La oposición ha triunfado
en Venezuela obteniendo la mayoría de diputados, 112 de 167, que de hecho constituyen la principal herramienta
para el cambio. Hasta el día de hoy no se ha presentado ningún suceso que
pronostique algún desconocimiento por parte del ejecutivo de esta nueva
realidad política, que refleja un absoluto descontento con el régimen.
Más de quince años de hegemonía
terminaron por corromper el régimen en su totalidad. En 17 años de Chavismo se fue creando una feudalizacion perversa del poder en casi todas las instancias del estado, el nepotismo superó cualquier proporción asimilable para la gente del común, el
clientelismo se volvió lo natural y hay una incapacidad de gestión pública oprobiosa, hechos que sumados terminaron por colapsar
una de las economías más fuertes del mundo, hasta llevarla a una postración penosa. Comer y vivir se ha convertido en un galimatías y el caos político es absoluto. Venezuela
vive uno de los peores momentos en toda su historia.
Esta realidad en
términos políticos produjo el triunfo de la oposición en estas elecciones legislativas quienes por primera vez se
presentaron unidos. El régimen hasta la fecha le había vencido en la
totalidad de las elecciones con la excepción del referéndum. Dos cosas es importante relevar: El respeto por los resultados de parte del ejecutivo electoral
y la posición de las fuerzas armadas, que mantuvieron el orden pese a los
mismos, estando tan comprometidos con el presidente Maduro y su camarilla de aúlicos.
Para la oposición pese a
las mayorías obtenidas el camino que le espera no será fácil. En Venezuela cada
instancia del poder, por pequeña que sea está feudalizada, le pertenece a alguien, lo que ha puesto al estado en una
fase inercial, paquidérmico, anquilosado en su totalidad, anclaje que no le
permite tener enrutamientos macroeconómicos con alguna coherencia, menos
gobernabilidad, en blanco y negro, cero gestión pública, lo que es un contra-sentido
frente a las riquezas petroleras que tiene que manejar.
En primera instancia la oposición
debe garantizar en el futuro su unidad como única herramienta para empezar a
garantizar el cambio. Está obligada a crear políticas coherentes que atiendan a
cada uno de los problemas puntuales que tiene la sociedad y el estado, que por
supuesto rebasan lo meramente administrativo y político, deben atender a un
problema sociológico de orden mayor, el anquilosamiento de prácticas perversas,
el escepticismo, la desconfianza, volver a sembrar el respeto por la ley y sin
falta la implementación de una economía de mercado donde la iniciativa empresarial
vuelva ser el motor de la economía y se respete la propiedad.
También está en la obligación
la oposición de reconocer las políticas acertadas del actual modelo, para
respetarlas y fomentarlas. El camino es largo y culebrero, se necesita mucho
tacto, inteligencia y por su puesto humildad.