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lunes, marzo 19, 2007

SERGIO FAJARDO

El Alcalde de Medellín, Sergio Fajardo está a punto de terminar su mandato, como burgomaestre de la ciudad y el balance, no solo es positivo sino que representa una alternativa real frente a la crisis política que viven los partidos y la nación en medio de los escándalos de la parapolitica, que hace mucho tiempo dejaron de ser coyunturales, para ser verdadero reflejo de una crisis estructural que agobia toda la institucionalidad del país y la política en general. La Revista Diners, lo describe con suprema exactitud: “Estudiante juicioso (Master of Science y Ph.D. en matemáticas, con área menor en economía, de la Universidad de Wisconsin-Madison de Estados Unidos); hijo de un reconocido constructor de la ciudad; profesor e investigador de la Universidad de los Andes y de otras de Estados Unidos, Noruega, Argentina y Venezuela, a los 40 años era presentado como un “joven sabio” por la prensa.” El Alcalde ha sido enfático en no dejarse cuadricular como matemático: “La característica del científico es preocuparse por el mundo. A pesar de que estaba interesado en las matemáticas, siempre me gustaron la literatura, la filosofía y los temas sociales y me llamaba mucho la atención la política”. Su trayectoria ha sido construida con absoluta perseverancia, juicio y estudio, desde cuando entró en uso de razón ha tenido un pie en los universos perfectos de las matemáticas y otro en el cenagoso piso de las realidades sociales. Sus columnas en la prensa se convirtieron en la herramienta para conectarse con esa actualidad nacional que siempre lo apasionó. Sus escritos durante casi veinte años en El Mundo y El Colombiano de Medellín, El Espectador y la revista Dinero, le sirvieron para tomarle el pulso a la realidad nacional pero también para que se lo fueran tomando a él. Y no le faltaron propuestas políticas. “Para la Constituyente un grupo de amigos de la Universidad de los Andes, entre los que estaban Juan Carlos Flórez y Juan Tokatlián, me propusieron que participáramos y que yo encabezara una lista, pero no me sentía en ese mundo político electoral”. Más tarde “la senadora Íngrid Betancur me propuso que fuera su líder para la Cámara de Representantes por Antioquia, pero nunca me llamó la atención el trabajo legislativo”.
Ya en Antioquia, y nombrado Consejero de Paz por el entonces gobernador Álvaro Uribe Vélez, hizo contactos con sectores independientes de la ciudad y las ONG y se empezó a gestar un proyecto político que tampoco fue mal visto por los empresarios antioqueños. “Uno influía en ciertas cosas, pero dependíamos de la voluntad de quien estuviera en el poder. Por eso nos dijimos: ¿Por qué no participamos nosotros?”. Ese grupo ya lo había intentado pero nunca había ganado unas elecciones. Faltaba una figura carismática, y empezaron a fijarse en él. Fajardo no cree que se haya tratado sólo de eso. “Creo que la razón por la cual pudimos avanzar era que yo no tenía problemas con nadie. No parecía una amenaza para ningún grupo y podía ser interlocutor de empresarios, académicos y sectores sociales”.
Con la pasión de un científico se dedicó desde 1999 a resolver las ecuaciones de la política. La primera: cómo subir de cero en las encuestas; cómo pasar de ser un tipo simpático pero que casi nadie conocía, a ganar la Alcaldía de una ciudad en la que jamás había pesado el voto de opinión. Esto le costó desbaratar su vida tranquila y satisfactoria de Bogotá, dejar una carrera laureada en el mundo académico, separarse de sus hijos, pasar noches en vela, y sobre todo gastar muchos pares de zapatos. “Todos los días íbamos a los barrios, montábamos en los buses, asistíamos a los foros, desde el más grande hasta el más pequeño, y a los cuales no iban los otros candidatos”. Elegido alcalde, el primer año, en un cambio sin precedentes en la manera de gobernar, se dedico a pensar la ciudad, en el segundo preparo los cambios desde los institucionalidad y en el tercer año se dedico a trasformar la ciudad en todos los contextos y con una visión social que sorprende a todos: Cinco megabiblotecas, Biblioteca tecnológica, doce colegios modernos, metro plus, cobertura total en educación, reducción de la violencia a los índices mínimos, cambio de actitud que convirtió a esta ciudad en la mas positiva del país, trasformaciones realizadas con una visión gerencial y pragmática que superó todas las expectativas. Dulce panorama frente a la crisis de los partidos, los escándalos de la parapolitica con los cuentos más escabrosos, que nos permiten decir, que este país guarda reservas que es pertinente mirar con atención.

jueves, marzo 08, 2007

GABRIEL GARCIA MARQUEZ

Es difícil decir algo nuevo del Nóbel Colombiano, pues el aniversario múltiple que celebra el mundo (de su nacimiento, de la publicación de su primer cuento, de la publicación de “cien años de soledad, del Nóbel), se ha encargado de recopilar información y divulgar estudios hasta el exceso. Valdría la pena como lector, realizar un reconocimiento inmenso, a quien nos ha brindado tan gratas horas de placer con una obra rica en imagenes y de un encanto inagotable. Su convicción de que toda buena novela, lo es en función de dos circunstancias simultáneas: ser una transposición poética de la realidad y una suerte de adivinanza cifrada del mundo, se cumple a cabalidad en su obra. Benedeti en un estudio, que poco se menciona, talvez por el infinito universo de los mismos, frente al mítico encumbramiento de lo real maravilloso de su obra, recordaba en un paralelo con el mundo de Santa Maria de Oneti y Yoknapatawpha de Fulkner, que “no obstante, de esos tres puntos claves de la geografía literaria americana, tal vez sea Macondo el que mejor se imbrica en un paisaje verosímil, en un alrededor de cosas poco menos que tangibles, en un aire que huele inevitable-mente a realidad; no, por supuesto, a la literal, fotográfica, sino a la realidad más honda, casi abismal, que sirve para otorgar definitivo sentido a la primera y embustera versión que suelen proponer las apariencias. “ No existe mejor historia de Colombia, que la narrada por Gabo en “cien años de Soledad “. Allí esta reflejada de forma sublime la violencia, los partidos políticos , la mitología omnisciente del imaginario de la costa caribe, que no solamente identifica a un pueblo entero sino que en contraposición a la simbólica representación de nuestra realidad y en contraposición a los mundos de Yoknapatawpha y Santa María, en Macondo, son prolongaciones, excrecen-cias, involuntarios anexos de cada ser en particular. El paraguas o el reloj del coronel (en El coronel no tiene quien le escriba), las bolas de billar robadas por Dámaso (en En este pueblo no hay ladrones), la jaula de turpiales construida por Baltazar (en La prodigiosa tarde de Baltazar), los pájaros muertos que asustan a la viuda Rebeca (en Un día después del sábado), el clarinete de Pastor (en La mala hora), la bailarina a cuerda (en La hojarasca), pueden ser obviamente tomados como símbolos, pero son mucho más que eso: son instancias de vida, datos de la conciencia, reproches o socorros dinámicos, casi siempre testigos implacables.”
La obra de gabo, que empieza a nacer 19 años antes de su nacimiento, exactamente el 19 de octubre de 1908 en un pueblecito, llamado Barrancas, donde los abuelos de Lisandro pacheco y nuestro Nóbel, como José Arcadio y Prudencio Aguilar, asumieron con un duelo a muerte, zanjar las diferencias suscitadas en la gallera, empezando con ello a forjar entre realidad y mito el rompecabezas de lo que seria la construcción literaria mas importante después del quijote en el mundo Hispano.
Gracias, es la única palabra que cabe frente a una obra que nunca acabaremos de leer y la que despierta en el mundo un encantamiento sin limites.