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jueves, diciembre 30, 2021

EL AÑO 2021

 

Solemos hacer siempre un balance de lo que pasó al final del año. Desde mediados 2020 el mundo ha estado marcado por una pandemia de consecuencias impredecibles lo que supone un condición atípica y excepcional alrededor de este fenómeno. Absolutamente todas las actividades giraron alrededor de este tema. La economía por un año entró en una recesión nunca antes vista y solo después de junio de este año se vieron procesos de reactivación discontinuos pero relevantes. La forma de manejar políticas de salud y reactivación económica fueron dispares en todo el mundo, con las connotadas consecuencias para la salud en aquellos países que le apostaron a la apertura económica sin la totalidad de garantías en prevención de salud y disminución de contagios.

A finales de septiembre de este año estaba descontado que la mayoría de países le habían apostado a la apertura con políticas de prevención y bioseguridad. Está claro que “el año 2021 ha estado marcado, como pasó con casi todo el año 2020, por el COVID-19 y las consecuencias derivadas de la pandemia y su impacto en la economía, en los derechos humanos -desigualdad de género, desigualdad en el acceso a la salud-, en los derechos sociales y económicos y en la desigualdad entre las naciones -países ricos frente a países pobres- para acceder a la vacuna y en la capacidad para afrontar todo lo anterior”. A esto se suma que aun estamos lejos de tener un manejo de puertos adecuado, que la famosa crisis de los contenedores produjo escases en muchos productos y la crisis comercial mantiene en materia de importaciones y exportaciones índices por debajo de lo normal. Esto significó alza en el sector e los alimentos, en los productos básicos de la canasta familiar. Los gobiernos han incentivado la demanda con políticas monetarias no santas, lo que aumentó el déficit en la mayoría de los gobiernos y por su puesto el endeudamiento. La focalización en la pandemia ha hecho olvidar otros problemas de salud igual de graves. El mundo parece no querer admitir la gravedad de la situación y debería asumir que tendremos pandemia para largo, lo que significa políticas acordes con esta realidad.

martes, diciembre 21, 2021

EN LA TIENDA DE JOAQUIN

 



Para Ernesto

Hay conversaciones que parecen baladíes, pero que se valoran por algún comentario lúcido, sobre todo aquellas que se dan en momentos de ocio, donde se habla de todo y de nada y donde alguien de manera espontánea emite una frase por fuera de lo común, que inmediatamente ponen a pensar cualquier interlocutor inteligente, te sacan de contexto. Piglia, escritor de infinitas referencias literarias, en su texto, formas breves, sumario de micro textos, hace alusiones muy puntuales sobre algunos escritores y las técnicas que prefiguran algunas de sus creaciones. Expresa sobre el cuento:   El cuento clásico (Poe, Quiroga) narra en primer plano la historia 1 (el relato del juego) y construye en secreto la historia 2 (el relato del suicidio). El arte del cuentista consiste en saber cifrar la historia 2 en los intersticios de la historia 1. Un relato visible esconde un relato secreto, narrado de un modo elíptico y fragmentario. El efecto de sorpresa se produce cuando el final de la historia secreta aparece en la superficie”. Virginia Wolf, como lo relieva Sergio Pitol, refiriéndose a su obra “Flush”, reivindica en lo narrativo, las aparentes trivialidades, dice, los pequeños detalles son la exteriorización de la complejidad. La vida esta llena de eventos poco trascendentales, pero son ellos en la mayoría, los que más tiempo nos quitan y en su minuciosa complejidad nos van construyendo.

Pitol dice en este prologo que la vida recibe a diario miles de impresiones, triviales, fantásticas, evanescentes o grabadas con la agudeza del acero. Concluye: “La vida no es un conjunto de faroles colocados simétricamente: la vida es un halo luminoso”. Piglia por eso afirma en relación al cuento: La versión moderna del cuento que viene de Chéjov, Katherine Mansfield, Sherwood Anderson, y del Joyce de Dublineses, abandona el final sorpresivo y la estructura cerrada; trabaja la tensión entre las dos historias sin resolverla nunca. La historia secreta se cuenta de un modo cada vez más elusivo. Poe contaba una historia anunciando que había otra; el cuento moderno cuenta dos historias como si fueran una sola. La teoría del iceberg de Hemingway es la primera síntesis de ese proceso de transformación: lo más importante nunca se cuenta. La historia secreta se construye con lo no dicho, con lo sobreentendido y la alusión”. La vida es un relato no escrito que se va diluyendo en olvidos y que siempre termina con la muerte. Cada persona es un universo. El jueves, en una tienda de barrio, en medio de unas cervezas, alguien expresó que pese a ser Dios una entelequia inevitable, su existencia es poco probable. Ernesto un vecino con una vida digna para una novela de Dostoievski, le afirmo a un amigo casual, que, pese a ser cura, era consciente que después de la muerte no hay nada y que por lo tanto Dios no existe. En una introducción a “La divina comedia” de Dante encontré esta afirmación:  la libertad y el catolicismo son dos palabras que se excluyen radicalmente una a otra, declarándose el por la primera”. La pregunta que terminamos haciendo fue entonces cual ha sido el papel de la iglesia.  En el mismo prologo se dice” Reservado  estaba al infelicísimo sacerdote Francés negar a la iglesia católica el timbre mismo que le concedieron ampliamente el protestante Gibbon y el filósofo Voltaire; esto es, el de haber contribuido, más que otra institución alguna, a la emancipación del individuo y de la sociedad” Omar un lúcido contertulio se refirió a la religión como una de las contribuciones más grandes de la metafísica y la biblia como uno de los mejores relatos de la literatura fantástica. Recordamos algunos pasajes de la “DC” de la mano del escritor César Cantu que son disuasivas, pero no resuelven la discusión: “El hijo del hombre había constituido su iglesia de manera que, en todos los climas de la tierra, los fieles permanecieran unidos, en la fe e independientemente en ella y por ella de las autoridades temporales. Que estas a su vez procuraban destruir semejante barrera contra el despotismo; y de aquí las contiendas, entre el altar y el trono y, a la vez, los esfuerzos de ciertas sectas para borrar los dogmas inherentes a la unidad del sacerdocio, constituyéndose sociedades religiosas especiales, esto es, herejías”.

La soberanía espiritual impuesta por Constantino lava las culpas que el imperio Romano redujo a polvo toda moral al punto de hacer vil pasatiempo y manjar de las bestias la raza humana, encenegándose en vicios que la humanidad repugna. Voltaire expreso categóricamente: Si dios no existe habría que inventarlo. La pregunta subyacente en la discusión de tienda era cual es la razón de Dios y la religión. Como todas, las disertaciones fueron mucha y las conclusiones pocas. Estos pequeños eventos de la   cotidianidad nos recuerdan la sensibilidad frente a temas trascendentes Borges (como Poe, como Kafka), sabía transformar en anécdota los problemas de la forma de narrar. Nosotros las conversaciones baladíes en misterios metafísicos.


lunes, diciembre 13, 2021

SEXUALIDAD GENERO Y ROLES SIMBOLICOS

 A mi amigo Omar Mejía

Desde el año 60 se han sentado posiciones muy controversiales sobre el sexo, el género y algunos  conceptos alternativos que constituyen un universo que estamos lejos de abarcar.  Foucault estableció la idea que, cada individuo posee una sexualidad, idea que entre otras cosas, es muy reciente. Una cosa es el concepto biológico que determina los sexos y otra son los conceptos de genero que producen identidades que no siempre coinciden con los conceptos biológicos desde la perspectiva de los roles, en la forma en que los hemos visto tradicionalmente. Butler establece que “tanto el género como el sexo, la heterosexualidad como la homosexualidad, son efecto y resultado de la producción de una red de dispositivos de saber/poder que se explicitan en las concepciones esencialistas, imperantes actualmente, del género y la diferencia sexual. Se plantean las posiciones de la teoría de la performatividad de género encaminadas a deconstruir las categorías sobre las que se funda el discurso de la normalidad y su concomitante discurso sobre la moralidad, para llevar los debates sobre la sexualidad al terreno de la diversidad”. En este sentido. En un articulo esencial que trata de explicitar la performatividad (Perona) sintetiza muy bien este concepto en los términos de Bluter:   parece guiada por el intento de responder a la pregunta kantiana sobre qué es el hombre, pero actualizada y reconvertida en la pregunta más inclusiva sobre qué es un ser humano en tanto que cuerpo sexuado, generizado. Su muy conocida respuesta disolvió cualquier resquicio imaginable de esencialismo al sostener que todos los rasgos de identidad humana son fruto de una construcción social y discursiva, lo cual incluye al sexo y no sólo al género”.  El discurso en su intensa concomitancia con el poder/saber en cuanto al cuerpo/sexuado y al género, predetermina ciertos roles, los cuales no son estables y de hecho hay resistencias que establecen nuevas alternativas muy por encima de la condición sexual desde la óptica biológica.

Esto quiere decir que la identidad del genero es construida y busca de alguna manera niveles de aceptación, en términos Hegelianos reconocimiento. El deseo que nace del inconsciente juega un papel vital, pues muchas veces se resiste a los roles asignados previamente, los cuales se pueden modificar a través del lenguaje Y con actitudes prácticas desde la individualidad, tomar posición. La construcción de simbolismos diferenciadores es factor preponderante en el marco de la constitución de grupos de identidad por fuera de las asignaciones hegemónicas, sexualidades no normativas.

Esto que ha dado a marcos teóricos extensos, profusos y rigurosos, que tiene en el mundo resistencias que han conseguido aceptación desde la norma y protección, trasciende incluso el ámbito de la permisibilidad y en ocasiones constituyen discursos hegemónicos que desconocen el derecho a los demás en el marco de los roles tradicionales.

Ahora, en este punto un gran amigo, Omar Mejía se preguntó, por encima de estas trasformaciones producto de un constructivismo lingüístico y las alternativas de género, existen comportamientos que nada tienen que ver con estas alternativas y reconocimientos performativos, son como tendencias. Por ejemplo, la de muchos adolescentes de vestir como mujeres sin ninguna identidad de género, por fuera de estos giros, como modas. Pregunta mi amigo, cuales la razón cultural, antropológica o sociológica. La sociedad construye sus propios giros simbólicos.

Fue claro por mucho tiempo que “ciertos roles se pueden describir como las actitudes y los comportamientos que se esperan de los hombres y las mujeres en la sociedad, roles que han cambiado de acuerdo a la época y que hoy en una tendencia de igualdad, han perdido el canon rígido sobre el cual fueron definidos.  Era difícil en los años 30 del siglo pasado encontrar una mujer vestida de pantalón. Los roles estaban establecidos de acuerdo a ciertas reglas sociales en apariencia inmodificables. Esto fue cambiando sustancialmente y hoy no hay reglas al respecto.

Algunos definen la identidad de género cómo te sientes en tu interior y cómo expresas tu género a través de tu manera de vestir, de comportarte y de tu apariencia personal. Omar Mejía mi amigo y contertulio, categoriza: Muchos adolescentes visten como niñas sin tener que ver algo con la identidad de género. Esto del todo no es cierto, casi siempre se individualizan la resistencia a un rol predeterminado con la forma de vestir y desear.

Una gran modelo argentina estableció alguna vez que la vestimenta habla mucho de la personalidad de una persona, hace parte ineludible de su identidad.  Nos expresamos desde nuestra forma de vestir. Está claro que el cuerpo mismo fue usado como un elemento para remarcar las diferencias de género en una época, ahora hay resistencias a esas imposiciones. Sin embargo, aquí en esta oportunidad presento un abordaje sociológico acerca de ciertos aspectos teóricos referidos al papel histórico que ha tenido, y tiene aún, la indumentaria en el proceso de naturalización de las identidades de género binarias (femeninas o masculinas). Existen practicas sociales, procesos de identidad, de acuerdo a roles o resistencias a los mismos.

Es imposible separar el vestir de una actitud, de la toma de posición, o por acuerdo a unos roles o resistencia a los mismos. Laura Zambrini expresa en una tesis: “la relación entre el cuerpo y el vestir es a la vez una práctica corporal contextuada. Esta práctica alude a las formas concretas en que se presentan los cuerpos de acuerdo a las construcciones culturales que producen a las identidades como socialmente inteligibles”.  Cuando un muchacho (como las actrices francesas en 1920, que se pusieron el pantalón largo y se cortaron el pelo como una manera de buscar igualdad de género) decide vestirse como mujer, asume una actitud de resistencia a roles predeterminados, bien sea en el ámbito social o familiar. Constituye un proceso de individualización desde la diferencia. Después puede devenir en identidades más amplias, en movimientos de resistencia o toma de posición.

 

 

 


domingo, noviembre 28, 2021

UNA EXPERIENCIA CLINICA

 

Desde que tiene seis años mi hija fue diagnosticada con diabetes uno. Vivir con esta condición no ha sido fácil para ella.  Consciente de su estado ha sabido manejar con mucha atención todos las prevenciones y protocolos médicos que esta condición requiere. Tres veces ha estado en urgencias con la consabida hospitalizada, en 11 años el balance no ha sido malo. Quiero hablar de la última experiencia en la clínica León XIII de Medellín. Siempre que llegamos a urgencias lo hacemos por una descompensación que le pone en una situación grave, se denomina coma diabético y requiere de cuidados muy especiales y atención inmediata. Los síntomas son muy claros en este caso: 1 Temblores o nerviosismo 2 Ansiedad 3 Fatiga 4 Debilidad 5 Transpiración 6 Hambre 7 Náusea 8 Mareos o aturdimiento 9 Dificultad para hablar o Confusión. Ahora con el COVI nuestras apreciaciones sobre la mirada médica han cambiado mucho, reconocemos los esfuerzos del cuerpo medico y los auxiliares frente a este virus fatal y sorpresivo. He tenido un acercamiento a la mirada medica desde los textos del filosofo Michel Foucault, sobre todo “En la locura en la época clásica” y “El nacimiento de la clínica”. La primera “Aborda la visión de la sociedad occidental sobre la locura en diferentes etapas: el renacimiento, la edad clásica (siglos de la Ilustración, finales del XVI y casi la totalidad del XVIII), y la experiencia más contemporánea. La segunda es un ensayo histórico sobre la mirada medica y las discontinuidades de la misma, sus trasformaciones, además de una episteme sobre el objeto de saber medico desde el contexto institucional y social, “una investigación sobre la medicina, como campo de la producción de lo humano en la modernidad”.  Vivir la mirada medica en estos momentos como usuario del sistema corresponde a una experiencia especial y de la que quiero escribir. Es cierto, las clínicas desde el espacio, no solo están diseñadas en pro de la atención médica, sus espacios responden a esta necesidad, pero no dejan de ser sistemas cerrados de control, donde se privilegia la mirada, algo muy parecido al panóptico que nació en los albores del renacimiento en Francia. En urgencias nos atendieron con diligencia y en menos de lo que esperábamos estábamos en el cuarto piso de la clínica, en las UCI. Acostumbrados a que las espera en urgencias son de cuatro horas, producto de un sistema bastante inhumano, en este caso, tuvimos la sorpresa que mi hija Isabella, estuvo en manos de los expertos en muy poco tiempo y en atención a su cuadro médico que, era muy grave.

Quiero recalcar la formalidad, la atención y la diligencia del cuerpo médico, sus enfermeras y el personal en general.  Mi hija fue tratada con total atención y con una amabilidad poco usual en estos tiempos. Los médicos tuvieron una comunicación permanente, lo que es una excepción, hubo siempre una enfermera en la habitación, pendiente de cada uno de los protocolos impuestos y siempre cordiales con mi hija, no solo en los aspectos pertinentes a sus responsabilidades, sino como amigas y consejeras casuales, acorde con las circunstancias, aspecto muy positivo, sobre todo en una condición tan especial como es la diabetes.

Muchas veces somos muy críticos de cualquier falencia en estos casos y más bien parcos cuando se trata de reconocer la diligencia y responsabilidad del sistema, cuando se nos atiende bien. Quiero con esta nota agradecer a la clínica León XIII de Medellín y a todo el cuerpo médico y asistentes de las UCI en el piso cuarto. Gracias, muchas gracias.

 

 

martes, noviembre 16, 2021

ESTADO Y GOBIERNO EN COLOMBIA

 

Debo advertir que este no es un artículo sobre la teoría del estado y su correlato inexorable el gobierno, como singularidad, sino quiero relevar, la flagrante crisis en que se encuentra el estado colombiano y de hecho por correspondencia, la crisis del gobierno actual que, parece no preocupar a muchos y corresponde de igual manera a la inercia total de los gobernantes en los últimos 20 años, sobre todo, frente a los grandes problemas que nos agobian: La fragilidad de la vida, la paz y la inequidad.

Todo estado corresponde a unos fines, es una asociación libre, articulada desde el derecho, con una super-estructura, traducida en un espíritu, cuerpo, representado por órganos e instituciones que le sostienen, que lo reflejan en su totalidad y las cuales se expresan mediante actos administrativos y leyes. La teoría del estado es muy amplia, profusa e interesante.  Existe en las democracias modernas, separación de poderes, contrapesos, elecciones libres y reglas claras. La vida, la honra y el bienestar de los asociados es el fin supremo del estado.

En Colombia el estado no cumple con los fines para lo cual fue creado y desde hace mucho tiempo la vida dejó de ser el bien supremo por antonomasia. La violencia, la corrupción, la inequidad son problemas constantes y lacerantes de nuestra sociedad.  El asesinato de lideres sociales, de desmovilizados del proceso de paz, el abandono de vastas zonas del territorio donde impera la ley del más fuerte, son la constante de nuestra triste realidad.

El gobierno actual en el exterior se muestra como un abanderado de la paz, e interiormente, hace todo lo posible por volver trizas el acuerdo de la Habana, privilegia la fuerza como única salida a nuestros problemas. Esta sociedad polarizada en parte por la actitud guerrerista del partido de gobierno no sale de la radicalización. A esto se suma una corrupción galopante, la ausencia total de representación evidenciada en un congreso clientelista y siempre comprado por el ejecutivo a través de la contratación y la burocracia.  Estamos a las puertas de elecciones de cuerpos legislativos y de presidente y el consejo electoral no es de fiar, como lo evidencia las declaraciones de su director frente al censo y  los datos de población del DANE y por lo tanto el censo de quienes son aptos votar.

El gobierno en actos de sutil filigrana y política perversa, terminó por controlar todos los órganos de control: Contraloría, procuraduría, defensoría del pueblo y consejo electoral. Tiene el congreso a su favor con la potestad de aprobar leyes que ni siquiera discuten y menos debaten, por gracia de la aplanadora de las mayorías.

Algo distinto debe pasar en las próximas elecciones, los colombianos no podemos seguir votando por los mismos y pasando por estas elecciones sin un estudio juicioso de los programas y las calidades de los aspirantes. La responsabilidad es mucha y de nosotros depende el futuro de la nación.

domingo, noviembre 07, 2021

LAS CIENCIAS SOCIALES Y LA UNIVERSIDAD

 

El debate sobre la libertad de catedra y el estado no es nuevo. En los últimos años ha ganado nuevos ámbitos de discusión. Hoy en México se está dando con mucha vehemencia por las injerencias del presidente quien, alega las influencias del neoliberalismo en las ciencias sociales en la UNAM, universidad de reconocido prestigio y la ausencia de visiones más socializantes que, cuestionen las políticas producto de la globalización y la apertura, en esencia del libre mercado. Por fuera de estas variables propias del debate, la autonomía de las universidades debe prevalecer y el estado debe permitir la libertad de catedra como presupuesto necesario para el desarrollo de la investigación y de la ciencia. Este artículo publicado por la revista Letras Libres, es un punto de partida para el debate que espero tenga más ópticas y puntos de vista. CESAR HERNANDO BUSTAMANTE

 

Por Francisco Valdés Ugalde

29 octubre 2021

Desde los años universitarios del presidente, las ciencias sociales han cambiado de forma radical: cayó el bloque soviético y la democracia liberal es preferida como sistema de gobierno. En la UNAM se debate y critica toda forma de pensamiento único.

 

Más que a menudo, la razón de Estado ha querido avasallar la libertad de pensamiento y, en particular, la que critica su sinrazón y el poder en que se afianza. Hoy vemos dirigir la virulencia de ese vicio del poder contra la UNAM desde la investidura presidencial.

 

El presidente de la República ha lanzado acusaciones contra esa universidad e insistido en que debe recibir una “sacudida”. Las acusaciones se concentran en la supuesta complicidad de la institución con el neoliberalismo y la sacudida la produce, por ahora, él mismo con sus declaraciones. Entre sus afirmaciones más recientes está una particularmente inexacta: que las ciencias sociales en la UNAM y sus facultades se “llenaron de conservadores”. Al ser imposible profundizar en lo que quiso o quiere decir el presidente, dada la inaccesibilidad de su tribuna, convienen algunas reflexiones.

 

Las ciencias sociales han cambiado radicalmente de cuando él estudió la licenciatura en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (ingresó en 1973 y se tituló en 1987) al momento actual. Las ciencias sociales en el mundo y en México en particular están marcadas por dos acontecimientos fundamentales de nuestro tiempo que se les imponen como parámetros ineludibles: el derrumbe del comunismo soviético y la preferencia dominante de la humanidad por la democracia liberal como sistema de gobierno.

 

Me atrevo a decir que ambos eventos también impactaron el mundo de las ciencias naturales y su enseñanza, así como el papel de la universidad internacionalmente. Basta observar cómo las ciencias que habían estado comprometidas con la carrera armamentista de la guerra fría pasaron a una etapa de desarrollo exponencial de globalización y crecimiento del conocimiento científico-técnico poco menos que asombroso, aunque no exento, por cierto, de raíces bélicas, como lo ha sido siempre en la historia de la civilización.

 

Las ciencias sociales, particularmente aquellas que abrevaban de forma directa o indirecta del pensamiento marxista, se enfrentaron necesariamente a revisión y autocrítica para encontrar de nuevo fundamentos epistémicos y ontológicos con los que encarar un mundo que es irreconocible bajo las ópticas previas y un futuro imposible de conciliar con la utopía que brotaba de esa fuente: el socialismo como “superación” del capitalismo y transición al comunismo. Esa tradición había quebrado desde sus inicios. Los escritos del último Engels y del Kautsky de madurez dieron la razón a la socialdemocracia, y la evolución “teórica” del leninismo como interpretación del marxismo condujo al estalinismo porque contenía en su seno los fundamentos epistémicos que lo hicieron posible, en particular, debido a la degradación dogmática (y supuestamente “científica”) de la democracia a “dictadura de la burguesía” y el mandato igualmente siniestro de que debía ser trocada por la “dictadura del proletariado”.

 

En las ciencias sociales que solía practicar la izquierda biempensante antes de la caída del Muro de Berlín, el comunismo soviético se impuso como un verdadero obstáculo epistemológico, mientras que otras ramas del conocimiento científico social se desarrollaron con mayor soltura (la teoría de la elección social, la economía del bienestar, la antropología, la teoría de los sistemas complejos, la teoría de la información, entre otras) y ofrecieron desafíos que aquellas no dejarían caber en sus repertorios.

 

Pasado el siglo que arrancó con esos debates, el derrumbe del imperio soviético ocurrió por su inviabilidad endógena, deliberadamente agudizada por Estados Unidos al conseguir la supremacía militar en la última etapa de la guerra fría. Desde el interior del comunismo soviético se desataron fuerzas sociales y políticas que clamaban por la democracia y denunciaban la dominación totalitaria de las nomenclaturas de los partidos comunistas como una opresión sin precedentes (cuyas cenizas siguen humeando en China y en Cuba). Antes, en Europa, sobre todo en Francia, Italia y España, se desarrolló con éxito una nueva visión de la realidad y del futuro posible (y deseable) gracias al eurocomunismo y a los partidos socialdemócratas. En el pensamiento económico, social y político aparecieron corrientes nuevas que aún se sostienen en algunos de los pilares de esa tradición bajo la forma de marxismo analítico, y que proponen una reformulación aún más drástica de las tesis originales de Marx y Engels, si bien conservan su pregunta original: ¿es posible llegar a un estado de cosas en que el ser humano se desprenda de la necesidad?

 

Sin detenerme en la minucia de esos acontecimientos, que merecen tratarse por separado, el impacto que han tenido en las ciencias sociales ha sido fulminante: deslegitimaron la práctica de la crítica y la crítica de la práctica que se hace desde el lugar autodefinido de un oráculo basado en el supuesto de una ciencia exterior al pensamiento ordinario de la gente (el “socialismo científico”), al que liberaría, en una epifanía, de la enajenación. Además, llevaron a la formación de un campo alternativo que reconoce la siguiente premisa: el marxismo carece de los fundamentos necesarios –que presume tener– para encarar el mundo, y si algo le sobrevive es la indignación moral ante la milenaria injusticia que practican los seres humanos entre sí y que Marx plasmó magistralmente en su obra.

 

Más allá de la indignación, hoy estamos obligados a entender los mecanismos detrás de la injusticia y a ofrecer maneras innovadoras de trascenderla. A esta premisa le acompaña otra: si la injusticia puede ser trascendida, no podrá ser mediante la injusticia misma, es decir, mediante la supresión de las libertades y conquistas sociales que han sido posibles en el orden liberal, sino solamente a partir de él, y sin apelación a una razón superior al lenguaje ordinario de los hombres.

 

En otras palabras, ningún proyecto político que pretenda hegemonía sobre las capacidades plenas de libertad de expresión y deliberación puede ser legítimo. La democracia es un medio y un fin en constante desarrollo, y las ciencias sociales tienen el deber de investigar sus condiciones y la forma en que pueden incorporarse a ella los procesos de decisión que conduzcan a verdaderas alternativas para superar los males de las sociedades realmente existentes (es decir, las capitalistas, porque no hay otras, solo variantes de ellas). El futuro, por ende, no deviene (solo) de la teoría ni de la fuerza ciega de la historia, sino de la práctica de la libertad, que no debe tener otro límite que las reglas de la democracia política.

 

Esta fuerte corriente en las ciencias sociales puso en cuestión el viejo proyecto de “cambio revolucionario” al reconocer la evidencia histórica de que en la democracia es posible modificar el orden económico y social sin recurrir a la violencia ni a la dictadura que necesariamente les sigue. Las revoluciones son, así, fenómenos que ocurren, tragedias gloriosas si se quiere, pero no un expediente necesario per se. Dicho sea de paso, otro tanto le ocurre, de manera menos reconocida, al gramscismo, cuya fidelidad leninista lo hace naturalmente inviable en condiciones de libertad de decisión democrática.

 

En la corriente de política económica dominante desde hace 40 años, el vituperado neoliberalismo no es otra cosa que el más adecuadamente llamado fundamentalismo de mercado. Si, por el contrario, se estudia el pensamiento económico en otras de sus vertientes, como por ejemplo la del institucionalismo histórico, puede observarse que siempre se reconoce y se reclama la función del Estado en sus formas de “libertad positiva”, para decirlo en palabras de Isaiah Berlin. En la vulgata antineoliberal se confunde este fundamentalismo de mercado con todo lo que le ha acompañado sin necesariamente originarse en él, incluida la democracia como forma de gobierno. La trágica consecuencia de esta vulgata no hace más que tirar al basurero el sistema nervioso del cambio político no violento. De ahí que decir “democracia neoliberal” no es sino una aberración intelectual, por más que distinguidos académicos hayan usado la expresión para designar sociedades en que, no obstante, la democracia, se haya impuesto el fundamentalismo de mercado.

 

Por lo demás, abunda la investigación empírica que ha examinado sociedades que, precisamente gracias a la presencia de sistemas político-culturales democráticos, han cambiado sus condiciones de desigualdad y establecidos sistemas de bienestar que ya hubieran querido en los países ex socialistas. A esos países, los escandinavos, se ha referido en no pocas ocasiones el presidente López Obrador.

 

Indudablemente, las ciencias sociales que colocan los valores de la democracia en el centro de su quehacer conviven en la universidad con otras corrientes que quieren recuperar –en vano, creo yo– el carácter revolucionario y antisistémico del conocimiento social de modo holístico, y fundan su visión de la sociedad futura –su utopía– en un determinismo dogmático y carente de base científica que, aun así, les permite afirmar falsamente que con toda certidumbre es posible desterrar el capitalismo y fundar un orden superior. Los resultados son tan lamentables como la misma pobreza de sus fundamentos teóricos e intelectuales: ahí están de muestra Cuba, Venezuela y Nicaragua. Por cierto, una de estas corrientes tiene un bastión relevante en el Foro de São Paulo.

 

Es la UNAM la universidad donde más investigación y docencia se ha hecho para evidenciar los errores del fundamentalismo de mercado y en la que más se ha examinado el pensamiento y las políticas neoliberales. Esto se puede demostrar bibliográficamente sin problema alguno. Pero no olvidemos que es también una de las universidades en las que se da el debate y la crítica de toda forma de pensamiento único al que aludo aquí. Me temo que el presidente olvida que un Estado verdaderamente democrático no puede reclamar como intrínseca a sí mismo ninguna doctrina filosófica o científica, porque al hacerlo dejan de ser ciencia o filosofía para volverse razón de Estado. Ese ha sido uno de los errores más graves del neoliberalismo, como ha sido el caso con otras doctrinas económicas impuestas desde el poder político, entre ellas el marxismo. Y ni hablemos de las doctrinas religiosas. Así pues, debemos decir un nunca más a la razón de Estado desde las ciencias sociales y las humanidades.

 

Por supuesto que otra cosa sería hablar de las reformas que necesita la Universidad, pero eso no se puede hacer si el terreno de juego no está sembrado de buena voluntad. En rigor, la decencia política obliga a reconocer qué instituciones, además de la universidad, han fallado en sufragar el currículo para elevar la instrucción del pueblo. Si así fuera, bienvenido el debate.

 

 

sábado, octubre 30, 2021

ECONOMÍA PARA PROFANOS

 

“¿Alguien entiende realmente lo que está pasando en la economía mundial? La pandemia ha hecho que muchos observadores parezcan despistados. Pocos predijeron un petróleo de 80 dólares, y mucho menos flotas de portacontenedores esperando fuera de los puertos californianos y chinos. Cuando el covid19 se desató en 2020, los pronosticadores sobreestimaron el nivel de desempleo que habría a finales de año. Hoy los precios están subiendo más rápido de lo previsto y nadie está seguro de si la inflación y los salarios se dispararán. A pesar de todas sus ecuaciones y teorías, los economistas suelen andar a tientas en la oscuridad, con muy poca información para elegir las políticas que maximicen el empleo y el crecimiento.” Esta es la entrada del último editorial de la revista “The Economist”, que describe el caos de la economía mundial y de la cual Colombia no es ajena. El Dane y el propio presidente con sus áulicos parecen no están conscientes de tan relevante realidad que hace que la clase media y baja terminen pagando los platos rotos.

Es un hecho que la información en que se basan los pronósticos de los gobiernos no es la más idónea y actualizada, el actual gobierno colombiano, realiza todos los meses una manipulación de los datos en su favor.

El desempleo sigue siendo la peor variable con unos costos incalculables desde la perspectiva económica y social. Pasamos de una economía de la demanda a la de oferta que se traducen en inflación, aumento de las importaciones y déficit en cuenta corriente. Curiosamente los candidatos a la presidencia, son más de 30, poco hablan de la grave crisis que soporta el país, tema tan importante lo pasan por alto. Sería muy bueno que se diera un debate al respecto y pudiéramos detectar cual será el trato a estos problemas en el futuro.

Ya se están dando los primeros pasos a una apertura total. Este es un buen dato para la economía pues esta presupuestado que tenemos que convivir con la pandemia y que, de la disciplina social, dependerá el aumento de contaminados y las variables biosanitarias. Ciudades como Barranquilla, Bucaramanga y Bogotá ya están dando los primeros pasos para realizar la apertura al 100 %. El carnet de vacunación se volvió el pasaporte a cualquier lugar cerrado.

La excepción del cobro del IVA en tres días previamente programado por el gobierno, no es más que una demanda y compra anticipada que crea la ilusión de la reactivación, política que nos es acorde con un manejo económico serio, Es pertinente que el señor ministro revisara estás política mentirosas y fundamentara la reactivación en incentivos a la producción. 

Abra por efectos de diciembre un aumento del consumo con la respectiva recesión de enero y febrero, hechos que debe manejar el gobierno con guantes de seda, esperamos de verdad una verdadera reactivación y el aumento de las exportaciones.

domingo, octubre 10, 2021

LA TIA MARIA DEL CARMEN

 

Tendría yo de diez a once años cuando conocí a la tía María del Carmen, quien llegó de España con el tío Lucho a la ciudad de Bucaramanga, mas o menos en el año 70 o 71 del siglo anterior. Vivíamos en una vieja casa esquinera, blanca, muy grande y de puertas de madera a la vieja usanza de la arquitectura colonial. Estaba construida al frente de la Concha Custica, exactamente en la carrera 28 con carrera 36, en una zona muy cerca del centro. Mi tío era un hombre joven quien se había ido a España a estudiar medicina con el patrocinio del abuelo Pedro y que ahora regresaba casado contra todas las expectativas, pues siempre se espero que llegara con el cartón en la mano.

Hay personas que lo marcan a uno en la vida, que constituyen huellas indelebles y persistentes en nuestra mente, en este caso, siempre los tíos están ahí, como un bálsamo, cuando se trata de recordar buenas cosas.  El tío Lucho y la tía María del Carmen son una pareja que por muchos años fueron un referente obligado de mi vida, compartí junto con mis hermanos su compañía, sus conversaciones sabias, el espacio de sus cotidianidades y angustias y el crecimiento de su familia. Desde que llegaron de España se radicaron primero por un lapso de tiempo muy pequeño en la casa y después se trasladaron a Aguachica Cesar, un municipio agrícola muy importante para el país, donde vivirían por muchos años en medio de las afugias de un agricultor y político en ciernes.

Los referentes que tenía mi tía de Colombia antes de venir eran muy pocos y mi tío con ese humor negro que suele tener ayudo a desdibujar cualquier idea que pudiera tener. Desde que llegó se integró a Colombia con una pasión desmedida, estaba enterada de absolutamente todo, sabia todos los bemoles de nuestra política, casi todo el día escuchaba noticias, vivía como nadie las controversias parroquiales de nuestros políticos y tomaba partido en estas discusiones con una personalidad sin tregua. Su vida siempre estuvo dedicada a su familia y puntualmente a la formación de los primos. Muchas veces estuvieron en nuestra casa, los vimos crecer, en ocasiones como parte integral de la familia, fuimos testigos de su formación, de las angustias escolares de los primeros años, hoy son profesionales exitosos y mejores personas.

Mi tío es un hombre culto, amante de la buena literatura, igualmente informado, con un humor mordaz y repentista. Siempre nos dio buen trato y muchas veces pasamos vacaciones en su casa en Aguachica.  La tía María Del Carmen tenía una risa especial, le gustaba mi humor y como nadie, sin juzgar, disfrutaba cada una de las locuras que han caracterizado mi vida. Se burlaba de las contradicciones parroquiales de este país y como nadie disfrutó y sufrió las participaciones del tío en la política, las cuales fueron intensas y le consumieron mucho tiempo de su vida sin los resultados esperados.  

Cuando tenía quince años y ya la literatura hacia parte de mi vida, con mío tío Lucho compartí conversaciones sobre autores y libros puntuales, fue para esa época, un mentor desprevenido y amable, indudablemente me ayudaron a formarme y conocer nuevos autores, pues descubrí a un hombre enamorado de la buena literatura y la escritura. Se que estudió periodismo en España, su amor por la escritura era evidente y alguna vez leí un inédito que decía mucho de la calidad de su narrativa. La tía era una excelente lectora, aguda y persistente en esta pasión.

También recuerdo tiempos aciagos, de lucha, días en que las cosas no salieron bien. La tía siempre estuvo al lado de su esposo y de sus hijos, con una persistencia absoluta, sin dejar las buenas maneras y convencida en que de ciertas decisiones dependería la salida de esos momentos. Recuerdo su periplo por la vida. Primero Bucaramanga, Aguachica, Barranquilla, Bogotá y por último el municipio de San Francisco en Cundinamarca. Cada sitio marca una etapa de la vida, en cada uno hay alegrías y tristezas, al final vio triunfar a sus hijos y nacer a sus nietos y nietas. Me imagino que sintió que la persistencia en la vida ahora le recompensaba. Desde que comencé a ser un adolescente hasta muy entrado en años, conversé con la tía María Del Carmen de política, de este país y de las contradicciones que lo han mantenido en una violencia lacerante. Siempre me sorprendió como el amor por su familia le permitió superar la distancia con sus padres quienes vivían en España y a los cuales vio muy poco. Cuando estudiaba Derecho en Bogotá y la tía vivía cerca de la 39, debajo de la avenida Caracas, cerca de la iglesia del sector, siempre iba detrás de los buenos platos que solía cocinar, de las buenas conversaciones, seguro, como siempre lo fue, que nunca me recibiría mal.  A mi tía siempre la vi joven, dispuesta y de buen humor.  

Esta mañana, mi hermana me llamó para decirme que mi tía se nos había ido. Me sorprendió, pues nunca supe de alguna enfermedad grave. A mis primos: Lucka, José y Lina, a mi tío, imagino el dolor que tal hecho les genera. No he podido superar esta noticia, pues hay personas que solo son un buen recuerdo, la idea de lo bueno de la vida, el ejemplo de las buenas maneras y una plétora de recuerdos muy hermosos.

De los hijos del abuelo Pedro solo quedan tres: Mi madre Miryan, el tío Lucho y el tío Eduardo. La familia quedó reducida a unos pocos primos que por las vicisitudes de la vida muy poco nos vemos. El dolor y la soledad que me producen estos hechos no tiene parangón. Solo el amor a la vida y a los hijos mitiga un poco realidades tan inexorables e inevitables. Escribo estas palabras, pensando que la memoria de la familia se diluye y que con el tiempo seremos simples referencias de una historia que se perderá entre los avatares de una realidad siempre muy cruel y atemporal. Espero un trabajo de escritura sobre nuestra familia, sin mayores pretensiones y que logre mantener vivo ciertos recuerdos que de hecho nos ayudaran a no olvidar. Es un hecho que la vida no será igual a partir de este día

 

lunes, octubre 04, 2021

EFEMERIDES DE LA DIVINA COMEDIA

 


 

En muy pocas obras se puede vislumbrar el amplio y variado espectro de la naturaleza humana, con sus esperanzas, angustias, pasiones, ansiedades por el poder y el intrincado y tenso mundo subjetivo que subyace en todos sus actos. “Las Ilíada”, “La odisea”, las tragedias griegas, “La divina comedia”, “Las mil y una noche”, “El Quijote”, para solo citar algunas.

Italia celebra los 700 años de la primera edición de “La divina comedia”. Esta magna obra la leí muy joven en prosa y después en verso, hace un año vengo estudiante con más juicio todas las connotaciones históricas, literarias, las referencia al mundo cristiano y medieval y el infinito mundo alegórico detrás de este excelente poema épico. Los estudios son muchos, serios y rigurosos. Aquí solo revelaré algunos aspectos desde la condición de lector anodino y sin ninguna pretensión.

Es preciso entender el mundo de la edad media, el entorno en que se desenvolvió Dante y las tensas relaciones del mismo con la iglesia y el poder de las grandes familias en las ciudades italianas y sus tensas relaciones con el papado.

Dante nació en Florencia 1265. Su madre murió cuando era muy pequeño y su padre a la edad en que cumplió los 18. En 1274 conoce a Beatriz, suceso muy importante y trascendente para entender esta obra, pues ella es exaltada como símbolo supremo en la misma.

“Dante Alighieri conoció a su amada Beatriz cuando tenía nueve años, pero ya entonces sintió por ella algo más que una atracción juvenil; fue una fuerza violenta que lo poseyó y que se acrecentó cuando nueve años después volvió a verla. Este sentimiento que experimentó intensamente a lo largo de su vida no lo dio a conocer hasta dos años después de la muerte de Beatriz en un libro de carácter autobiográfico, “Vita Nuova” (Vida Nueva), escrito hacia 1292, en el que Dante recoge desde sus poemas de los años juveniles hasta aquellos en los que comienza a expresar su dolor por la muerte de la amada”.

A los 35 años (a mitad del camino de la vida) Dante inicia en 1307, desde su exilio en Rávena, la composición de la “Comedia”, un largo poema en primera persona en el que el autor sigue buscando a Beatriz, ahora en el otro mundo, a lo largo de un viaje imaginario a los tres reinos de ultratumba. El poeta Virgilio (que simboliza la razón) lo acompaña en el infierno; Beatriz (la gracia) lo guía por el purgatorio hasta el paraíso, y San Bernardo (la gloria) lo lleva hasta la contemplación de Dios.

Cada una de las secciones incluye 33 cantos, excepto la primera que tiene uno más debido a su introducción. Este es el viaje de Dante, viaje sin regreso, que termina en la contemplación del misterio divino. El infierno es la finitud, el purgatorio la esperanza y el paraíso la contemplación de la divinidad, la exaltación de la eternidad y el misterio. Se escribía en latín y se hablaba en lenguas vernáculas, en este caso el italiano, lengua romance, igual que el español y el Frances. Dante decide no escribir la obra en latín, sino en el idioma con que se hablaba, lo que terminó por ser la obra que no solo enalteció el italiano, sino que lo enriqueció y trasformó. Esta labor ya la había emprendido Alfonso el sabio en España, cuando decidió convertir el castellano en el idioma oficial por encima del latín y propuso las grandes traducciones.

Está obra con pretensiones de hablar de la totalidad, escrita en el exilio, pues parte del mundo trágico de Dante los constituye este fenómeno y el hecho de escribirla en un periplo de angustia y desesperanza, casi como una venganza contra los poderes y Florencia su ciudad natal, que tanto le afectaron.  Se puede decir que esta obra es un catálogo del mundo religioso, científico y político de la época.

 

Uno de los simbolismos más presentes en la obra es el trinitario. El número tres, y su múltiplo el nueve, protagonizan este simbolismo de manera matemática. Así, la obra, escrita en tercetos, está dividida en tres partes que representan la Trinidad, y cada una de ellas se compone de nueve círculos (el Infierno), nueve partes (el Purgatorio) y nueve cielos (el Paraíso), que se desarrollan a la vista del lector durante los siete días que dura el viaje, una cifra que es también una alegoría que representa los siete días de la Creación, las siete virtudes teológicas y los siete pecados capitales.

Leerla sin contexto, ir al texto sin prevenciones constituye un buen ejercicio, enriquecedor y que, de alguna manera, nos obliga después a estudiar la edad media tan mal interpretada.




lunes, septiembre 20, 2021

LA APERTURA DEL PROCESO ELECTORAL EN COLOMBIA

 

Un país se debe a sus decisiones políticas, de ellas depende en gran manera su futuro. Colombia lleva, después de los acuerdos de paz, tres años de un gobierno de centro derecha, con un presidente que no atiende sino a sus áulicos y de vez en cuando a su partido. Desde hace dos meses se intensifican las campañas para la elección de presidente y el congreso, que serán en el primer semestre del año venidero y que deben significar un cambio, si somos serios.  Nunca antes este país lo ha necesitado tanto, el próximo gobierno debe eliminar tanta inequidad, respetar los acuerdos de paz y generar políticas de inclusión. Desde la firma del Acuerdo con la FARC, han matado más de quinientos lideres sociales, la violencia se ha recrudecido en zonas donde realmente el estado no existe y todos los días, asesinan desmovilizados, van más de doscientos. La violencia se ha recrudecido en todo el territorio nacional y no se vislumbra algún cambio de esta realidad.

Está claro que no hay voluntad de parte de este gobierno para hacer efectivo los acuerdos de paz, su implementación es lenta, más por mandato de la ley que por otra cosa y los candidatos deberán tomar una posición diáfana frente a los mismos. La reforma tributaria aprobada por el congreso demostró que el gobierno si podía atender cambios sociales y que el sector empresarial esta en la capacidad de atender estas necesidades vía impuestos e inclusión social. Es evidente que estamos pagando las consecuencias de muchos años de ineptitud de la clase dirigente y política, de ahí procede la crisis del país, de los partidos, la incredulidad general y el amplio escepticismo del ciudadano de a pie y sobre todo la imperante exclusión.

El reto de los candidatos es mucho. Deberán convencer al electorado que no son más de lo mismo. La juventud tiene un papel preponderante en estas elecciones y de las protestas se desprende que van a tomar posición, pues han comprobado que es mejor participar que aislarse, entienden que, solo así podrán ver algunos cambios. Fueron capaces en los últimos años de tumbar una reforma tributaria, un ministro de hacienda y en gran medida direccionar la nueva reforma hasta el punto que, la matricula cero para los estratos 1,2 y 3, es ley de la república, así como políticas consistentes de empleo, cambios en los créditos para financiar los estudios, más justos y menos onerosos, pese a la estigmatización que los sometió el gobierno.

 

Los partidos tradicionales están en su peor momento, no vislumbro que puedan tener candidatos propios a la presidencia y de hecho ya están haciendo acercamientos con ciertos candidatos independientes con alguna posibilidad y Credibilidad. El partido liberal y el conservador han perdido total capacidad para tener opciones de poder. Los candidatos del partido de gobierno, están en plena campaña, el doctor Oscar Iván Zuluaga, Paloma Valencia, la senadora Cabal irán a una consulta interna, corren con el costo de un partido en pleno desgaste, pues el poder desgasta de sobremanera, más con los índices de corrupción de los últimos días, pero siempre serán una opción a tener en cuenta.

El centro constituye una opción real y con altas posibilidades de llegar a la casa de Nariño. Es una alternativa de cambio, en este lugar se encuentran, el Doctor Peñalosa, Fajardo, De La Calle, Alejandro Gaviria y algunos exalcaldes con alguna relevancia a nivel nacional. La izquierda con Petro a la cabeza, tiene por primera vez altísimas posibilidades de llegar al poder, como siempre depende más de ellos, de mantener la unión y la coherencia, de la capacidad de manejar toda la campaña sucia que se le viene encima y el miedo que le meten al electorado, por los paralelos que le harán maledicentemente con el Castro Chavismo, como suele tildarlos la derecha, que para efectos electorales funciona.

Las elecciones que se vienen son un verdadero reto para los electores. La responsabilidad es total, deberemos votar a conciencia y atendiendo a las necesidades de cambio frente a una clase política perversa y anquilosada en el poder. Esta en tela juicio nuestra educación política y de nosotros dependen los cambios de dirigencia y el legislativo que el país requiere. Solo esperamos que se den los mismos por la vía democrática, una manera de demostrar que la violencia no tiene más cabida en este país. En este blog estaré atento a las propuestas y dilucidar los programas y candidatos en cuestión.

 

lunes, septiembre 13, 2021

ANTONIO CABALLERO

La muerte de AC priva a Colombia de uno de los mejores columnistas de los últimos treinta años, iconoclasta por naturaleza, conocedor de la historia universal y nacional, novelista, “Sin remedio” es una de las novelas urbanas más emblemáticas de Hispanoamérica y caricaturista. 

Colombia en los últimos 20 años ha perdido los periodistas más agudos, personajes que nunca se dejaron tentar por los hilos del poder y en cambio denunciaron sin cortapisas a la clase dirigente que no solo a saqueado al país, sino que usufructúa el poder solo para satisfacer intereses privados con prácticas no santas de todos conocidas.  

AC Nació en 1945, escribió en el periódico “El tiempo” y “El espectador” de Colombia, en la revista “Alternativa” y “Semana” de Colombia, en la revista “Cambio” de España, “The Economist” y la “BBC” de Londres. 

El mejor homenaje es leer sus libros y columnas que hablan de su capacidad y hondura intelectual. 

Novela sin remedio: 

Columnas: 

sábado, septiembre 04, 2021

ENTREVISTA A MICHEL FOUCAULT

 


Las relaciones entre saber y poder, la historia de los objetos de saber,  su origen, cómo nacen, cómo se configuran, constituyen temas de suma importancia en la obra de MF, que es importante estudiar por lo que significan para entender la crisis del mundo actual, aclarar la genealogía del poder y sus relaciones con el ciudadano de a pie; de igual manera por la necesidad incuestionable de comprender la crisis de la democracia que se estudia solo desde las consecuencias y no desde el origen, por los efectos en el sujeto que se traduce en la forma como se articulan sus relaciones con el poder.  Está entrevista entrega los pormenores de la primera parte del trabajo de MF y es un buen punto de inicio para entender su obra. CESAR HERNANDO BUSTAMANTE. 

 

Esta entrevista fue realizada el 7 de mayo de 1981, con ocasión de unas conferencias de Foucault en Lovaina dirigidas a estudiantes y profesores de Derecho y Criminología. El título era: «Hacer el mal, decir la verdad: sobre las funciones de la confesión en la Justicia». El entrevistador fue André Berten, profesor de la Universidad Católica de Lovaina, cuyas preguntas han sido muy simplificadas; no sucede así con las respuestas de Foucault que se mantienen en su integridad, en la medida en que lo hace posible una formulación oral. 

 
 

Usted ha escrito desde 1961 obras conocidas como la Historia de la locura, El nacimiento de la clínica, Las palabras y las cosas, La arqueología del saber, El orden del discurso o también Vigilar y castigar. Ahora está concluyendo la Historia de la sexualidad. Todas ellas han suscitado muchos debates, a menudo apasionados. Querría conocer el hilo conductor de su reflexión, por qué se ha interesado sucesivamente por la historia de la psiquiatría o la historia de la medicina, por la prisión, la sexualidad o el Derecho.  

 
 

Es una pregunta difícil la que me formula, porque el hilo conductor sólo se conoce al final de lo que uno ha escrito, incluso cuando ha dejado de escribir. No me considero en absoluto un escritor ni tampoco un profeta: en realidad, sólo trabajo. Es verdad que a menudo investigo como respuesta a peticiones externas o a coyunturas diversas, pero nunca tengo la intención de buscar una determinada ley en mi trabajo. Si existe coherencia en lo que hago proviene ésta, creo, más de una situación que nos concierne a todos, a algo en lo que nos sentimos presos, que del hecho de poseer una intuición fundamental o desarrollar un pensamiento sistemático. 

 
 

Me parece que la filosofía moderna, acaso desde que Kant se planteó la pregunta Was ist Aufklärung?, intentó responder al «¿qué es la actualidad?», es decir, trató de interrogarse sobre qué es el presente. Con ello, el pensamiento adquiere una dimensión o se propone un objetivo que no existía anteriormente. Empieza a cuestionarse sobre quiénes somos, qué es nuestro presente y qué supone el hoy en día. Era una interrogante que no tenía sentido todavía para Descartes, pero que comienza a tenerla para Kant, cuando se preguntó sobre la Ilustración, y que se convierte después en la pregunta principal de Hegel, o también, en esencia, la de Nietzsche. Creo que la filosofía –aparte de otras funciones diferentes que debe y puede tener–, posee también ésta de cuestionarse sobre nuestra actualidad y la situación presente. He hecho mías estas preguntas, y en ese sentido soy kantiano, hegeliano o nietzscheano. 

 
 

Diré dos palabras sobre nuestra vida intelectual; tras la Segunda Guerra, en los años cincuenta de la Europa Occidental, se disponía, por una parte, de una perspectiva analítica muy inspirada por la fenomenología; era dominante no en un sentido peyorativo, pues no había ningún despotismo o dictadura por su parte, pero sí creaba un estilo, al menos en Francia y en otros lugares. Un estilo que reivindicaba como meta fundamental el análisis de lo concreto. Sin embargo, uno podía sentirse algo insatisfecho porque lo concreto que reclamaba la fenomenología no dejaba de ser una concreción algo académica y universitaria. Describía ciertos objetos privilegiados, como podían ser la percepción de un árbol o lo que fuese a través de una ventana desde mi despacho, y venían predeterminados por la tradición filosófico-universitaria. Quizá merecía la pena superarla. El otro pensamiento importante de la época era el marxismo. En este caso se proponían análisis históricos en determinados terrenos, bien analizando los conceptos de Marx, lo que era interesante, bien estudiando los saberes históricos con los que esos conceptos debían relacionarse o donde serían operatorios; en cambio, la historia marxista de lo concreto no estaba bien trabajada entre nosotros. Había una tercera corriente, muy especialmente desarrollada en Francia: era una historia de las ciencias (la de Bachelard, Canguilhem o, antes, Cavaillès), que se planteaba si puede haber una historicidad de la razón y, por lo tanto, si cabe hacer una historia de la verdad. 

 
 

Creo haberme situado en el cruce de estos diferentes problemas y corrientes. Pero en cuanto a la fenomenología, en vez de hacer la descripción un poco interiorizada de la experiencia vivida, me preocupé más de hacer el análisis de ciertas experiencias colectivas, sociales. Así, me parecía interesante valorar la conciencia de alguien que está loco; pero no existía un análisis de la estructuración cultural ni social de la experiencia de la locura, y ello me condujo a plantearme un problema histórico. Me propuse estudiar las articulaciones del campo social en la historia de la locura, cuál era el conjunto de las experiencias institucionales y de prácticas, históricamente precisadas, en esta circunstancia; para las cuales, por cierto, los análisis marxistas parecían mal ajustados, como son los trajes de confección. 

 
 

Con el análisis de los problemas histórico-sociales, me planteé el problema de cómo se podía hacer la historia del saber, de los agentes del conocimiento y de los objetos nuevos de conocimiento, presentados como objetos que se quiere conocer. Así me cuestioné acerca de si hay o no una experiencia de la locura característica de un tipo de sociedad como la nuestra; sobre cómo ha emergido o se ha constituido esta experiencia del desvarío, y sobre ese modo de constituirse como objeto de saber para una Medicina que se presentaba como experimental. En suma, estudié a través de qué transformaciones históricas y qué modificaciones institucionales se constituía una experiencia de la sinrazón en la que participaban a la vez el polo subjetivo de la experiencia de la locura y el polo objetivo de la enfermedad mental. Este sería, no desde luego mi itinerario, pero sí mi punto de partida. 

 
 

Cabría añadir una cuarta corriente en ese caminar (o en ese pisotear), y es que trabajé también con textos más literarios, menos integrados en la tradición filosófica. Me refiero a escritores como Blanchot, como Artaud o como Bataille, muy importantes para los lectores de mi generación, que abordaban la cuestión de las experiencias límites. Éstas son formas de la experiencia que –en lugar de considerarse centrales y ser positivamente valorizadas por nuestra sociedad–, definen en última instancia las fronteras de lo que puede estimarse como aceptable. En esencia, la Historia de la locura viene a ser una interrogación sobre nuestros sistemas de razón. Paralelamente, El nacimiento de la clínica considera la relación entre el pensamiento médico y el saber de la enfermedad o la vida en relación con el saber que supone la muerte y la integración de ésta en el conocimiento, como un asunto extremo. Por lo mismo, con ese ángulo me he interrogado sobre la ley y el crimen como punto de ruptura respecto al sistema. Y es que el universo del crimen sirve para medir qué significa la ley; y de hecho el estudio de la prisión nos permite conocer el sistema penal mejor que el estudio desde el interior del criminal. 

 
 

La filosofía como una especial actividad le permite situarnos mejor en la sociedad. Hay una percepción suya de la realidad que nos interesa en particular: las técnicas de internamiento, de control. ¿El hecho de que el individuo se haya visto progresivamente controlado es determinante para comprender la modernidad? 

 
 

No es un problema que me planteara como punto de partida; sólo apareció tras estudiar el funcionamiento de la psiquiatría y del sistema penal. Todos los mecanismos de encierro, de exclusión, de control, de vigilancia individuales me parecían muy importantes, aunque quizá los abordé inicialmente de un modo que podríamos denominar un poco salvaje. Luego, creo que me interrogué mejor sobre estas cuestiones, al ver su importancia. 

 
 

Y es que me parece que la mayor parte de los análisis, tanto filosóficos como políticos, incluidos los marxistas, han marginado relativamente la cuestión del poder, o al menos lo han simplificado. Bien lo trataban como fundamento jurídico o político, esto es, como su legitimación, bien definían el poder como una función de mera conservación y multiplicación de las relaciones de producción. Es decir, que o se trataba de la cuestión filosófica del fundamento o del análisis histórico de la superestructura. Esto resultaba insuficiente por una serie de razones. Las relaciones de poder, al menos en los dominios concretos que he analizado, me parecen más implantadas que en el simple plano de las superestructuras. Además, la cuestión está bien planteada, creo, ya que el poder no funciona a partir de su fundamento. 

 
 

Me interesaba entonces abordar cómo el poder funciona de manera efectiva. Cuando digo «poder» no me propongo identificar una instancia, visible o no, que poco importa, como una especie de potencia que difundiría su efecto nocivo a través del cuerpo social y que extendería de modo fatal su red, progresivamente tupida, hasta estrangular a la sociedad y al individuo. No se trata de eso. El poder no es una cosa, el poder significa relaciones. Relaciones entre los individuos de tal manera que uno puede determinar voluntariamente la conducta de otro. 

 
 

Es un ejercicio, y como tal remite al «gobierno», en un sentido muy amplio. Gobernar una sociedad, un grupo, una comunidad, una familia o a cualquiera, supone determinar la conducta en función de estrategias o de ciertas tácticas. La gubernamentalidad es el conjunto de relaciones técnicas que permiten ejercer las relaciones de poder. Me ha interesado cómo se gobierna a los locos o a los enfermos –un «gobierno», en sentido amplio de nuevo–, qué estatuto se les ha dado, en qué sistema de tratamiento se les ha incluido, sea éste benevolente, filantrópico o económico. Esta gubernamentalidad se ha vuelto más estricta a lo largo de los tiempos. 

 
 

En la Edad Media dicho poder de «gobierno» era mucho más laxo, salvo en los aspectos fiscales, tan necesarios. No interesaban tanto los aspectos de la vida cotidianos para el ejercicio de los poderes políticos, aunque, eso sí, se volvieron más importantes, sin embargo, para la pastoral eclesiástica. Ahora, en cambio, las pautas de consumo se han vuelto muy importantes tanto política como socialmente. El número de objetos que están bajo el control de una gubernamentalidad reflexiva, incluso en un marco político liberal, ha aumentado de un modo considerable. No creo, sin embargo, que esta gubernamentalidad adquiera forzosamente la forma del encierro, la vigilancia y el control. La dirección de la conducta de los hombres se ha vuelto más sutil, y se logra con otros recursos. 

 
 

Sus estudios hacen siempre uso de la historia. Pero su novedad radica en el desplazamiento del modelo histórico. Su trabajo no corresponde a la historia de las ciencias, ni a la epistemología; tampoco se inscribe en una historia de las instituciones, sino en todo ello a la vez. ¿La oposición entre historia y ciencia es interesante para usted?  

 
 

Encuentro, en efecto, que el tipo de historia que hago tiene una serie de marcas, o si se quiere de dificultades. Pero yo empezaría de nuevo planteando la pregunta sobre qué es lo que somos hoy, cuál es nuestro presente. Mi tipo de historia, en primer lugar, intenta hablar de esa actualidad concreta. Después, elige como dominio una serie de objetos si bien bajo la particularidad de que sean captados como puntos frágiles o sensibles en su actualidad. Sin embargo no concibo mi historia como una discusión más bien especulativa cuyo sentido no quedaría determinado enteramente por su condición actual. Tampoco se trata de seguir la moda sin más: si se han escrito diez buenos libros sobre la muerte no se trata de hacer el undécimo. Trato de detectar, entre las cosas de las que todavía no se ha hablado, qué puntos frágiles se captan en nuestros sistemas de pensamiento, en nuestros modos de reflexión, en nuestras prácticas. Hacia 1955, cuando yo trabajaba en los hospitales psiquiátricos, había una crisis latente de la que no se había hablado por entonces, pero que se vivía bastante intensamente. La mejor prueba de su existencia es que al lado, en Inglaterra, gentes como Laing y Cooper luchaban con idéntico problema y sin tener relación con los demás. Lo mismo podría decirse sobre la cuestión del poder médico –del campo en el que este poder funciona–, que empieza a replantearse en los sesenta y que tuvo eco tras 1968. Hago historia más bien de lo que está dibujándose. 

 
 

¿Sus historias están reguladas por los objetos que usted considera, con el fin de esclarecerlos? 

 
 

A veces se enjuicia mi trabajo como una suerte de análisis complicado, un poco obsesivo, y que sólo tiene como meta la exclamación «¡Dios mío, qué encarcelados estamos!», o bien como un modo de percibir que estamos bien atados y lo difícil que es desatar los nudos que la historia ha trabado en torno a nosotros. Sin embargo, creo hacer lo contrario. Cuando discuto, a partir de 1970, las condiciones de la reforma penal, me parece muy importante, por supuesto, plantear la cuestión teórica del castigo o del régimen penitenciario; pero es que antes no se veía interrogada esa especie de evidencia que descansa en considerar la privación de la libertad como la forma más simple, más lógica, razonable y justa de castigar a alguien por haber cometido una infracción. Esa adecuación –para nosotros tan clara y obvia–, entre pena y privación de libertad es realmente una invención técnica que sólo se ha acabado integrando en el sistema penal –y forma parte de la racionalidad punitiva– desde finales del siglo XVIII. He tratado de interrogar las razones por las que la prisión se ha convertido en una suerte de evidencia en nuestro sistema penal. Se trata, por consiguiente, de volver las cosas más frágiles a través de su análisis histórico, mostrando a la vez el modo en que las cosas se han constituido en sí mismas y al tiempo cómo lo han hecho a través de una historia precisa. Se trata de mostrar su lógica, o bien la estrategia bajo la que se han producido ciertas cosas, pues viéndolas de otra manera de golpe pierden su evidencia. Nuestra relación con la locura es una relación constituida históricamente y políticamente –en un sentido muy amplio– destruida. Hay, por lo tanto, una capacidad de acción y reacción, de provocación de conflictos y luchas que conducen a determinadas soluciones. Se trata de reintegrar muchas evidencias de nuestras prácticas en su propia historicidad para que recobren su movilidad al arrebatarles ese estatuto de evidencia. 

 
 

Emplea en sus conferencias la palabra «veredicción», para expresar la idea de decir la verdad. En su genealogía o en su arqueología, que usted elige dependiendo de su objeto, ¿encuentra que no hay fundamento en la práctica del poder?, ¿supone su trabajo una especie de deconstrucción del poder? 

 
 

El trabajo de buscar un fundamento al poder consiste en interrogarse sobre lo que hacen los poderes. Se diría que es la propia pregunta lo que es fundamental. Y el fundamento, volviendo a su pregunta, forma parte de su sentido histórico. En una cultura como la nuestra es muy importante, al margen de en qué lugar preciso pueda encontrarse. El ejercicio del poder político debe interrogarse él mismo –o debe verse cuestionado–, sobre cuál es su fundamento legítimo, y ahí debe de ser siempre muy crítico. Desde hace 2500 años se está planteando esa pregunta que sin lugar a dudas es básica. 

 
 

Ha destacado que sus análisis tratan, sobre todo, de cómo se han constituido determinados problemas. 

 
 

Sí, es lo que he denominado «problematizaciones»; es un barbarismo técnico, pero una palabra deja de ser bárbara si muestra bien lo que se quiere decir; en cambio una palabra común puede serlo si confunde al decir varias cosas a la vez… Yo planteo la historia de ciertas problematizaciones, es decir, la historia de la manera en que las cosas constituyen un problema. Por ejemplo, cómo, por qué y de qué modo particular la locura se ha convertido en un problema importante en el mundo moderno. O cómo el psicoanálisis se ha extendido ampliamente en nuestra cultura, ya sea entendido como un problema interno o por sus relaciones con la locura. Lo mismo puedo decir de la enfermedad, que era bien conocida sin duda antes, pero que tiene otro cariz cuando se la problematiza de nuevo a partir del siglo XIX. Por lo tanto no se trata de una historia de la teoría, ni una historia de las ideologías, ni tampoco una historia de las mentalidades. Lo que interesa es la historia de los problemas o, si prefiere, es la genealogía de los problemas, el por qué cierto tipo de interrogantes o cierto modo de problematizaciones aparecen en un momento determinado. 

 
 

También investigo aún las problematizaciones sobre la sexualidad. Pues no se trata de volver a repetir infinitamente si el cristianismo, la burguesía y la industrialización son los responsables de la represión sexual. Esto sólo interesa o en la medida que ha hecho sufrir a parte de la población, y afecta actualmente a cierto número de personas, o porque ha tomado formas diversas, aunque siempre ha existido. Por el contrario, lo que me parece importante es hacer visible cómo y por qué esta relación con la sexualidad, con nuestro comportamiento sexual, se convierte en un problema y de qué forma; cómo van cambiando las apariencias de ese problema entre los griegos del siglo IV a. C., en los siglos II y III con el cristianismo, y luego en los siglos XVI y XVII, etcétera. Lo importante es saber cómo en el comportamiento humano, en un momento dado, las evidencias se enturbian, las luces se apagan, cae la noche y la gente empieza a percibir que actúa a ciegas y necesita una nueva luz, una nueva iluminación y otras reglas de funcionamiento. 

 
 

¿Por qué se detiene ahora en los fundamentos del Derecho?, ¿qué es lo que está buscando? 

 
 

Mi interés por la legislación no es el de un especialista, el de un jurista, pues no lo soy, sino el de alguien que se ha encontrado con el problema de la Ley en el curso de su estudios sobre la prisión y el crimen. Precisamente me interesé al centrarme en cómo la tecnología del gobierno puede tomar forma en el interior de una sociedad que, en una parte al menos, pretende organizarse y funcionar en torno al Derecho. Me parece, en este sentido, que preguntarse por las instituciones jurídicas, interrogarse por los discursos y las prácticas concretas del Derecho, podía tener cierta importancia, no para dar la vuelta a la historia y a la tecnología del Derecho, sino para alumbrar algunos aspectos importantes de la teoría y la práctica judiciales. Interrogar el sistema penal moderno a partir de la práctica punitiva o de esa práctica correctiva –todas esas tecnologías– mediante las que se ha querido modelar o modificar a los criminales, me parece que permite hacer aparecer cierto número de cosas importantes. Creo haber escogido el Derecho como un objeto particular de estudio en este mismo sentido. 

 
 

Si Dios me lo permite, después de la locura, la enfermedad, el crimen y la sexualidad, la última cosa que me gustaría estudiar es el problema de la guerra, estudiar la institución de la guerra en lo que cabe denominar dimensión militar de la sociedad. Querría revisar el Derecho de gentes, el Derecho internacional y el problema de la Justicia militar; querría ver, en definitiva, cómo una nación le puede pedir a alguien que muera por ella. 

 
 

Transcripción de F. Colina y M. Jalón.