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domingo, marzo 15, 2020

LOS APRENDIZAJES QUE DEJA LA CRISIS ACTUAL GRACIAS AL COVID-19





Las crisis siempre dejan enseñanzas. Así como el mundo globalizado representa grandes ventajas, en el caso del virus refleja una vulnerabilidad que antes desconocíamos. Cuando los protocolos de emigración no se ajustan a las necesidades de prevención que se deben aplicar para estos casos, fácilmente la catástrofe en materia de salud de los habitantes de cualquier país, así sea del primer mundo, resultan inevitables. La actual crisis demostró que el mundo es más vulnerable de lo que imaginamos. La economía reflejó su cara más frágil. Para este caso el mundo por el efecto mariposa está sometido a consecuencias que, para este año, eran impredecibles. El petróleo, el oro y las volatilidades de la tasa de cambio constituyen las variables visibles en materia económica más afectadas. En estos casos definitivamente se mide la capacidad de reacción de los gobiernos. Italia es un ejemplo de lo que no se debe hacer, no solo reacciono tarde, sino que no midió las consecuencias de su irresponsabilidad, ahora paga con la muerte de ciudadanos inermes la falta de medidas a tiempo, pese a que la noticia era mundial.
El mundo ha vivido pandemias fatales. La historia de las mismas es larga y variopinta, la constante es la muerte y la desolación. Desde la viruela, el sida, la peste, el sarampión, la gripe española, el tifus, la cólera, para solo citar las más emblemáticas, la humanidad conoce de antemano este tipo de riesgos. Pese a los avances de la ciencia ha sido imposible erradicar la aparición furtiva de las mismas, lo que implica que estamos lejos de ser inmunes totalmente a estas pandemias.
Recordé el libro la peste de Camus, una hermosa narración de la crisis que produjo una plaga en el pueblo argelino de Oran. Narra como el hombre se enfrenta a lo absurdo y demuestra como nunca está preparado para estos eventos. El cine siempre anticipándose a lo que nos puede pasar nos regaló curiosamente hace muchos años, sendas películas sobre el tema.
Otro aprendizaje es que el sentido solidaridad, tan perdido en estas épocas de tanto individualismo, gracias al capitalismo voraz, vuelve a ser importante. Las crisis unen indefectiblemente.  No solo a nivel interno de cada país, sino a nivel internacional. Es importante en estos eventos saber no solamente lo que debamos hacer, sino igualmente lo que no debemos hacer. Debemos evitar las aglomeraciones, no salga de casa, lavarse las manos continuamente, avisar a tiempo cualquier cambio que implique reconocer los síntomas del virus, pues es absolutamente irresponsable ser agente trasmisor, sin tomar las medidas que evitan el repliegue exponencial de la enfermedad.
La sensación de inercia y catástrofe es inevitable. Peor la sensación de culpabilidad. Muchas son las hipótesis sobre el aparecimiento del virus. Las especulaciones van desde la mano implacable de Dios, hasta la consecuencia de la guerra comercial entre las potencias. Es el momento ideal para los falsos profetas, esos que viven pronosticando apocalipsis a granel, tienen una oportunidad inigualable. Una sola cosa es cierta, hay que tomarse en serio las recomendaciones en materia de salud. Lavarse las manos seguido, parece ser la recomendación fundamental para este caso.
Se nos volvieron las noticias vitales para saber cómo se está comportando la crisis en el mundo. Ósea que para en el caso de este virus en concreto, estar informado es vital y de hecho saber que está pasando en nuestra ciudad resulta de suma importancia. En cuestión de horas una ciudad puede ser sometida a las consecuencias fatales del virus por un descuido de sus autoridades y de los sistemas de salud.  El último aprendizaje es que la vida vuelve y nos demuestra que sin salud no hay nada. Amanecerá y veremos.