose de la reverberación de estas pasiones. Demuestra una vez más, como la masa, la población, sigue siendo muy vulnerable, se deja llevar como borrega por estos gurúes de la pasión desmedida, como sucede con los políticos, los falsos profetas, son de alguna manera explotados.
Hace mucho tiempo leí masa y poder de Elías Caneti. La vigencia de este texto es absoluta. En este partido nos vendieron todo tipo de mentiras: La final del mundo, el partido del siglo, un encuentro único e irrepetible. El negocio de los derechos de televisión estaba detrás, la venta de jugadores, la reventa de Boletas, todo son intereses, la gente, vaya al carajo, consumidores al final y al cabo, esa es la lógica.

martes, noviembre 20, 2018

LA COYUNTURA CRÍTICA DEL PRESIDENTE DUQUE EN SUS 100 DÍAS DE GOBIERNO


Siempre escuchamos a los grandes analistas, los gurúes, leemos la gran prensa y atendemos supuestamente a los que han generado opinión en Colombia por muchos años. Nos gusta el dogma. Existe una sabiduría en la calle aún más sólida, es existencial en esencia, pero atenta y reflexiva. Conocí a un hombre que no solo ha vivido este país intensamente sino que lo ha padecido. Con el hablo todos los días de lo que nos pasa en este país de paradojas. Conclusión, llenos de escándalos, corrupción, masacres, violencias a granel: Al final, “Nada pasa” como dice Maupassant, que todo cambie para que todo siga igual. Mi interlocutor se llama Nolasco Duque, reposado, tranquilo y analítico hasta los tuétanos, de orígenes catalanes, late echado y no se sorprende, ha sido testigo, como el diablo de todo, la ironía y la risa son el bálsamo que le permite aguantar. Con el he hablado de los grandes temas y parte de esta columna es producto de esas coloquiales conversaciones.
Los presidentes se deben a su trayectoria,  su inteligencia y  su carácter. Hay gobernantes muy inteligentes y sin el suficiente carácter para hacerse sentir, de igual manera hay algunos con mucho carácter y poca inteligencia. Duque viene de un padre que militó en el liberalismo, concretamente el turbayismo, la más excelsa maquinaria del clientelismo, en la época que la política se hacía formando adeptos de la mano de la burocracia nacional y regional, en un constructo que podía durar muchos años, un trabajo de titanes, pese a lo perverso. El doctor Turbay Ayala, quien trabajó para su presidencia durante 30 años, termino con una burocracia a su cargo inmensa, fiel, agradecida, la que lo llevó a ganarla de manera holgada. Este clientelismo respondía a una verdadera estructura, que iba desde los ministerios, el congreso,  hasta el celador más alejado, todos se debían al jefe, esto quiere decir, todos votaban por quien este ordenara. Pese  a esto, la formación del doctor Duque, fue absolutamente académica, es un hombre de buena y excelente formación, pese a que viajó de niño y en su juventud en las correrías con su padre, conoció la vieja política, aún así, está lejos de estas manidas costumbres, lo que no quiere decir que liberado, para decirlo coloquialmente. Estudió en las mejores universidades, era de esperarse. Después Ejerció en cargos muy serios en organismo multilaterales, nombramientos producto de las influencias de su padre, para ciertas élites los cargos son más fáciles. Hizo carrera y se formó en estas multinacionales de la política y el dinero. Sus primeros cargos, tienen un tinte Santista. Tanto en Inglaterra como en Washington. Con esta trayectoria, en una jugada de ajedrecista, el doctor Álvaro Uribe, reconoce las capacidades del joven economista y lo llama a engrosar las lista del centro democrático al senado. Llega gracias a esta aplanadora y ejerce como senador cuatro años, demostrando excelsas capacidades, pero siempre bajo el liderazgo de su caudillo y jefe. Esto es muy importante, nunca estuvo solo. Llega a la presidencia de la mano del doctor Uribe, gana las primarias de su partido y después a sus contendores, siempre, con el peso de haber sido elegido por la decisión unilateral del doctor Uribe, la mano de Dios, quien le fue guiando en sendas primarias hasta alcanzar la casa de Nariño, aplastando a sus contendores. El doctor en su campaña recorrió todo el país, su discurso, como el de todos, fue un sartal de promesas, surgirían los cambios que le darían la vuelta a nuestro país, generó  para ello una agenda técnica. Su experiencia es poca, pero no le quita para nada su talante, ahora tiene que demostrar, que es capaz. Una vez en el cargo, toma varias decisiones, que no entienden aún sus copartidarios. Mantiene gran parte de la burocracia Santista, los cambios en los mandos medios y altos son pocos. La cúpula militar es la misma y se ve abocado a cumplir con la agenda de los acuerdos. Sus ministros nombrados, es cierto, la mayoría son técnicos, pero representan la misma burocracia y políticos que han manejado este país en los últimos 30 años. Ósea las cuotas de representación se mantienen. No hay mermelada, pero ahí están las cuotas intactas: Cambio radical, el partido de la U, el liberalismo y el conservatismo, así como ciertos grupos cristianos, hacen parte de la coalición. Decide darle un manejo más técnico que político al país. Se centra en sus asesores, que no son políticos y asume tres ejes de gobierno: Reducción del estado e incentivos a la clase empresarial, austeridad en el gasto y gobernar más para la periferia que para el centro. Con toda la carreta: inversión extranjera, apoyo a la agricultura, a los pequeños empresarios, economía naranja.. …en fin. Su gobierno y liderazgo, se concentra en las regiones, y crea políticas muy alejadas de los problemas coyunturales, en principio los pactos efectivos con la clase política para su agenda legislativa brillan por su ausencia, las reformas que prometió por estas razon y ante la decisión de cambiar las relaciones entre el ejecutivo y el cuerpo de congresistas se le están cayendo: Reforma política, a la justicia, pensional y el rescate a la salud. Presenta una reforma tributaria, típica de un técnico, que suele mirar cifras y no el componente social, con dos pecados: Compromete a la canasta familiar de manera íntegra, a los pensionados y parece, como se lee, que le quita impuestos a la gran empresa. Nadie nunca espera que le bajen impuesto, estos nunca se tocan, nadie le ha hecho entender esto al presidente. Tres crisis tiene encima: La educación superior, Fecode y el paro de los camioneros, a los que se suman las peticiones de las centrales obreras que han estado en todas las manifestaciones de los estudiantes. Se necesita liderazgo señor presidente. No puede seguirle hablando al país como un burócrata del BID. Ahora se enfrenta a la crisis del fiscal, no es poca, los reclamos por  falta de sindéresis frente al tema de la corrupción no son gratuitos. Hacer cambios en los estilos de gobernar, en un país profundamente hilvanado con formas perversas requiere más que una simple propuesta y actitud, tendrá que hacer mucho más que eso. Al presidente le tiene que ir bien, pues la suerte del país depende de sus éxitos como gobernante. 100 días es muy poco para hacer balances descalificadores. La clase política está ávida de comer presidente, esto lo sabe el Doctor Duque perfectamente.  Oh mi capitán, esperamos decisiones sabias y prontas.     





sábado, noviembre 10, 2018

SEGUIR ESTANDO JUNTOS


En una serie de televisión escuche a un detective muy contrariado, que tiene contacto con el más allá la frase: “Debe ser mejor estar vivo que estar muerto”. Nadie podrá afirmar esto categóricamente, la muerte y lo que nos pasa sigue siendo un misterio bien guardado por la naturaleza. Mi esposa va a cumplir tres año de haberse marchado. En la ridícula idea de no volver a verte, el libro de Rosa Montero, hay una cita puntual  que me ha generado mucha reflexión: “Hace muchos años, el periodista Iñaki Gabilondo me dijo en una entrevista que la muerte de su primera mujer, que falleció muy joven y de cáncer, había sido muy dura, sí, pero también lo más trascendental que le había ocurrido. Sus palabras me impresionaron: de hecho, las recuerdo aún, aunque tengo una confusa memoria de mosquito. Entonces creí comprender bien lo que quería decir; pero después de experimentarlo lo he entendido mejor. No todo es horrible en la muerte, aunque parezca mentira (me asombro al escucharme decir esto)”. Alguien hace poco me dijo: “ Tenga por seguro, ella está mejor allá que acá”. Lo que sí es cierto es que seguimos manteniendo una relación muy estrecha con esa persona que se nos fue.
Lo que más nos duele es la ausencia. Expresa Rosa Montero al respecto con gran magisterio: “El verdadero dolor es indecible. Si puedes hablar de lo que te acongoja estás de suerte: eso significa que no es tan importante. Porque cuando el dolor cae sobre ti sin paliativos, lo primero que te arranca es la palabra. Es probable que reconozcas lo que digo; quizá lo hayas experimentado, porque el sufrimiento es algo muy común en todas las vidas (igual que la alegría). Hablo de ese dolor que es tan grande que ni siquiera parece que te nace de dentro, sino que es como si hubieras sido sepultada por un alud. Y así estás. Tan enterrada bajo esas pedregosas toneladas de pena que no puedes ni hablar. Estás segura de que nadie va a oírte”. Uno sabe de antemano que esa persona que seguimos amando, no volverá. Paradójicamente en mi caso, la comunicación con ella es de todos los días.
He tenido diálogos muy intensos con mi hija Isabella sobre su madre. He tratado de entender más su vida y en estas interpelaciones, hay un dialogo con ella, con su forma de pensar, con sus concepciones más profundas y cómo tomaba sus decisiones. Cinco ciudades marcaron su vida: La entrañable  Manizales, Popayán, Honda, Bogotá y Medellín. Cada una marca una etapa crucial. Las ciudades son como quiebres y giros. Manizales representa todo en su vida: Su niñez, su familia, sus mejores amigas y esa manera especial de ser que le caracterizaba: Amable, sincera a morir, contenida y radical en su manera de asumir la vida. Popayán, le traía recuerdos muy especiales de su niñez, se le aparecían algunos eventos cómo fotografías, la  casa de sus padres, la comida regional, paseos que evocaba con una exactitud asombrosa. Honda fue el comienzo de su adolescencia, de grandes amigas, una vida solariega y de mucha paz; Bogotá enfrentarse a la vida sola, le dio independencia, criterio, marcó su primeros pasos por la universidad; Medellín, el crecimiento de sus hijos y esa lucha en medio de lo cotidiano. Cuando Ana Isabel hablaba del pasado lo hacía con datos precisos, su memoria era de dinosaurio para estas cosas. Describía a Honda con una exactitud magistral, de Manizales tenía infinidad de recuerdos y anedoctas, se explayaba con la narrativa oral típica de los paisas.
He pensado mucho en sus convicciones. No podíamos hablar de política. Estábamos en polos opuestos. Era una católica comprometida, pero nunca asumió fanatismos insultantes. En esto días hablábamos de esté aspecto con mi hija. Ella rezaba la novena del milagroso de Buga con una fe inquebrantable. De pronto decía, el señor de Buga me hizo el milagro, se alegraba de sobremanera.
Uno cree que con el tiempo va alivianar  la ausencia. Nunca pasa, pero hay un dialogo muy intenso. Muchas veces como una especie de cruce de cuentas, hay aspectos que causan mucho dolor, que nos pesan, me duelen profundamente. Los errores que es imposible cambiar, aquellos que son parte del pasado, son cicatrices. Curiosamente a partir de estos reconocimientos se generan diálogos. Pareciera que estuviese al frente y de hecho tomo decisiones. Cuando cometo un error que le disgustaría mucho, siento su presencia, con una fuerza inexplicable. Hay hechos que me duelen de su partida que nunca cambiaran, Rosa Montero en su libro expresa: “Porque la característica esencial de lo que llamamos locura es la soledad, pero una soledad monumental”.  No es mi caso por ahora, mis hijos son grata compañía. Más bien he comprendido la vida desde otros ámbitos, disfruto más las cosas pequeñas, en los detalles está la grandeza, amo la sencillez, la vida sin tantos arabescos, muy cercano de la naturaleza y de la lectura. Ana Isabel debe saber que su hija Mariana está a punto de terminar su carrera, que Santiago va en cuarto semestre de ingeniería Civil en la universidad de Antioquia y que Isabella es una connotada lectora y amante del buen cine que dentro de dos años acabará su bachillerato. Su mama, Ana Emilia, todos los días le piensa, pese al dolor que la quebranta, pese a la ausencia que no acepta por absurda según su lógica. Sé que con el tiempo seremos simplemente un dato de generaciones que no tendrán ni idea quienes fuimos. Esa es la vida al fin y al cabo.