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viernes, junio 24, 2016

EL DÍA DE LA PAZ EN COLOMBIA


Pese a la cantidad de libros que hay sobre el conflicto armado y en concreto sobre la violencia, son pocos los Colombianos que pueden hablar con conocimiento y rigor sobre el tema, a pesar de sufrir sus consecuencias, gran parte de la población ha vivido sus nefastos efectos pero están lejos de entenderla a cabalidad. Inventamos una nueva especialización en ciencias sociales y humanas, los violentologos, verdaderos expertos en el tema, muchos de ellos dictan conferencias en diferentes partes del mundo. Esto demuestra hasta la saciedad que nuestro conflicto està  sobre-diagnosticado y que la aprehensión teórica de un hecho no garantiza su manejo, más cuando se trata de fenómenos donde la conducta humana prevalece.

El acuerdo final firmado ayer en la Habana entre el gobierno y la FARC es histórico. Desde el gobierno de Belisario Betancur se había intentado incorporar el grupo guerrillero a la vida civil y siempre por efectos del radicalismo y la faltad de sinceridad y voluntad política, sobre todo del grupo insurgente, estos prer-acuerdos terminaron en un fracaso y el efecto inmediato era un recrudecimiento de la lucha armada. Así fue durante el gobierno del Doctor Virgilio Barco, Gustavo Gaviria, Ernesto Samper, Andrés Pastrana, Álvaro Uribe…… Solo el doctor Santos, de la mano de un grupo asesor muy importante, con el acompañamiento de Enrique Santos logró llegar al final de un acuerdo total, lo cual es un hito.
“En una ceremonia, celebrada en La Habana, Santos y el comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Rodrigo Londoño, o 'Timochenko', escucharon a la lectura de un acuerdo que detalla cómo unos 7.000 rebeldes van a dejar las armas y se van a desmovilizar una vez el acuerdo final de paz se suscriba”.
Desde el texto  de Umaña Bernal, a principios de los años sesenta cuando aparecieron los  dos tomos sobre la violencia en Colombia, se han publicado más de quinientos textos sobre el tema, la academia mantuvo siempre su presencia con líneas de investigacione sobre el fenómeno, además se crearon corporaciones y fundaciones dedicadas a la búsqueda de la paz, siempre en medio de un conflicto sangriento e injusto, que llenó al país de victimas.
Esto quiere decir que Colombia nunca cedió en su propósito de buscar la paz. Hernando Gómez Buendía empezó su informe “El conflicto callejón sin salida” con estas palabras magistrales, que caen como anillo al dedo: “Debo darles fe de una constatación personal: Colombia es un país que no se resigna. Muchos quizá no lo perciban. Pero créanme: aquí hay más solidaridad que barbarie; más imaginación que rabia, y más resistencia a la guerra que desconfianza en la paz. También hay mucha tenacidad, confianza y, sobre todo, esperanza, a pesar del sufrimiento, las evidencias de la violencia y los desencantos que nos afectan día tras día. Lo expresan por igual empresarios, políticos, gobernantes, líderes sociales, defensores de derechos humanos, periodistas, investigadores, religiosos, diplomáticos, y hasta los que siguen combatiendo. Y aunque haya divergencias o matices en las interpretaciones, prioridades, procedimientos, percepciones de sus roles y de sus sueños a largo plazo, el objetivo es el mismo: vivir en paz, con todo lo que supone. Si la construcción de la paz es un sueño compartido, no hay obstáculos insalvables. La paz sería imposible si nadie trabajara por ella. Pero en Colombia son muchos: la prueba reina es este Informe Nacional de Desarrollo Humano. Este instrumento es como una carta de navegación inédita para “ser más padres y madres de nuestro porvenir que hijos e hijas de nuestro pasado”, habría dicho Unamuno. Hablo en plural: la construcción de la paz la hemos asumido como propia desde el PNUD y todo el Sistema de Naciones Unidas en Colombia, con el concurso decidido de la comunidad internacional y, muy especialmente, de la agencia Sueca de Desarrollo Internacional (Asdi)”.  El acto de ayer confirmó a cabalidad lo expresado por este politólogo, contra viento y marea, sobre-poniéndose a verdaderas resistencias encubiertas y otras más abiertas, el presidente, la mesa de negociación en cabeza del doctor De la Calle Lombana, el congreso que le aprobó toda la agenda, la academia, las fuerzas militares, las organizaciones sociales, el sector privado y los gobiernos facilitadores, así como los organismos multilaterales, lograron este acuerdo histórico, que es el comienzo de una nueva Colombia.
No será fácil consolidar el acuerdo, los aspectos prácticos conllevan muchas dificultades, a estas se le suman los enemigos ocultos de la paz que siempre están al acecho, en todo caso se debe comenzar a operar la justicia transicional, la reparación de las víctimas, la restitución de tierras y la propia desmovilización e inclusión de los miembros de la FARC. El camino es culebrero. 

Resulta curiosa la cantidad de errores de la prensa extranjera sobre nosotros. En todo caso la divulgación fue masiva.



domingo, junio 12, 2016

LAS ELITES EN LA COYUNTURA POLITICA DE COLOMBIA

Esta semana han aparecido sendos artículos que hablan de las élites en Colombia. El tema es más importante de lo que imaginamos y no se entiende como no ha sido estudiado con el rigor que amerita. Antes de morir Nicanor Restrepo publicó un libro, fue su tesis en la Sorbona en una maestría de historia, sobre las élites en Antioquia.
Leí varios artículos muy lúcidos de López Michelsen al respecto. "El término francés élite es el sustantivo correspondiente al verbo elire (escoger) y hasta el siglo XVI, fue tan solo choix (elección, acción de escoger)" (Ferrando, 1976, p. 7). En el siglo siguiente adquirió más que todo un sentido comercial, para designar a los bienes de calidad especial y fue en el siglo XVIII, cuando se empezó a determinar mediante esta palabra a algunos grupos sociales y, con tal sentido pasó al inglés. Elite empezó a constituirse en el significado que hoy es usual durante la Belle Epoque, y se difundió extraordinariamente al socaire de la boga de los autores "Maquiavelistas" en el primer tercio del siglo XX. Así entonces, en el amplio sentido, se indicaba con esta palabra a quienes tenían las más altas aptitudes frente al promedio general y, en un sentido más restringido, se refería al grupo que G. Mosca denominó "clase política". Más tarde W. Pareto, hace una distinción entre "Elite no gobernante" y "Elite gobernante", que ejerce el control efectivo del poder”.
Nuestro territorio ha sido manejado por una élite desde la conquista. La corona española fue sembrando una clase dirigente que término convirtiéndose  en la élite, se fortaleció no solo a través de la burocracia sino del acceso a la tierra y los privilegios comerciales, esta elite manejó  los hilos del poder en todas las instancias durante este periodo y se convirtió en la clase dominante. Está clase con el tiempo (Tres siglos largos que conocemos, como la colonia) fue la que lideró la independencia en un momento histórico muy especial. La república, la Colombia de los últimos 200 años,  se podría narrar desde la perspectiva de las élites, estas han manejado el poder desde su nacimiento y podría afirmarse que el país de hoy, lo bueno y lo malo que nos sucede, se lo debemos a ella. Curioso, nunca hemos tenido un presidente de talante popular como ha sucedido en casi todos los países de Latinoamérica.
Tomaré el termino élite como lo hace Nicanor Restrepo en su texto: “Cuando se habla de élites, se hace referencia a un grupo de gentes que, en palabras de Coenen-Huther ocupan posiciones estratégicas que les permiten ejercer una influencia perceptible sobre los procesos de toma de decisiones. Las personas que ejercen influencia  y dirección social, política y económica o empresarial están provistas de prestigio, privilegios y otros símbolos de status  que refuerzan sus posiciones frente a la sociedad, la cual se les reconoce esa calidad; de este modo, dichas personas conforman las que en este trabajo denominamos elites políticas y elites patronales”[1]. Wrhites Mills categoriza: “gobiernan las grandes empresas, gobiernan la maquinaria del Estado y exigen sus prerrogativas, dirigen la organización militar, ocupan los puestos de mando de la estructura social en los cuales están centrados ahora los medios efectivos del poder y la riqueza y la celebridad de que gozan”. Maria Jimnez Duzán en su columna de esta semana escribe: “En su última columna en El Tiempo, Carlos Caballero Argáez se refiere a la responsabilidad que le compete a las elites norteamericanas en el surgimiento de un frankenstein como Donald Trump, y se pregunta si las colombianas con su miopía no son acaso las causantes directas de la tremenda polarización que vive el país. Unas elites que, según él, no han servido para mitigar los ánimos ni para establecer puentes, sino para echarle más leña al fuego y agudizar la polarización”.
El país en los últimos cien años ha sido manejado por la misma clase dirigente. Desde el gobierno de Alfonso Reyes a principios del siglo XX se vienen turnando en el poder y desde el mismo se apropiaron paulatinamente: Del sector productivo, de la mayoría de las tierras con vocación agrícola y ganadera, de la minería, de los puertos, de los grandes centros educativos,  pero sobre todo del poder político en cual se han perpetuado. Los Ospina, los Lleras, los López, los Sardi, los Irragori,  los valencia, para solo citar algunos apellidos emblemáticos, hacen parte de esta clase que esta anquilosado en el poder, están articulados con las élites regionales en un escalonamiento y entrecruzamiento de intereses  desde donde manejan el país. La violencia, el conflicto como tal, son una expresión de la exclusión,  la inequidad y  la ceguera de esta clase que desde los factores reales de poder, por omisión o acción han generado mucha violencia. Los acuerdos de la Habana son en esencia  un reconocimiento de la otra Colombia, la excluida,  este acuerdo y proceso, tiene una férrea oposición de clase, una élite, la más conservadora y recalcitrante, se opone ferreamente a los acuerdos, en los últimos días empezó la recolección de firmas para tumbar el plebiscito que refrenda el proceso de paz, considera la guerrilla y los grupos armados como terroristas, desconoce de plano su condición histórica. No se entiende como no esperan la votación y se expresan a través de ella como corresponde.  Esta oposición, siendo legítima, está llena de mentiras, siembra miedos inexistentes y tiene una lectura perversa del proceso de la Habana que confirma la visión de clase que siempre ha caracterizado a este país. Se le olvidó que los grupos armados tienen una genealogía muy compleja que es imposible desconocer.
Encontré un trabajo en la  red que sintetiza muy bien este momento “En primer lugar, en medio de la persistencia del conflicto social armado, se realizan ingentes esfuerzos por lograr una solución política reflexiva, permanente y consensuada. En segundo lugar, la Mesa de conversaciones de La Habana ha conformado una Comisión Histórica, que intenta construir una memoria plural y democrática sobre los orígenes, causas e impactos de ese largo conflicto en la población. Un acto que expresa la necesidad de memorias hermenéuticas y laboratorios de paz, en el campo del pensamiento histórico, a la vez que refrenda la aseveración de Marco Palacios acerca de la urgencia de asumir nuestros relatos históricos: “A diferencia de los venezolanos, hemos tenido a nuestra disposición no una sino varias historias patrias monumentales (bolivariana, santanderista, bipartidista…), historias de gobierno e historias de oposición”. En tercer lugar, las voces de las víctimas han adquirido centralidad y visibilidad, como condición ineludible y previa de su finalización. Los motivos y justificaciones de esa centralidad de las víctimas pueden ser divergentes, pero la conciencia de su urgencia es manifiestamente colectiva. Esta naturaleza inédita del proceso colombiano conlleva una inmensa responsabilidad ética y reflexiva. La comunicación argumentada, la solidaridad con todos los afectados y el respeto a las diferencias, son condiciones éticas que debemos cuidar con esmero en todo este proceso de finalización del conflicto. La reflexividad en las decisiones, la lucha contra los dogmatismos, el respeto por la investigación académica y la imaginación creadora, son consejos importantes, al subrayar que no existen modelos para imitar, ni fórmulas preestablecidas para enfrentar tal complejidad y singularidad frente a este desarrollo peculiar de nuestra República”.[2] Y termina con un cuarto punto magistral: “Cuarto, arrogarse la decisión de que, en épocas de crisis, es urgente el llamado a la teoría y resaltar que una investigación histórica sin contenido conceptual podría ser cómplice de la perpetuación de la barbarie. Ningún trabajo histórico puede estar al margen de los desarrollos filosóficos, de los debates políticos, de los métodos o de las reflexiones, que otros saberes hacen sobre lo social y lo humano. Amén de rememorar la constante evocación del filósofo colombiano Guillermo Hoyos, de exigir a las ciencias un diálogo constante con la reflexividad crítica de la Filosofía, en la vía de retomar la afirmación de uno de sus maestros, Max Horkheimer: “El desprecio de la teoría es el inicio del cinismo en la vida práctica”[3].
El gobierno tiene dos tareas puntuales frente al acuerdo con la FARC: Un proceso de sensibilización y comunicación masivo, claro y acelerar la firma del texto final. El presidente tiene que ser consciente que existe un grupo muy fuerte de corte casi fascista que solo ve en la guerra y en los procesos de exclusión la salida a nuestro conflicto, que están dispuestos hacer lo que sea para acabar con el proceso de la Habana, Colombia ya ha vivido momentos históricos de regresión muy peligrosos.  
La columna de Maria Jimenez Duzan remata con una afirmación muy fuerte: “Sería un error histórico que nuestras elites optaran por el statu quo por culpa de su miopía y de su arrogancia. Hasta ahora han salido indemnes de todos sus entuertos. Lograron frenar los efectos de la gran reforma del 36 concebida por Alfonso López Pumarejo, impulsando una contrarreforma que dio al traste con la reforma agraria, hecho que nos retrasó en la historia unos 60 años. Décadas más tarde, lograron sepultar la reforma agraria de Carlos Lleras Restrepo en el Pacto de Chicoral, que también nos devolvió aún más en la historia. Cooptaron a un outsider como Álvaro Uribe, pero cuando este quiso quedarse en el poder movieron sus cuerdas para sacarlo a gorrazos, como lo hicieron años atrás con el general Rojas[4] .







  








[1] Empresariado Antioqueño y sociedad. 1940-2004. Nicanor Restrepo.
[2] dimensiones políticas y culturales en el conflicto colombiano. Zubria Sergio. Centro de memoria histórica. http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/descargas/comisionPaz2015/zubiriaSergio.pdf
[3] Ibidem

lunes, junio 06, 2016

LOS MUROS DE LA INFAMIA

Desde tiempos inmemoriales el hombre ha construido alrededor de sus ciudades y estados muros para protegerse, algunos son emblemáticos: la muralla de piedra de Jerico en el siglo IX antes de Cristo, la gran muralla China, los muros de protección contra las tribus Barbaras realizadas por los Romanos a lo largo del Rihn y el Danubio, los muros que rodearon los grandes castillos de la monarquía Europea, no solo constituyeron un símbolo de poder, sino de unidad de ciertas sociedades que buscaban  defensas frente a las invasiones que eran el pan de cada día de un mundo en plena conquista y expansión. El mundo civilizado,  suponemos, miraba estos mecanismos como referentes históricos apenas, pues después de muchas guerras y tragedias la humanidad ha consolidado un derecho internacional que tiene como matriz el derecho humanitario y que ha generado una verdadera política de integración y regulación del derecho de gentes.  En plena globalización y apertura, con la revolución tecnológica que cambió la sociedad en todos los contextos, el gran salto de las tecnologías de la información y la comunicación, pensaríamos que estos muros son cosa del pasado.
No es así.  Desde hace unos años en una regresión inexplicable se han levantado muros de la vergüenza como una forma de evitar la migración y los desplazamientos de personas sometidas a una presión y tragedia inconmensurables, de hecho son incomodas para ciertos países y ciudades, el mundo se llenó de verdaderos senderos de cemento, producto de la ansiedad por crear sociedades aisladas de toda contaminación social, hay una especie de síndrome de la seguridad que ve en el aislamiento la única forma de protección posible. La base legal del derecho internacional con respecto a la migración es muy sólida, “Así la globalización del mundo, las grandes alianzas regionales, la Integración de los países, la eliminación de visados y los tratados internacionales relativos a derechos fundamentales y derechos humanos han replanteado la noción clásica de frontera y el status tradicional del estado nacional. Por ello, así como el derecho debe perseguir en todos los casos, una forma de realismo que le permita adaptarse a las condiciones de vida que las sociedad exhiben en efecto, también a mi entender la materia migratoria no puede ser eficaz si se sustrae de este paradigma de la modernidad”[1]. “El derecho migratorio internacional es una rama del derecho que se ha desarrollado durante el tiempo, y continúa desarrollándose conforme continúa la necesidad de la cooperación internacional. En términos básicos, el derecho migratorio internacional tiene que ver con las responsabilidades y compromisos internacionales que los Estados han adquirido. Estos compromisos y responsabilidades fijan límites en la autoridad tradicional que los Estados tienen sobre asuntos de migración. Un principio fundamental es que el derecho internacional prevalece sobre el derecho nacional. Esto significa que un Estado no puede basarse en una disposición de su legislación nacional para evitar una responsabilidad bajo el derecho internacional[2].
Ayer viendo los comicios electorales  del  Perú, me entere que hay barrios en Lima protegidos por extensos muros que aíslan a ciertas elites de los vecinos peligrosos, según sus promotores, barrios marginales que desafortunamente consideran peligrosos, una situación oprobiosa y sin razón de ser, pero ahí están, son parte de la vida cotidiana de esta ciudad. Si miramos lo que está pasando en el mundo,  la humanidad parece regresar al pasado: Israel construyó un muro infame a lo largo de todos los asentamientos en las tierras del estado Palestino, La frontera de los Estados Unidos con México es el peor ejemplo de una situación contra-natura, pues  este país fue construido por emigrantes, es una vergüenza esta política, Europa está seriamente pensando en construir algunos muros en los puntos que considera más vulnerables, a lo largo de su frontera, para no hablar de los muros legales que se están multiplicando en casi todos los Estados.
Los principios de solidaridad, de humanidad, parecen no contar por estos tiempos, muchas veces  la globalización en muchos aspectos sólo es un intercambio de mercancías, flujos de dinero y avasallamientos comerciales que incrementan irresponsablemente el consumo desbordado. Es un hecho que “la autoridad de un Estado para regular el ingreso, permanencia y remoción sobre su territorio, no es absoluta. Los Estados se están dando cuenta de que la migración debe ser gestionada, y de que es necesaria la cooperación con otros Estados. “Las obligaciones internacionales basadas en normas internacionales que limitan la autoridad del Estado sobre asuntos de migración, ofrecen medios para proteger los derechos humanos y equilibrar los intereses de los migrantes con los intereses de los Estados”, esto quiere decir que hay las herramientas para darle un tratamiento diferente al problema migratoria sin desconocer la discrecionalidad de los estados para fijar sus políticas internas. Unos 214 millones de personas en el mundo son migrantes internacionales, lo que representa cerca del tres por ciento de la población mundial. Por lo tanto, la gran mayoría de los habitantes del mundo no emigran al exterior. De las personas que emigran, alrededor de 10 millones obtuvieron la condición de refugiado en el año 2007, y entre 30 y 40 millones eran migrantes irregulares[3].
Ver a un candidato como Donald Trump, montar todo su discurso electoral en el ataque discriminado a los emigrantes recurriendo a los conceptos más bajos que anteponen tácitamente el concepto de raza superior, dar por sentado que existen sociedades civilizadas que merecen ser aisladas, olvidando toda la óptica humanística regulada por el derecho internacional, es un exabrupto  total. Esta regresión discursiva que se traduce en odios y racismo es el pan de cada día en el mundo.








[1] http://www.centroetnosalud.com/trabajos/Aspectos%20legales%20vigentes%20en%20Materia%20Migratoria.pdf
[2] http://www.crmsv.org/documentos/IOM_EMM_Es/v1/V1S06_CM.pdf

domingo, junio 05, 2016

MUHAMMED ALI


La grandeza personal de este hombre supera sus logros deportivos que son muchos, se puede afirmar categóricamente que   hasta la fecha sigue siendo el boxeador más importante de todos los tiempos. Cambió la manera de boxear, convirtió este deporte en un espectáculo universal, puso al mundo a madrugar alrededor de una pelea, arrodilló a sus pies a los medios de comunicación, volvió loco a los apostadores, subió la tarifa por pelea a cifras astronómicas, se enfrentó al gobierno y sentó posiciones que nadie esperaba, le dijo no a la guerra en una de las objeciones de conciencia más emblemáticas de que se tenga conocimiento.
Los grandes periodistas escribieron sobre él:   Norman Mailer, Truman Capote y Gay Talese, encontraron el mejor modelo para interpretar una época difícil, la guerra de Vietnam, la producción irresponsable del arsenal nuclear, la guerra fría, la discriminación racial en pleno auge de las drogas psicoactivas, con una juventud en oposición total a las actitudes belicista de los Estados Unidos.
Alí tenía la facultad de reinventarse a cada rato, sus discursos eran largos, al desparpajo, hablaba de lo humano y lo divino, desde una posición ideológica específica, la de un musulmán pacifista que entendía que en los Estados Unidos muy pocas cosas habían cambiado y aun gobernaba una derecha recalcitrante y conservadora. Marc Bassets en el diario España lo definió con absoluta categoría: Como Obama, que creció en una familia blanca y asumió su identidad negra de adulto, Ali también buscó y encontró su identidad. “Cassius Clay no quería ser Cassius Clay. No quería ser un luchador obediente y tradicional de la era de la segregación", dijo Remnick. "Quería ser algo distinto. Eligió la Nación del Islam, eligió otro nombre, eligió unas ideas políticas que, para ser justos, él sólo entendía ligeramente”.
Alguna vez explicó el cambio de su nombre: "Classius Clay es el nombre de un esclavo. No lo escogí. No lo quería. Yo soy Mohammad Ali, un hombre libre". En su etapa amateur, logró la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Roma 1960 y, como profesional, ganó el título de campeón indiscutido de la categoría de los pesos pesados en 1964 a la edad de veintidós años, el cual recobraría diez años después. En 1978, consiguió otro cetro de campeón, lo que le convirtió en el primer boxeador en ostentar en tres ocasiones un título mundial en dicha categoría. Fue dirigido la mayor parte de su carrera por el entrenador Angelo Dundee, y sostuvo memorables combates contra los más renombrados pugilistas de su tiempo, como Sonny Liston, Joe Frazier, George Foreman y Ken Norton.  Recuerdo de manera personal los combates contra Joe Frazier,  constituyó para los medios de comunicación un verdadero cambio, poner a girar al mundo entorno  una pelea, un banquete que cambió desde la fecha la relación entre el medio y el deporte, polarizó la opinión y la gente que nada tenía que ver con este deporte de pronto se vió implicada a favor o en contra de cada Boxeador.
Casi a los tres años de haberse retirado del boxeo, en septiembre de 1984 Muhammad Ali fue diagnosticado con la enfermedad de Parkinson.  Esta enfermedad fue un verdadero viacrucis en la vida. Ahora con su muerte se me vienen muchas historias alrededor de su vida, pero lo más relevante creó fue el carácter ideologizante de su carrera y en los últimos años el reconocimiento total  en su país y el mundo a su vida deportiva. Este hombre fue un icono.