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sábado, mayo 29, 2021

UN MES DEL PARO NACIONAL EN COLOMBIA

 


El paro nacional cumple un mes sin que el gobierno haya podido asumir las soluciones pertinentes, empezar con absoluta voluntad política las negociaciones con el comité del paro, escuchar al menos las clementes peticiones sociales, cuya base la constituyen los estudiantes, gran parte de la clase trabajadora, los sindicatos y una masa de personas desempleadas y sin ninguna oportunidad, quienes abrogan por un país más incluyente y poder superar la inequidad imperante y el incumplimiento continuo de los pactos firmados con el gobierno desde el 2019.

El presidente Duque decidió militarizar las ciudades,  sin ninguna concertación con los alcaldes, además creó comisiones que negociaron los primeros preacuerdos con el comité de paro, para después desconocer lo pactado.  A esta falta de coherencia se le suma la falta de presencia en los lugares donde más se ha recrudecido el conflicto como en Cali, ciudad de muchas diferencias sociales y una inequidad insultante.  La crisis constituía la oportunidad para que el presidente liderara un cambio, creara una verdadera bitácora de reformas contundentes y necesarias por vía  de diálogos con el constituyente primario, pero decidió desconocer las causas de la protesta, no escuchar a los líderes del paro y menos hablar con los comités en la provincia, con los lideres barriales, nacidos de manera espontánea y quienes claman por ser escuchados. Siempre el señor presidente toma las decisiones a destiempo, como el retiro de la reforma tributaria y ciertas medidas en favor de la juventud, no ha entendido que el país requiere un cambio estructural con reformas urgentes al sistema de salud, la justicia, al régimen de pensiones y una verdadera reforma política que tenga en cuenta a la juventud y que cree las condiciones para evitar tanta corrupción y evasión.

Entiendo que estas protestas se sustentan en muchos años y gobiernos que no han hecho las reformas pertinentes, en la negligencia del actual gobierno que desde su partido ha querido volver “trizas” el acuerdo de la Habana, que representa a una derecha recalcitrante y polarizada y a un sector empresarial que ante la situación actual, decidió que era hora de meterse la mano al bolsillo en favor de la equidad, atendiendo el clamor social reflejado en las protestas en todo el país y ante el hecho que fueron tocados por ocasión del paro.

Es costumbre del ejecutivo en la voz de su ministro de defensa, hablar solo de la turba enfurecida y de los vándalos, como si la ira de la sociedad en la situación que se encuentran 21 millones de pobres, tuviese alguna paciencia y racionalidad frente al hambre y la falta de oportunidades, cuando en buena medida se le ha incumplido en todas las promesas hechas y para el caso concreto en lo pactado, a la vez de estar representada por nadie, son gente sin voz. La ausencia de liderazgo del presidente se da en todos los ámbitos, se traduce entonces en una flagrante falta de norte y en el resentimiento de amplios sectores sociales que se cansaron de la clase dirigente y el sector político tradicional, quienes viven aplazando continuamente las reformas necesarias para el cambio político y la inclusión social desde una distribución de la riqueza más justa. A un es tiempo que el señor presidente asuma los cambios necesarios y decida un manejo a la crisis diferente a la salida militar, donde la concertación, la negociación y las reformas le den un nuevo norte al país.

 


miércoles, mayo 19, 2021

LA JUVENTUD TIENE LA PALABRA

 


Desde hace cinco años hay una toma de posición de la juventud  en el mundo frente a todos los problemas que afectan al hombre contemporáneo, su relación con la política y el papel de las estructuras del estado en el cumplimiento de sus objetivos que no atienden sus necesidades, la relación de la clase dirigente y empresarial con el planeta quienes han actuado de manera  irresponsable. La juventud colombiana no es ajena a esta reverberación, considera que las generaciones que le anteceden tienen muchas responsabilidades políticas, éticas frente a lo que nos pasa y al deterioro contante del medio ambiente. Esta juventud quiere ser oída, no está dispuesta a ser un convidado de piedra en las agendas públicas y en los correctivos que debe tener el sistema y más aún en la relación que debemos tener con nuestro planeta que, en últimas es la casa de todos.

Estamos frente a una posición política de dimensiones no vistas antes. La crisis de las democracias liberales es latente. Los gobiernos han pervertido las condiciones de gobernabilidad. La democracia representativa término en industrias electorales basadas en el clientelismo con el único objetivo de usufructuar el poder en favor de los intereses particulares.  “Es posible encontrar la noción de crisis en la democracia expresada como ausencia de arreglos institucionales o persistencia de conflictos entre sus estructuras. Sin embargo, también se puede abordar dicha crisis como una situación de carencia de valores, los cuales han sido distorsionados, desplazados o descartados”[1] . Está crisis se traduce en inequidad, falta de oportunidades y el empoderamiento de una elite.  Esto afecta por supuesto a la juventud. El análisis es más profundo de lo que suponemos. “Wolin (2004) introduce el contraste entre el capital y la democracia para presentar la discusión, preguntándose sobre la relación entre la política de las corporaciones y la política democrática, refiriéndose a la noción de crisis como un lugar no explorado debido a que "la ubicación de la crisis se ha buscado en los lugares equivocados" (Wolin, 2004, p. 597). Wolin considera que el error fue suponer que era posible la compatibilidad entre el capitalismo y la democracia, y que estos habrían de evolucionar para permitir la unión entre la cultura del trabajador y su cultura cívica, por lo que afirma que Marx estaba en lo cierto, sólo que parcialmente, pues el capitalismo no solamente desfigura al trabajador, sino que deforma su condición de ciudadano, debido a que las premisas del gran capital operan como factor de estímulo de conductas individualistas, acentuando rasgos personalistas que se distancian de valores como la búsqueda del bien común (Wolin, 2004, p. 601).

No hay otra manera que revisar el papel de la democracia liberal que,  desde el cumplimiento de los objetivos, escrutar cómo se expresa la participación política y cuál es el manejo de la macro-economía y si ella atiende a resolver los problemas de inequidad imperantes. María Isabel Puerta Riera, expresa categóricamente, citando a Wolin: Señala que la democracia (en referencia a la de los Estados Unidos) es efímera, en lugar de representar un sistema estable; prefiere denominarla democracia fugitiva para acentuar su naturaleza esporádica, relacionándola directamente con la noción aristotélica. Por ello, resulta mucho más conveniente hablar de formas de democracia en lugar de una sola, pues es esa multiplicidad la que deviene en política anti totalitaria (Wolin, 2004, p. 601). Para Wolin, las posibilidades democráticas dependen de la combinación del localismo tradicional y la descentralización postmoderna. No solo la juventud quiere participar en la toma de decisiones, sino atender, entender y participar de manera directa los problemas más latentes, desde la toma de posiciones y la protesta como vehículo de cambio ante el fracaso de la agenda pública al respecto.

Es claro que la educación y el empleo son variables que deberán ser una constante en las políticas públicas, pues de ellas depende buena parte del bienestar de la juventud.  Colombia es uno de los países más inequitativos, con menos oportunidades y con un déficit inmenso en la educación universitaria, 23 días de protestas corresponden a un mecanismo de defensa ante la ausencia y falta de atención de parte del presidente, la clase dirigente frente a problemas puntuales, que ya son debilidades perversas del sistema político.

No basta asumir políticas en consideración a las peticiones de la juventud en la plaza pública, es necesario escucharlos, atender sus peticiones y crear mecanismos permanentes que atiendan a una problemática de muchos años. El gobierno colombiano en manos del presidente Duque debe dejar tanta arrogancia y ver todo lo que pasa como una oportunidad necesaria que no sólo soluciona problemas estructurales sino que deberá producir una agenda que se refleje en más oportunidades y por supuesto justicia social. 



[1] Crisis de la democracia. Un recorrido por el debate en la teoría política contemporánea. María Isabel Puerta Riera.

http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-05652016000100001

 


martes, mayo 11, 2021

LA PROTESTA SOCIAL EN CALI

 



La sociología le ha dedicado tiempo y estudio al análisis pormenorizado de las protestas sociales en las sociedades modernas, para entender los procesos de identidad, los marcos en que se desenvuelve y los objetivos que persigue atendiendo a las visibles estrategias con las que procede. “Dentro del área específica de la sociología, las teorías norteamericanas de las “protestas sociales” ocupan un lugar central en el estudio de estos fenómenos. Entre ellas se pueden distinguir tres enfoques principales: las teorías de movilización de recursos, de los procesos políticos y de los marcos culturales”.

No es casual el estallido social en Cali en los barrios populares a pesar de la coyuntura: Colectivos con mucha pobreza producto de la marginación social, el desplazamiento y fenómenos urbanos de migración que responden a violencias concomitantes en sectores rurales. En un trabajo sobre violencia y segregación social en Cali, se establece: “Nuestra aproximación a esta problemática se plantea desde una doble preocupación. Si bien aceptamos las críticas a la explicación de la violencia a partir de las condiciones de pobreza y desigualdad social como factor único (cf. Deas, 1995) o estructural (cf. Ortiz, 1992: 66-67), nuestro propósito es poner de nuevo especial atención a su incidencia a escala micro y meso, pero articulados a otros factores más de carácter político e institucional. Esto significa que a pesar de las características socio-históricas específicas del conjunto de violencias por las que atraviesa la sociedad colombiana en las últimas dos décadas, es posible encontrar procesos comunes a los que viven diversas ciudades; uno de ellos tiene que ver con los patrones de segregación urbana con exclusión para determinados grupos de la población. Fenómenos que se relacionan con la “ausencia” del Estado como regulador de la vida urbana, además de la dinámica de segregación espacial, pueden ser sin duda una característica transversal a múltiples sociedades contemporáneas”[1]

La sociología clásica americano en el caso de las protestas, sobre la intención de los grupos sociales en la protesta, desde la teoría de los marcos, expresa: “Si bien es innegable que toda acción colectiva supone un grado de organización y alineamiento consciente y estratégico de las acciones para lograr los objetivos trazados colectivamente, se considera que entender a los sujetos como agentes racionales y estratégicos impide pensar a la identidad como una construcción que excede las intenciones conscientes del sujeto, lo sobrepasa. Según esta visión racional y estratégica, la identidad se construye de manera intencionada, se puede dirigir. Entonces, aunque es posible que los teóricos de los marcos acuerden en que la cons­trucción identitaria tiene un sustrato inconsciente que no puede ser “manejado” o manipulado por los sujetos, no existe en esta teoría una consideración de las implicancias de esta cuestión para la construcción co­lectiva, ya que el énfasis está puesto en el estudio de los aspectos conscientes y estratégicos”. Siloe en Cali y Agua Blanca, para sólo citar los dos barrios populares por excelencia, son barrios con un ADN especifico, con una migración considerable  producto del desplazamiento escalonado y las violencias múltiples que conllevan a una ciudad fracturada por la concentración de la riqueza, la división acentuada con diferentes dualidades: Ricos y pobres, blancos y negros, indios y otros… sumatoria que nos permite hablar de colectivos con puntos comunes que sirven de identidades frente a la ausencia del estado y la pobreza. Escuche un habitante casual de Siloe que enfatizaba: “Lo común de estos barrios son la marginalidad, la economía informal, las organizaciones propias, de ciudadanos con poder de mando y capacidad estratégica, para regular la convivencia sin la presencia del estado (Llámese oficinas) y el rebusque”. El diario el espectador en el día de hoy establece en un excelente artículo sobre el tema: “Lo que pasa acá (Cali) es una sumatoria de factores históricos. Organizaciones al margen de la ley que están en el entorno, que tienen milicias urbanas, corredores estratégicos, economías basadas en lo ilegal, cultivos ilícitos, minería ilegal. Cali aparece como un epicentro, está en el ojo del huracán de todas estas dificultades, que son de la región”[2]. Uno supone que de acuerdo a la teoría de los marcos “los sujetos que llevan adelante las acciones de protesta lo hacen de manera racional y estratégica”.

En el fondo es la teoría del estado, del presidente, quien supone que los factores objetivos no cuentan, la ausencia del estado menos y que la parcelación de los colectivos entre malos y buenos dirime una realidad que va más allá del énfasis puesto por la clase dirigente que establece la "penetración subversiva" y el estigmatismo de los colectivos con el estereotipo de “vándalos” y “movimientos anárquicos”, evadiendo factores sociales importantes represados.

“Es pertinente pensar en la necesidad de colocar a un nivel “superior” (en términos analíticos) la dimensión socio-económica de la desigualdad social”. También considera el documento que: “En contextos urbanos la desigualdad en cuanto forma de pobreza relativa se asocia a mayores niveles de violencia si ella se presenta con una relativa alta segregación espacial, que produce formas de exclusión social y, en algunos contextos urbanos como el nuestro, también pueden operar efectos de discriminación socio racial”. Esta es la realidad que debe ser tenida en cuenta en cualquier análisis sobre los barrios marginados quienes por años han sido falseados por el estado y están lejos de alcanzar los mínimos presupuestos para tener una vida digna. El presidente no debe esquilmar sus responsabilidades y menos volver a mentir con pactos que no va a cumplir, está obligado a reunirse con los líderes de barrios como Siloe en Cali y lógico con el comité de paro. Es atendiendo a las personas directamente afectadas que empezamos a tener reconocimientos de los verdaderos problemas que aquejan a grandes sectores de la población. Con rigor y en atención a una historia velada por muchos. Está claro "que el desarrollo urbano equitativo no se construye a punta de vidrio y cemento. La equidad es el resultado de la participación democrática de los pobladores urbanos en la construcción de ciudad; es el resultado del ejercicio del derecho a la ciudad que garantiza el acceso a la toma de decisiones en materias como el ordenamiento territorial, la planeación socioeconómica y la definición de las políticas públicas". De hecho estos colectivos están lejos de cualquier participación. 

 



[1] Segregación urbana y violencia en Cali. Quintín Quílez, Pedro - Autor/a; Urréa Giraldo, Fernando - Autor/a;

http://biblioteca.clacso.edu.ar/Colombia/cidse-univalle/20121113043808/segregacion.pdf

[2] Diario El espectador/11-05-2021. Cali, las raíces del estallido social.


sábado, mayo 08, 2021

LA GRAVE CRISIS DE COLOMBIA 2


 

No es que el presidente no pueda atender la crisis, es que hasta la fecha le ha faltado voluntad política para hacerlo. María Isabel Tamayo

 Entendiendo que nuestro país vive la peor crisis social y económica de las dos últimas décadas, que el caos que vivimos nace de la negligencia y lentitud del gobierno en la toma decisiones que entre otras tiene que ver con lo pactado en el paro del 2019, actitud que ocasionó una crisis social y protestas de tal magnitud que, hasta ahora no ha podido superarse, producto de una ausencia de gobernabilidad imperdonable,  razón del paro nacional y protestas de dimensiones no vistas hasta la fecha, cuyo objetivo en principio fue el retiro de la reforma tributaria  presentada por el presidente con nota de urgencia, Llamado que desatendió de manera inconsecuente, dándole pésimo manejo  a las protestas, lo que exacerbo los ánimos de una sociedad cansada del manejo del poder por un elite sin mediación alguna. Una vez retirada la reforma de manera tardía, el paro continuó, pues las causas van mucho más allá de esta reforma injusta, atiende a razones de tipo instrumental y estructural propias de un estado fallido, un ejecutivo encumbrado; se dirige igualmente contra la clase política, una elite perversa y una corrupción galopante que nunca hemos superado, además denuncia los privilegios enquistados en nuestras instituciones por sectores dominantes desde hace mucho tiempo.   Por ello, no es hablando con los mismos actores que el paro condena que, se le da salida al caos que vivimos, debe el presidente hablar y pactar indefectiblemente con los sindicatos, los gremios, el estudiantado, a través del comité de paro, que permita crear una bitácora de reformas y pactos acorde con las causas de tanto descontento. Más vale hacerlo con prestancia antes de que sea muy tarde. Se necesita escuchar, recapitular, concertar y crear las políticas y correctivos necesarios.

Repensar el país desde nuestras instituciones, evitar el reformismo inútil y, como a priori, partir del reconocimiento que, es un problema de voluntad política. Pensar al país con objetivos de cambio es pertinente. Esta crisis también se puede mirar como una oportunidad sí, la encopetada clase dirigente lo entiende, tiene voluntad de cambio y concertación para hacer las reformas prioritarias que brinden no solo más oportunidades, sino que nos permitan superar muchos problemas sociales represados. No es con la retórica acostumbrada ni con esa racionalidad maniquea y leguleya con la que se han manejado históricamente estos problemas.

Es una verdad incuestionable que la falta de equidad, el olvido de vastos sectores de la población y el usufructo del poder por unos pocos, constituye el apéndice y la causa de tanto descontento.

Espero con atención los diálogos entre la presidencia y el comité de paro, los estudiantes, la academia y los gremios, con la nación excluida históricamente hablando.




sábado, mayo 01, 2021

LA GRAVE CRISIS DE COLOMBIA

 



El peor error de cualquier gobierno es desconocer la realidad, perder la comunicación con ese concepto etéreo que denominamos pueblo y que, en el caso colombiano, en todo caso ha buscado la manera de hacerse oír con total des-atención del ejecutivo. El rechazo a la reforma tributaria en los términos en que la presentó el ministro de hacienda, con un exceso de carga impositiva y pretendiendo arreglar la falta de dinero de un solo tajo, acudiendo al bolsillo de los asalariados, sin ningún plan de contingencia, austeridad, reforma que entre otras cosas, nunca fue concertada con el país político, los gremios, los sindicatos, la academia, el estudiantado y la cual puso el dedo en la llaga de una clase media y baja en total crisis, producto de circunstancias especiales que nos impuso la pandemia y por gracia de una clase dirigente equivocada, autista y ensimismada en el poder que no ha tomado las decisiones a tiempo y cuando lo hace, se equivoca inexplicablemente.

El paro constituyó una muestra irrefutable de la inconformidad de la gente, una radiografía del resentimiento contenido de amplios sectores sociales, de la clase trabajadora, los comerciantes y los trabajadores informales, que son muchos en este país.   Ninguna violencia es casual, ni responde solo a los efectos delincuenciales y desmedidos de unos pocos, es una apuesta contra el mal gobierno, que, si no permite la protesta pacífica, se atiene a las consecuencias, pues el mal gobierno siempre es obligado a escuchar, a concertar, la evidencia fue el alto número de personas que salieron a marchar para decirle al presidente: No estamos de acuerdo. La democracia entre sus cuidados, tiene como obligación tacita, respetar los contrapesos y atender el clamor de sus ciudadanos.

Las cifras de desempleo, bajo crecimiento económico, informalidad y pobreza presentadas por el DANE, deben ser un signo de preocupación para el señor presidente, no puede desconocer esta realidad y contrario a la actitud terca del último año, es necesario generar mecanismos de concertación para salir de la crisis económica que nos aqueja, siempre y cuando acuda a fórmulas más ingeniosas y equitativas.

Contrario a lo que pensaba el gobierno, que esperaba el apaciguamiento de las protestas, todos los días hay marchas y pronunciamientos en pro de que se retira la reforma tributaria. Por lo tanto, cada día es más grave la situación de orden público, sin que el presidente desde su urna de cristal cambie de parecer. Espero, que los males que produce el poder en su aislamiento no permitan que haya consecuencias irreparables y que cuando se decida gobernar atendiendo la realidad, no sea tarde.