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domingo, noviembre 09, 2014

LA BARBARIE IMPERANTE DE MEXICO


 Se ha llegado a un esclarecimiento lacerante de lo ocurrido con los estudiantes que devela la profunda crisis del estado México, permeado por el narcotráfico y las bandas criminales. Secuestrar a 43 jóvenes, hecho perpetrado por las autoridades del estado de Guerrero, condenarlos, desollarlos y quemarlos por orden de la mafia, resulta una barbarie difícil de asimilar en estos tiempos.  Cómo llega un país a semejante situación, la explicación no es sencilla, pero pertinente para poder entender lo que pasa y así  entre-abrir las puertas a una posible solución coyuntural al problema.
La reacción de la sociedad ha sido la esperada, está indignada, no acepta aquellas salidas típicas de los políticos, quienes nunca enfrentan el problema con la entereza que el mismo amerita, espera una claridad total sobre lo que pasó y no acepta pretextos que encubran tan flagrantes y oprobiosos hechos.
En el centro de los hechos está María De Los Ángeles Pineda Villa, “Ella, como apuntan las investigaciones policiales, dirigía las finanzas del cartel de Guerreros Unidos en la ciudad. El vínculo con el narco le venía de lejos. Era hija de una antigua operaria de Arturo Beltrán Leyva, el Jefe de Jefes, y sus propios hermanos habían creado por orden de este capo el embrión de la organización criminal con el objetivo de enfrentarse a Los Zetas y a La Familia Michoacana. Cuando ambos fueron ejecutados y arrojados a una cuneta de la carretera de Cuernavaca, ella tomó las riendas en Iguala, protagonizando junto con su marido un fulgurante ascenso social que ahora quería completar con su última ambición: ser elegida regidora en 2015. Para ello, ese 26 de septiembre había preparado un gran acto en el zócalo de la villa. Era el inicio de su carrera electoral. La irrupción en la ciudad de los normalistas, encapuchados, rebeldes, con ganas de protesta, les hizo temer que fuesen a reventar el discurso. El alcalde exigió a sus esbirros que lo impidiesen a toda costa y, según algunas versiones, que los entregasen a Guerreros Unidos. La orden fue acatada ciegamente. Las fauces del horror se abrieron de par en par. Posiblemente nunca se llegue a saber cómo la barbarie llegó a tal extremo, pero lo que las pesquisas policiales han logrado sacar a la luz es que a los normalistas, que seguramente no sabían cuál era la naturaleza del poder municipal en Iguala, se les dio trato de sicarios, se les persiguió con la saña con que se mata a los cárteles rivales. En sucesivas oleadas, la policía atacó a sangre y fuego a los estudiantes. De nada les valieron sus desesperados intentos de huir en autobuses tomados a la fuerza. Dos murieron a tiros, otro fue desollado vivo, tres personas ajenas a los hechos perdieron la vida a balazos al ser confundidas con normalistas. En la cacería, decenas de estudiantes fueron detenidos y conducidos a la comandancia policial de Iguala. Nadie dio orden de parar. El reloj siguió adelante.
El jefe de los sicarios, Gildardo López Astudillo, avisó al líder supremo de Guerreros Unidos, Sidronio Casarrubias Salgado. En sus mensajes le informó de que los responsables de los desórdenes de Iguala pertenecían a Los Rojos, la organización criminal contra la que libraban una salvaje guerra. Sidronio dio orden de "defender el territorio". “

Es difícil dilucidar en todo su contexto hasta donde ha llegado el poder del dinero del narcotráfico en México, pero solo basta mirar sus nefastas consecuencias para saber de antemano que es lo que se tiene que hacer, pues las consecuencias del dinero fácil sobrepasaron la justa media y han superado toda previsión al respecto. La reacción del gobierno federal nos da alguna esperanza y espero que la sociedad civil, eso que llamamos las reservas morales de un pueblo, las fuerzas vivas asuman el papel que les corresponde.