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sábado, agosto 22, 2009

LUIS CARLOS GALAN SARMIENTO

Estuve muy cercano al líder Luis Carlos Galán Sarmiento en plena efervescencia del Nuevo Liberalismo en Bogotá. Junto con el líder juvenil del barrio Muzu, Alfonso Prada y Arnulfo Abril, dirigíamos la zona 16 de la Capital, que era para la época, del tamaño de la quinta ciudad de Colombia. Había ingresado al movimiento en la ciudad de Barranquilla de la mano de Arturo Sarabia, pero conocía al líder mucho antes, cuando hizo campaña para su primera aspiración al senado en Bucaramanga en sus primeros pinos en la política. A nosotros, en cabeza de Alfonso Prada y junto con Juan Lozano se nos entregó la secretaria privada, una oficina en el concejo de Bogotá y todo el apoyo logístico, con el item excepcional para los tiempos, que ninguno pasaba de los veinticinco años. Compartí decisiones de absoluta trascententalidad , que hoy sorprenderìan, pues el Doctor Luis Carlos, se anticipó a diagnosticar el caos en que caería la nación, no tan sólo en materia ética por la penetración del narcotráfico en todos los estamentos, sino por el contubernio entre grupos armados y política, que después se tomó todos las instituciones y socavó la sociedad. Más tarde fuimos testigos del proceso de corrupcion en casì toda la institucionalida del país y por supuesto la crísis de los partidos. El ideario del Nuevo Liberalismo fue producto de muchas discusiones y debates, de la mano de líderes y grandes figuras promisorias de la vida nacional donde se prefiguró un programa que envidiaría cualquier partido, por la claridad, transparencia y el carácter democrático en cada uno de sus presupuestos. Galán era un liberal a carta cabal, bebió en las fuentes de Jeremy Bentham, John Locke, Montesquieu, había leído a los grandes lideres del Olimpo radical Colombiano del siglo XIX, a Rafael Uribe y Benjamin Herrera, los discursos de Eduardo Santos, Alberto Lleras, Carlos Lleras, Darío Echandía y por supuesto estaba al tanto de los grandes debates en el mundo en la materia. Hablare del político que me tocó compartir, pues la cantidad de homenajes que se están presentando, hablan un poco de lo mismo. Galán tenía grandes virtudes que hoy están muy olvidadas. Eran un gran estudioso de los temas nacionales y lo hacía con una responsabilidad sin parangón. Conocía a profundidad por lo tanto cada tema que trataba y nunca improvisaba, nunca se dió el lujo de dar declaraciones por salir del paso. A muchos se les olvida que la descentralización fue promovida por él en congresos y debates, con la elección popular de alcaldes, nació un proceso que venía seriamente impulsado desde el Nuevo Liberalismo. Otra facultad era la capacidad para escuchar a sus líderes. Rafael Mojica, líder de izquierda, muy conocido en Bogotá, fotógrafo de profesión, en la zona 16 tuvo discusiones muy tensas, dentro de los cánones democráticos impuestos por el movimiento. Galán respeto y escuchó a este líder siempre con la seriedad y la importancia que asumía frente a todos los lideres populares, pese a las profundas diferencias en la concepción del estado que parecían irreconciliable. Cuando retiró su candidatura en la época en que nos enfrentábamos al partido en cabeza de Virgilio Barco, hizo una gira por todas las zonas de Bogotá escuchando una andanada de insultos de sus propios líderes que no entendían su decisión y de manera sobria respondió cada punto en los que se le ponía en cuestión, haciendo de manera sorprendente, en la mayoría de las veces, que el auditorio cambiara y comprendiera el peso de su renuncia y las razones expuestas. Fue un gran conciliador, un hombre de principios, tenía una facultad que actualmente brilla por su ausencia: Claridad.
Recuerdo algunas frases que tienen mucho peso: Ningún partido puede hablar de democracia sino la practica al interior de su colectividad, Los partidos respondes a principios que son irrenunciables, No hay democracia si no se entiende la Nación como una misión colectiva, un compromiso de todos. Gloria al ser preguntada cómo desea que sea recordado su esposo? Respondió: Lo fundamental es que Galán no se convierta o sea simplemente un símbolo, sino que sea un elemento fundamental en la vida del país, para que esa historia terrible de los años 80 no se repita. Lo triste es que no hemos superado ninguno de los problemas a los que se enfrento con vehemencia y los cual previó premonitoriamente. Leer sus escritos y discursos es el mejor ejerció en estos tiempos y un homenaje justo.