Pensar se ha constituido en una excepción en estos tiempos. Hay pocos pensadores auténticos, aquellos que aportan,
que incitan a sus interlocutores o lectores a sacudirse, al debate, que
aclaran, que se salen del canon, que están por fuera de la estandarización
perversa actual producto de la revolución de las TIC que han hecho de la sociedad y el individuo seres
en serie, quienes se repiten de acuerdo a modelos culturales impuestos por el mercado. Terry Eagleton pertenece a este selecto grupo de
pensadores a carta cabal, sus libros además
de ser didácticos, son iconos que
suscitan polémica y de hecho no pertenecen al
lugar común.
Leí con atención “una introducción a la teoría literatura”. Es un crítico exacerbado del de-constructivismo.
Su formación es Marxista. Se opone a las categorías absolutas. Para Eagleton la
modernidad no está concluida.
En la “Introducción a la teoría
literatura” expone el objeto de su busqueda:
El presente libro busca
proporcionar una relación razonablemente comprehensiva de la teoría literaria
moderna destinada a quienes poco o nada conocen sobre el tema. Aunque,
evidentemente, en un proyecto así la excesiva simplificación y las omisiones
son inevitables, he procurado, más que vulgarizar
el tema, popularizarlo. Como,
según mi modo de ver, no existe una forma de presentarlo "neutral" o
ajena a los valores, he argüido en toda la obra a favor de un caso particular, lo cual, así lo
espero, aumenta el interés.
J. M. Keynes, el economista,
observó una vez que los economistas a quienes desagradan las teorías o que
afirman que trabajan mejor sin ellas, simplemente se hallan dominados por una
teoría anterior. Esto también puede aplicarse a los estudiosos de la literatura
y a los críticos. Hay quienes se quejan de que la teoría literaria es
inasequiblemente esotérica y sospechan que se trata de un enclave arcano y elitista más o menos
emparentado con la física nuclear. Es verdad que una "educación
literaria" no fomenta precisamente el pensamiento analítico; pero también
es un hecho que la teoría literaria no es más difícil que muchas
investigaciones teóricas, y bastante más sencilla que algunas de ellas. Espero
que este libro aclare que el tema está al alcance aun de aquellos que lo
consideran por encima de sus posibilidades.
El primer capítulo, que es un abrebocas que parte de una pregunta
simple, pero como todo lo simple es lo más complicada de resolver: ¿ Qué es la
literatura”. Se pregunta, se puede
definir como obra de imaginación. A renglón
seguido aclara:
Pero bastaría un instante de
reflexión sobre lo que comúnmente se incluye bajo el rubro de literatura para
entrever que no va por ahí la cosa. La literatura inglesa del siglo XVII
incluye a Shakespeare, Webster, Marvell y Milton, pero también abarca los ensayos
de Francis Bacon, los sermones de John Donne, la autobiografía espiritual de
Bunyan y aquello —llámese como se llame— que escribió Sir Thomas Browne. Más
aún, incluso podría llegar a decirse que comprende el Leviatan de Hobbes y la
Historia de la rebelión de Clarendon. A la literatura francesa del siglo XVII
pertenecen, junto con Corneille y Racine, las máximas de La Rochefoucauld, las
oraciones fúnebres de Bossuet, el tratado de Boilean sobre la poesía, las
cartas que Madame de Sevigné dirigió a su hija, y también los escritos
filosóficos de Descartes y de Pascal. En la literatura inglesa del siglo XIX
por lo general quedan comprendidos Lamb (pero no Bentham), Macaulay (pero no
Marx), Mili (pero no Darwin ni Herbert Spencer).
Sábato en el texto “El escritor y sus fantasmas” reafirma esta condición
de las letras, la literatura va mucho más allá de la ficción, siendo
importante, está sería una limitación. Eagleton recurre a los grandes lingüistas rusos
anteriores a la revolución de 1917, según Román Jakobson, la literatura
consiste en una forma de escribir en la cual se violenta organizadamente el
lenguaje, la literatura trasforma e intensifica el lenguaje ordinario, se aleja
sistemáticamente de la forma en que se habla en la vida diaria. Este
formalismo, como dice, que no es otra cosa que la aplicación de la lingüística al
estudio de la literatura, sobra decir que esta ciencia es de tipo formal. Después de aclarar el enfoque formalista,
dice: Afirma la literatura es un discurso no pragmático, lo que tampoco es válido.
El autor nos lleva de la mano en este texto a las preguntas más
interesantes: “Literatura como forma de escribir altamente apreciada” se va adentrando en todas las definiciones históricas
que tocan el tema, donde no las enumera
simplemente, sino que las contextualiza, incluso se preceptúan paralelos con
los juicios de valor que ellos mismos incorporan, como engendro de simbologías muy
reales.
El siguiente capítulo se denomina el ascenso de las letras inglesas y
amerita un artículo especial. Qué bueno volver a tocar el tema de la ficción y el
escritor. Realmente estos son platos exquisitos. Este autor me lo regalo un filosofo en ciernes de la ciudad de Medellín Colombia. Su nombre es Luis Arango, en otro articulo hablare de su tesis de grado.