No
deja de sorprenderme la ambigüedad con que el actual gobierno maneja un tema
tan delicado, como es la de preservar el funcionamiento de la red nacional de bibliotecas,
que por efectos de la irresponsabilidad del congreso está a punto de perderse. Una ley en 1997 le asignó el 10 por ciento
del aumento del IVA, que se paga por el uso de teléfonos celulares -que pasó
del 16 al 20 por ciento- al fortalecimiento de las bibliotecas públicas. El primer embate, después de este logro, lo ocasionó
el deporte, que mediante la ley 1393 del
2010, suprimió este 10 por ciento de las
bibliotecas y lo destinó al fomento deportivo. Una sentencia de la Corte
Constitucional declaró inexequible la norma, y la Red Nacional de Bibliotecas
Públicas pudo recuperar así ese 10 por ciento del 4 por ciento, que le
representa 20.000 millones de pesos anuales.
En este momento está en curso un nuevo proyecto que redistribuirá la
sobretasa del IVA a los celulares, el cual será repartido entre el deporte y la
cultura, pero no hace mención concreta sobre las bibliotecas. Dejar vigente la actual asignación del 10 para
las bibliotecas resulta prioritario, pues Colombia es líder mundial en este
campo y Bogotá ha ganado premios internacionales por la revolución que
constituyó el sistema de bibliotecas públicas.
A
las personas que no viven en Bogotá y a los propios habitantes de la capital
que no hayan visitado las bibliotecas, los invito a conocerlas, para que palpen
con sus propios ojos, las obras monumentales y el servicio excelente que
prestan a los usuarios, que incluye el préstamo de textos y el acompañamiento
en muchos temas, además de los conciertos programados semanalmente, las
políticas de lectura y las conferencias recurrentes. Habló de verdaderos
centros culturales.
Medellín
abanderó la construcción de mega-bibliotecas
en toda la ciudad. Lo hecho es absolutamente revolucionario, pues no solo
trasformó urbanísticamente sectores completos, sino que creó una política pública
coherente alrededor del fomento de la lectura y la cultura en general, como
mecanismo de inclusión social, basado en cambios de paradigmas frente al grave
problema que sufre la ciudad. Este
Sistema de Bibliotecas Públicas está conformado por 27 unidades de información:
entre bibliotecas y centros de documentación, cada uno con características,
grados disímiles de desarrollo y con distintas condiciones, legales,
administrativas y de recursos. Surge de una política de gobierno,
mediante el Acuerdo 48 de 2006 para dar unidad de servicio, a las
diferentes Bibliotecas Públicas y Especializadas adscritas a la Alcaldía,
como consecuencia de la municipalización la Biblioteca Pública Piloto en el
2006, por lo cual es asumido como una política pública en su planificación,
gestión y funcionamiento.
A
esta red se le suma el papel que cumplen bibliotecas como la Luis Ángel Arango
en Bogotá y la piloto en Medellín, las del Banco de la república en algunas
capitales de departamento, verdaderos templos, con un archivo e inventario
fuera de serie, además de preservar en sus sedes un número importante de bibliotecas
privadas donadas por sus dueños para su
conservación, que es material vital para especialistas y estudiantes.
Desde
aquí alentamos a los honorables congresistas para que mantengan la política de
financiación de la red de bibliotecas a nivel nacional y esperamos que el
gobierno nacional haga lo propio. Recordemos que estos son verdaderos centros
de información y formación, pues a través de las TIC, cumplen una labor de
acopio de datos, intercambio y trasformación del conocimiento.