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viernes, noviembre 11, 2011

LA SOCIEDAD DE CONSUMO


La crisis financiera inevitablemente ha puesto sobre la palestra temas paralelos frente al modelo de desarrollo que tenemos. Las crisis suelen producir cambios y obligan a un tipo de análisis que va mucho más de los efectos inmediatos que produce. El crecimiento económico está basado en el consumo y la demanda, en la expansión del mercado, en una entropía ilimitada y necesaria, para que el ciclo económico se cumpla. En los últimos años lo que denominamos sociedad de consumo, se ha convertido no solo en un paradigma, sino en una realidad que nos desborda. Pero que entendemos cuando hablamos de sociedad de consumo.
“La llamada sociedad de consumo, apareció como consecuencia de la producción en masa de bienes (activada por el taylorismo y el fordismo), que reveló que era más fácil fabricar los productos que venderlos, por lo que el esfuerzo empresarial se desplazó hacia su comercialización (publicidad, marketing, venta a plazos, etc.). Este modelo fundado en los llamados “felices veinte” se estiró, con un prolongado periodo de depresión económica, hasta que, en torno a 1970, se inició la que algunos llaman, Tercera Revolución Industrial, la revolución de la microelectrónica, del automatismo y de la informática, hecha posible gracias a los nuevos medios de comunicación, los robots y los ordenadores. Concretamente, fue partir de la Segunda Guerra Mundial, en la década de los 50, cuando la producción cobró una gran importancia, contribuyendo a aumentar las necesidades; entre otras causas, porque las exigencias del propio desarrollo capitalista condujeron a una situación en la que la demanda del consumidor debía ser a la vez estimulada y orientada, en un mercado en constante expansión y transformación cualitativas internas, como consecuencia del cambio estructural del primitivo capitalismo de producción en el que podemos llamar neocapitalismo de consumo. “
Somos seres deseantes por naturaleza, influenciables y vulnerables, frente a las jerarquizaciones impuestas por el consumo. La adquisición de bienes ya no tiene que ver con la necesidad, sino con la moda y nunca como antes, el hombre ha estado tan inmerso en procesos de alienación tan extremos. Ana Carrasco Rosa, en un trabajo en la red, establecía:
Actualmente, destaca que los progresos de la abundancia tengan como contrapartida perjuicios cada vez más graves, los cuales son consecuencias del desarrollo industrial y del progreso técnico, por una parte, y de las mismas estructuras del consumo, por otra. Así aparece, tal y como señala Baudrillard (1974), la degradación del marco colectivo por las actividades económicas: ruido, contaminación del aire y del agua, destrucción de los parajes y trastorno de las zonas residenciales por la implantación de nuevas instalaciones (aeropuertos, autopistas, etc.); por lo que podemos afirmar que los daños culturales, debidos a los efectos técnicos y culturales de la racionalización y de la producción en masa, son incalculables.”
De otra parte, señalamos la gran vinculación existente entre la abundancia de las sociedades ricas y el derroche. Y es que, de algún modo, todas las sociedades derrochan, dilapidan, gastan y consumen siempre más allá de lo estrictamente necesario. En esencia somos una sociedad irresponsable, manipulada por los medios.
Marcuse, pronóstico este caos. Deberiamos leer de nuevo Eros y la civilización. sus tesis y analisis sobre el capitalismo, están más vigentes que nunca. Sus libros publicados hace más de treinta años, advirtieron sobre las imposturas de la sociedad pos-industrial. Sobra decir que, él hombre de hoy, como lo pronostico este filosofo, solo existe para los otros y obtiene su estatus y reconocimiento, a travéz del consumo que pueda tener. Denominamos a este fenómeno: Jerarquizaciones de la sociedad de consumo. La diferencia entre ser y tener: Erich Fromm.
El antiedipo de Deleuze y Guatari, tienen un análisis muy serio sobre el fenómeno. Esther Díaz los sintetiza magistralmente en lo que nos concierne: El deseo es entonces una producción social. La producción deseante se organiza mediante un juego de represiones y permisiones. Tal juego carga energía libidinal en la sociedad. La matriz de toda carga de energía libidinal social es el delirio. Delirio, aquí, no se entiende como categoría psicológica individual, sino como categoría histórico social. El delirio se desplaza entre dos polos, uno tiende a homogeneizar el deseo de las grandes poblaciones desde los centros de poder y el otro trata de huir de esa masificación deseante codificada, siguiendo alguna posible línea de fuga del deseo (molecular). El delirio es el movimiento de los flujos del deseo. Puede ser paranoico, esquizofrénico o perverso. Pero tampoco estas categorías refieren a entidades psicológicas individuales, ni tienen connotación de “enfermedad” (por lo menos, no de enfermedad subjetiva), se trata de distintas modalidades del deseo que se manifiestan en lo social. Que el deseo es codificado por el poder, significa que quienes ejercen un poder buscan “interpretar” el deseo de aquellos sobre los que ejercen hegemonía. Es decir, darle una representación para que se haga consciente. De manera tal que al codificar el deseo se torne manejable. Se torne también previsible y “despotencido” para los cambios. Es de gran utilidad para quienes ejercen densamente poder, que las personas se apeguen a ciertas representaciones del deseo. Es en función de esas representaciones, que es efectivo el márketin. La sociedad, en cambio, es la codificación de los flujos del deseo. Las sociedades se distinguen unas de otras por los distintos códigos impuestos a su capacidad deseante. El flujo del deseo, en tanto pura intensidad libidinal productiva, es el límite del territorio del socius. Es como el océano que rodea una isla. La sociedad capitalista es la isla del deseo. Todo está codificado para ser consumido. Es como un enorme maquina de tritura, de devorar y asimilar deseo.
La situación caótica de la economía está imponiendo restricciones a la sociedad deseante que engendró, ahora reprime al ciudadano de a pie, lo castra, cuando su punto de alienación está en su máximo punto de ebullición. Pero nadie ha dicho hacia donde debe ir la sociedad, cuales son los cambios frente al fenómeno que vivimos, para no citar la crisis ambiental, que es otro tema paralelo, frente al tema de la crisis.

El último premio anagrama de ensayo, es un analisis muy serio sobre sociedad de consumo y las relacioones afectivas. " El consumo tiene mucho que ver con el asunto de la afectividad y de la subjetividad, es decir, que no podemos hablar sólo de los productos y las modas, por un lado, y de los seres humanos, por otro, sino que son dos elementos muy vinculados". "El espacio que trato de delimitar con '¿¿O$' es el mercado afectivo, es decir, las relaciones e implicaciones que se producen entre el amor y el capitalismo", A esta conclusión ha llegado el profesor y escritor español Eloy Fernández Porta (Barcelona, 1974), luego de diez años de estudiar el fenómeno de la sociedad de consumo, que ha plasmado en sus libros de ensayos 'Afterpop', 'Homo sampler' y '¿¿O$', con el que ganó el Premio Anagrama de Ensayo 2010.



Esto quiere decir, que algunos temas que parecian descontados vuelven a tener una importancia inusitada. El consumo, paralelo al modelo económico es uno de ellos. Como se resolverá. Está es la gran pregunta, frente a un mundo que ha sustentado el modelo de desarrollo, en el consumo irresponsble. Amanecerá y veremos.