Lo que está sucediendo
en Brasil con las protestas lideradas por “El movimiento por el pase libre” , el
reverdecimiento de los movimientos de los inconformes en España que han llenado
plazas a granel, los movimientos espontáneos convocados en la red en Egipto,
Siria, que derrumbaron regímenes dictatoriales, para no hablar sino de los más
relevantes en el mundo en los últimos tiempos, ratifican hasta el tope la
fuerza que ha tomado la sociedad civil en el espectro político actual, la
importancia de las redes sociales y de hecho el cansancio de la gente del común
frente a la clase política tradicional. Estamos frente a un fenómeno político
que no ha sido interpretado a cabalidad y que amerita una mirada por encima de la coyuntura y de las bemoles de la
inmediatez que semejante hecho suscita.
El movimiento en Brasil
es liderado por gente universitaria, con una consciencia política definida, con
la absoluta claridad de la exclusión a la que ha sido sometida, con los
enrutamientos definidos para hacerse sentir sin dejarse manosear por los medios
ni por la clase política tradicional. Básicamente
son jóvenes. Las protestas comenzaron hace unos 10 días exigiendo la revocación
del aumento del precio del transporte. Pero rápidamente sumaron otros reclamos
y denuncias, como los 15.000 millones de dólares de dinero de los
contribuyentes destinados a la Copa Confederaciones y el Mundial 2014. El
principal programa televisivo de debates invitó a dos líderes del movimiento
-porque sí, el movimiento tiene liderazgos-, los dos, un chico y una chica,
estudiantes de derecho y de historia de la Universidad de San Paulo, por lo tanto,
originarios del medio estudiantil. Muy politizados, de izquierda, no
antipartidarios, con conciencia de los intentos de la derecha -vía medios de
comunicación- de utilizarlos en contra del gobierno. “Brasil -el país más desigual del continente,
más desigual del mundo- en los últimos diez años atraviesa un proceso
formidable de democratización social, que ha cambiado radicalmente la
fisionomía de su sociedad, a favor de los más pobres. Sobre eso no queda
ninguna duda”.
La mirada desde la
perspectiva política de estos movimientos, debe hacerse con la amplitud que los
hechos ameritan. Estos jóvenes no tienen organizaciones estructuradas, sus
referentes más allá de la propia inconformidad, esta dictada por la
vulnerabilidad que los une y con la conciencia que la misma es producto de las decisiones gubernamentales que
los ha afectado enormemente y por el proceso de exclusión, saben que el estado los sobre-pasa, los
maltrata y los pulveriza. Las economías se mueven por fuera de la sociedad
civil que padece implacablemente sus decisiones. Se ha venido condenando a grandes
masas a la miseria, a la exclusión y la esclavitud salarial. La sociedad de consumo ha contribuido a la
insolidaridad social y la clase política y un grupo de tecnócratas toma las
decisiones que nadie sabe por qué las toman, encubiertas con el nombre de mercado, de libre
comercio y de otras imposturas.
Estas protestas están
dirigidas contra la clase dirigente, el club de banqueros y tecnócratas que
maneja la economía, los empoderamientos locales y regionales. Esperare como se desenvolverá el
ovillo y sobra decir que abra un análisis mucho más complejo frente a lo que
está sucediendo en el mundo con estos movimientos.