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lunes, febrero 29, 2016

LA RECESION ECONOMICA LLEGÓ PARA QUEDARSE

Los análisis y diagnósticos macroeconómicos son de suma importancia para entender que pasa en la vida cotidiana. Los países latinoamericanos se creyeron inmunes a la recesión que venía galopando desde hace más de tres años en el mundo, después de la catástrofe financiera del 2008. Gastaron irresponsablemente, no reservaron para las vacas flacas pese a tener el ejemplo vivo en sus narices y nunca fueron precavidos con los excedentes producto de los altos precios del petroleo, bastante generosos. Se olvidaron de los ajustes necesarios que les permitieran controlar un poco los déficits: Comercial, presupuestal, los cuales junto con la inflación, han generado una inercia económica, que en el caso Colombiano toca impunemente el bolsillo de los ciudadanos, quienes no saben qué hacer, pues ningún dinero les alcanza.
Miremos las conclusiones del G-20 en Shanghái, sobre lo que pasa en el mundo. El periódico “El país de España” presenta una síntesis del mismo: “los 20 países más desarrollados y emergentes han tomado nota de la des-aceleración económica que se aproxima y han concluido que la política monetaria no es bastante para hacer frente al estancamiento global, agravado por las expectativas de deflación más acusadas de la historia, y unos mercados de valores inquietos ante la amenaza de tempestad. El problema del encuentro, paradójicamente, radica en lo que podría interpretarse como compromiso final: los países participantes se comprometen a utilizar “todas las herramientas posibles para fortalecer el crecimiento global”. Un recurso retórico para salir del paso” ”.
Haré el análisis desde la óptica de mi querido país, Colombia. Todos los alimentos de la canasta familiar se desbordaron, no es un efecto monetario, sino de escasez, errores fatales en la política agraria, catalizada por el fenómeno del niño, los problemas climáticos; a esto se le suma la apertura de las fronteras, vía tratados bilaterales, lo que quiere decir que hubo des-protección del sector o nunca se alistó el país para las consecuencia que tendría firmarlos. No hay un acompañamiento gubernamental al pequeño agricultor, hay una total falta de incentivos, pese a todo lo que dice el ministro para contradecirnos. No existe política rural seria y rigurosa, lo que afecta al consumidor directo, el gobierno reacciona simplemente con el gotero. El desempleo, pese a lo que dice el ministro de hacienda, nunca disminuyó: pasó de la informalidad a la formalidad, es así de simple, no hay un repunte real. El sector industrial lleva dos años sin crecer, hay incluso cifras muy negativas. Muchas industrias grandes cerraron y otras simplemente se fueron del país. El comercio, por problemas de nuestros vecinos (Entre otras) está de baja y tiene la peor crisis desde hace 20 años: Las ventas externas totales de Colombia perdieron el 34% de su valor al pasar de US$54.795 millones en 2014 a US$35.690 millones en 2015. Como es sabido el bajón en las ventas ha sido causado principalmente por la caída del precio del petróleo. El peso se ha depreciado el 80 %, lo que no ha significado el repunte de las exportaciones. Hace ocho años decidimos ser un país  petrolero, cuando realmente estábamos lejos de serlo, por decreto, así lo demuestra nuestra producción, capacidad de refinación, hoy los precios están muy bajos y una deuda del sector altísima debido a las inversiones realizadas; por el mismo tiempo el gobierno focalizó parte de su desarrollo en la minería, según el plan presentado al congreso, realmente este nunca arrancó, no no fue la locomotora esperada. Es un hecho, en materia macro-económica, se han dado palos de ciego en casi todos los sectores, es lo único evidente de acuerdo a los resultados. El ciudadano de a pie, sufre los efectos de estas decisiones nefastas. Sí algo reconocíamos en el presidente era su pragmatismo, que brilla por su ausencia en materia económica, la pregunta es quien le habla al oído, donde mercan los ministros, como no entienden algo tan evidente.

El mundo para acabar de rematar no saldrá  de la crisis  en poco tiempo, está es la conclusión del G-20 reunida en Shanghái. Los gobiernos de estos países, no están dispuestos a aplicar las medidas que ayudarían al mundo, cada uno está pensando en cómo sobrevivir, su prioridad es la casa. En este sentido, países como Colombia, más que respetar tratados a ultranza debería pensar en serio que hacer para reactivar la economía, antes que las consecuencias sean graves.