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jueves, marzo 15, 2012

FERNANDO GONZÁLEZ


La mayoría de la información del presente escrito ha sido tomada del portal de la fundación Otra parte, dedicada a divulgar la obra de este excelente pensador colombiano.


Cuando se visita cualquiera de las librerías famosas de la calle Corrientes en Buenos Aires, sorprende el total desconocimiento de la obra de Estanislao Zuleta y de Fernando González, pensadores y filósofos Colombianos, que  no han tenido la divulgación que ameritan, lo mismo pasa en Lima o en Madrid.
Tal vez para el pensamiento Latinoamericano no tengan la dimensión de Mariátegui, de Ezequiel Martínez Estrada, de Bello o Martí, pero es indudable que son pensadores muy valiosos.
He querido empezar a divulgar la obra y vida de estos pensadores. En el caso de Fernando, es un hecho que la fundación otra parte de Envigado Antioquia cumple una función vital para el conocimiento y la divulgación de su obra en Medellín.
Quien fue Fernando. Su portal, lo presenta así: “Es considerado el más original de los filósofos colombianos y uno de los más vitales, polémicos y controvertidos escritores de su época. Se enfrentó a la mentira colombiana y sus contemporáneos no le perdonaron la franqueza con que habló. Por eso fue rechazado y olvidado. Sin embargo su verdad, que golpea y azota en sus libros, está aún tan viva que ha cobrado vigencia con los años. Fue un espíritu rebelde y pugnaz, pero al mismo tiempo hondamente amador de la vida y de la realidad colombiana que fustigó. Logró forjar un pensamiento filosófico a partir de nuestra idiosincrasia, utilizando un lenguaje tan propio de nuestro pueblo que le valió ser calificado de mal hablado. Fue un “maestro de escuela” que escandalizó y al mismo tiempo abrió derroteros hacia la autenticidad. Lo condenaron por ateo y, no obstante, fue un místico. Escribió en una prosa limpia e innovadora, pero “para lectores lejanos”. Se proclamó maestro pero, según sus mismas palabras, no buscaba crear discípulos, sino solitarios. Su obra es siempre nueva, fresca y conturbadora. Y su vida fue un viaje de la rebeldía al éxtasis.”
Su obra es extensa, rica en matices y absolutamente interesante. Su vida especial, a contracorriente. "Es polémica, original, prolífera y multifacética. Recibió el elogio y la admiración de importantes escritores como Gabriela Mistral, Azorín, Miguel de Unamuno y José María Velasco Ibarra, entre otros. En 1955, el filósofo francés Jean Paul Sartre y el estadounidense Thornton Wilder incluyeron su nombre en una lista de candidatos al premio Nobel de Literatura, pero la Academia Colombiana de la Lengua desacreditó sus méritos y sugirió el nombre del filósofo español Ramón Menéndez Pidal.”
Donde radica la riqueza de su pensamiento? No me equivoco si respondo que en su originalidad. En la conferencia de William Ospina afirmaba”: En la primera mitad de este siglo Colombia asistió indiferente al florecimiento de la filosofía de Fernando González, quien entendió muy temprano que nunca llegaríamos a existir para la historia si no asumíamos la tarea de ser latinoamericanos y de ser colombianos. “Llevábamos demasiado tiempo tratando de ser españoles, de ser franceses, de ser ingleses, de ser norteamericanos. Hasta mexicanos tratábamos de ser. Pero nunca habíamos emprendido colectivamente la hermosa y honrosa tarea de descubrir quiénes éramos en realidad, de tratar de ser colombianos, de reconocernos en nuestra naturaleza, en nuestra geografía, en nuestra diversidad cultural, en nuestra música. En el trabajo creador de tantos hombres admirables que aquí lucharon contra la corriente creando, imaginando, construyendo una cultura que casi nunca fue reconocida ni exaltada, porque éste había sido siempre el reino de la simulación, porque nos avergonzaba ser americanos y pertenecer a estos trópicos indomables, porque teníamos que ser La Atenas Suramericana”. Esta fue su tarea desde el principio, pensar desde nuestra propia realidad, afirmarnosreconociéndonos, edescubriéndonos. Recordaba William: El poeta José Manuel Arango ha dicho algo muy bello en un poema que escribió sobre Fernando González, ha dicho que este filósofo: “Usó para pensarnos el dialecto que hablamos”. Alberto Aguirre escribió alguna vez esta anécdota: Hace algunos días, con la misma discreción con que vivió, murió Margarita Restrepo, la mujer de Fernando González. Y se viene al alma, de nuevo, súbitamente, como duro acicate, la figura de este hombre genial. A Colombia no le ha pasado nada tan grande como Fernando González. Y eso es la grandeza: acicate para seguir vivos. Estar vivo es tener ganas: de pelear, de penetrar en el mundo, de buscar el conocimiento, de asediar placenteramente a esa presa furtiva que es la verdad. Qué bueno que haya existido Fernando González. Ahí está. Puede ser existencia para otros. ¿Lo es ya? Quizás. De todos modos, aunque la moda no lo lleve hoy en la cresta de la popularidad, ahí está como un tesoro, como acopio de armas y vituallas para el combate que algún día librará Latinoamérica por su libertad y su destino. Es un signo para la vida.”

Donde radica la grandeza de sus textos: Tiene un carácter filosófico que anida en las mejores lecturas y se concentra en tocar temas sobre aspectos concretos de la vida y en el descubrimiento de su entorno. “Antes que nietzscheano, FG pasó por el purgatorio de Schopenhauer: “Toda esa comedia de la vida me repugna. ¿Qué me importa el superhombre? ¿Seremos, acaso, más felices? No hay felicidad si no hay dolor... ¿Seremos, acaso, más grandes? No hay grandeza si no hay pequeñez... Todas esas palabras son engaños de la vida...” (Pensamientos de un viejo). En consonancia con su alma triste y escéptica, schopenhauriana, están sus autores preferidos: Spinoza, los Vedas, Job, Eclesiastés, Dostoeivsky, Tolstoy, Verlain, Maupassant, Queiroz, Unamuno, D´Annunzio, Rabelais, Heráclito, Sócrates, Mallarmé, Spencer, Montaigne, Epicteto, Pirrón, Pascal, etc. Pero lo que nos importa en nuestro caso no son tanto las posibles lecturas de las que da señales FG en su primer escrito, sino en el sesgo filosófico que toma su vida y que no abandonará con el tiempo. Desde el primer momento FG se siente filósofo: “Soñar, esa es mi diversión.”

Su libro “Viaje a pie “ Es el más conocido: lo escribe en 1928, trece años después de Pensamientos de un viejo. El clima espiritual ha cambiado durante esos años radicalmente. FG se presenta aquí como un gran enamorado de la vida, lejos de la melancólica tristeza que, como un sauce, destila su primer libro. Por otra parte, su preocupación solipsística por el yo íntimo, que le llevaba a decir que el hombre no puede contemplar otra cosa que no sea su espíritu, se transforma en esta obra en una visión hacia afuera, hacia el mundo circundante sólo desde el cual se explica ahora el yo. Además, FG sale de esa prematura vejez de filósofo de poltrona que fabrica mundos ideales, como pompas de jabón, para iniciar un viaje a pie, de filósofo peripatético, por los campos de Colombia y reflexionar itinerantemente sobre sus tierras y sus gentes. Por último, Schopenhauer queda atrás, al tiempo que ciertos temas de la filosofía de Nietzsche le van a servir de elemento categorial desde el cual va a definir la verdadera condición del hombre colombiano, criticando sus defectos o pecados contra la vida.”
De sus obras, es de mi total gusto el libro sobre el libertador: “Mi Simón Bolívar” y por su puesto “Viaje a pie”. Esperamos que mis lectores visiten la página de la fundación donde están la mayoría de sus textos y por su puesto empiecen a conocer su obra