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miércoles, octubre 16, 2024

EL PRESIDENTE DE COLOMBIA GUSTAVO PETRO Y LA ACTUAL COYUNTURA

 Primero aclarar que vote por el presidente Petro convencido por su trayectoria y atendiendo un discurso que prometía un cambio frente a la forma de gobernar y consciente a la desatención en que estaba la población más pobre y vulnerable, respaldado en 20 años de oposición clara, diáfana, juiciosa en pro de un estado más justo, cambio muy anhelado por todos, más cuando siempre que hurgamos nuestra historia política, comprobamos que hemos estado manejados por una élite nacional y regional anquilosada en el mismo desde hace  décadas. Nunca han salido de sus prácticas perversas y realmente usufructúan el poder con la pertinencia de un buen relojero, conocedor del estado y sus variopintas formas de socavarlo. Tengo presente que es necesario dedicarle el mayor de los esfuerzos y especial atención en la presunta incompatibilidad de la igualdad democrática con la desigualdad económica propia del capitalismo y del país en particular, como una forma inherentemente inestable, que a lo largo de la historia ha demostrado una estrecha relación entre el desarrollo económico y las demandas sociales. Es un hecho, en cada región hay enquistado micropoderes en todos los estamentos gubernamentales y sociales, una clase política ancestral que no permite políticas serias y rigurosas, verdaderas rutas para acabar con tanta injusticia que eviten tanta desigualdad. A ello se suma la gran cantidad de grupos ilegales y carteles, dispersados por todo el país y por las principales capitales, que en un concubinato con el poder en todas sus variables, no permiten implementar un desarrollo acorde con las potencialidades de cada territorio en particular. 

La pregunta en principio es sí cualquier hombre por honrado que sea, con mucha la voluntad política, trayectoria y por su puesto honradez, una vez llegado a la presidencia, puede escapar a los entramados del poder que están en todas las instituciones desde hace mucho tiempo en Colombia. Este gobierno cuya capacidad de gestión y ejecución es casi nula, enredado en una narrativa cercana al populismo, de la mano de un presidente con una retórica difusa y confusa, pese a su cultura y formación, con una agenda como para 20 años de poder que, no logra instaurar como política de estado y la cual ni siquiera ha empezado a reflejarse como política de gobierno, de cero acuerdos, poca capacidad para generar alianzas proactivas, incapacidad imperdonable en el marco de las democracias modernas, que permitirían  implementar la política de cambio que prometió o por lo menos comenzar a impulsarlas. 

A ello se suma una oposición y derecha igualmente ciega y siempre poniéndole palos a la rueda en cualquier cosa que proponga el partido de gobierno, el ejecutivo o su bancada. Nada les parece y nada aceptaran, aún no superan el hecho que perdieron el poder. Igual pasa con los medios de comunicación que se volvieron, por lo menos algunos con una evidencia descarada, en verdaderos nichos antipretistas con una ceguera imperdonable y que dice mucho de su profesionalismo. 

El actual nobel de economía, James A. Robinson, otorgado hace dos días y quien lleva 20 años visitando a Colombia, recibió el reconocimiento por sus estudios empíricos y teóricos que exploran las diferencias en la prosperidad de las naciones y su análisis sobre la desigualdad. Romper la brecha es imposible sin el rigor institucional y la democracia en cualquier país del mundo Ha dejado claro el papel del conocimiento de la geografía en el marco de las diferencias sociales, para implementar políticas económicas que acaben o mitiguen tanta desigualdad. Item que, en Colombia, ahora que se habla de paz total, no se puede pasar por alto, pues una cosa es la región andina, otra los llanos o la costa, lo que se reconoce como un país de regiones, que genera diferencias sociológicas e históricas sustanciales, que deberían tenerse en cuenta para implementar acuerdos, pero que este gobierno no acepta. En la crisis de la democracia, estudiando el texto clásico de Adam Przeworski, Oscar Morales expresa con mucha razon: "El desprestigio de la democracia en las encuestas de opinión pública es motivo de la desconexión del ciudadano promedio con el cumplimento de las promesas que el régimen democrático proclama; el advenimiento general de movimientos populistas que engrandecen la imagen de un líder mesiánico también obedece a esta lógica. Ahora bien, para Przeworski: "Este fenómeno no se trata de movimientos antidemocráticos, en el sentido estricto, sino más bien, antinstitu

cionales, ya que principalmente rechazan el modelo tradicional de la democracia representativa. La autocratización de la democracia da lugar a una serie de cambios discretos en las reglas y procedimientos informales que configuran las elecciones, los derechos y la rendición de cuentas. La existencia de contramedidas legales por parte de las fuerzas opositoras logra, en el mejor de los casos, volver más lento el proceso, pero no detenerlo por completo".

Sí el gobierno en cabeza del Doctor Gustavo Petro no hace la pausa y recomienza de nuevo sobre la base de sus errores y la agenda de cambio que propuso, nada cambiará y más bien pasará a la historia como el hombre que acabo o sepultó la izquierda en Colombia, Aún confiamos en su sindéresis e inteligencia.