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lunes, junio 10, 2013

ECONOMÍA Y POLÍTICA EN COLOMBIA


El presidente Juan Manuel Santos salió a la palestra de las aspiraciones presidenciales con una habilidad impresionante al poner el tema de la reelección de su política por encima de su aspiración personal. Propone un “Acuerdo sobre lo fundamental”, anticipándose a sus contendores pues según él, son necesarios en este momento cuatro años más para consolidar las conversaciones de paz con la insurgencia,  proceso inexorable históricamente hablando y  que de ser positivo, le cambiaría la cara al país de manera definitiva.
No solo se necesita un acuerdo de convergencia por encima de los partidos y aquellas ideologías y radicalismos propios de nuestra fauna política, sino que la economía debe estar fortalecida en todos aquellos componentes que atañen al desarrollo, el desempleo, la inequidad imperante y por supuesto para los compromisos propios del acuerdo.
Su labor en el exterior es digna de admirarse. La gira que está llevando a cabo,  ha demostrado con creces esta habilidad natural, el talante diplomático de quien creció en estas lides, el talento comercial con el ojo puesto en el futuro, un espíritu e  intelecto conciliatorio. Pese a la torpeza que se cometió con la propuesta de la OTAN y haber recibido a Capriles en un momento que los diálogos estaban en el mejor momento, su capacidad está descontada. Se necesita un super ministro con la talla del doctor lleras, que tendrá que multiplicarse.
Realmente la economía para el ciudadano de a pie esta de mal en peor. Hay una recesión en ciernes, no hay flujo de caja, el desempleo está por encima de 7 %, atendiendo a lectura harto dudosas, el consumo ha bajado implacablemente y la industria ha tenido unos índices de crecimiento preocupantes, a pesar de las habilidades propias del DANE en el manejo de  la estadística,  que es la herramienta preferida de los políticos para mostrar bien lo que está mal. Paul Krugman, en su última columna del New York Times, escribió: “En cambio, los responsables políticos, tanto aquí como en Europa parecen presa de una combinación de la complacencia y el fatalismo, la sensación de que nada necesita ser hecho y nada se puede hacer. Digamos que es el gran encogimiento de hombros”. Frente a los graves momentos que viven los Norteamérica y Europa.
Algo similar sucede en nuestro país en medio de una coyuntura muy delicada. La inequidad sigue siendo nuestro peor problema, el desempleo y una concentración de la riqueza que se recrudece sin que nadie haga algo real por evitarla. Lo demuestra con creces el carrusel de la contratación en Bogotá, que llevaba veinte años entregándole las obras a los mismos, la expansión del paramilitarismo basados en saqueo y expropiación que incluía el sector productivo y el agro-industrial que compromete oprobiosamente a muchos gremios y, el caso de Interbolsa que refleja para qué sirve el poder en Colombia.
Krugman remataba: “Incluso las personas que consideran que los buenos, los responsables políticos que en el pasado han mostrado preocupación real sobre nuestra debilidad económica, no están mostrando mucho sentido de urgencia en estos días”. Esto pasa en nuestro país, alguien tiene que poner los puntos sobre las mesa y empezar a tomar decisiones que de no atenderse generarán un colapso del cual será difícil que salgamos.