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domingo, junio 07, 2020

GRACIAS


Hemos vivido circunstancias excepcionales y difíciles gracias a un virus que sorprendió a la humanidad en pleno y que ha significado en lo esencial el sometimiento a un aislamiento total antes no visto. Estar en casa sin poder salir, sometidos a protocolos estrictos, ha sido la experiencia que nos ha tocado a cada uno de los mortales de este planeta, a unos con más intensidad que otros. La lectura de este momento tiene infinidad de interpretaciones y significados y porque no decirlo, consecuencias de acuerdo a la realidad de cada persona.
Siempre hablamos de lo malo que nos pasa y nunca de las cosas buenas que puede traer una circunstancia limite. El aislamiento total es la norma y lo que hemos vivido en los últimos tres meses, es un confinamiento, no respetarlo puede significar la muerte, el coronavirus hasta ahora no tiene vacuna y sólo se ha atendido con medidas de prevención. Científicamente se llama una pandemia y son absolutamente escandalosas las cifras de muertos en el mundo.
Soy una persona independiente, con cuatro hijos, tres mujeres y un hombre, todos muy jóvenes. Una de mis hijas, la menor, es diabética de nacimiento, lo que obliga a una prevención total, está dentro del renglón de las personas altamente vulnerables. Esto significó, que de la noche a la mañana quedamos confinados en la casa a la espera de decisiones gubernamentales, de resultados significativos frente al virus. Todo el mundo está viviendo estas circunstancias tan graves, esta humanidad desbocada fue obligada a parar, a guardarse, a mirar más hacia adentro que afuera.
El cambio fue total: En lo personal, lo fue con la familia, el entorno y nuestros roles. De la noche a la mañana, cero ingresos, los gastos iguales y la responsabilidad de respetar la norma. En el caso mío, la experiencia ha dejado muchas lecturas. La primera, la solidaridad sin medida de la familia y los amigos de la familia. Nunca nos ha faltado nada, en lo emocional hemos estado acompañados y en lo económico han salido al paso con una preocupación desmedida. Entonces, eso que en filosofía se llama la otredad, el otro, se afirmó en esta crisis. Estuvimos obligados a compartir todo el día con los hijos, a verle de nuevo a los ojos, a dialogar sin afanes, a sentir que los lazos de sangre son un cordón umbilical que en casos como este funciona, es una virtud que flota y prevalece. En una sociedad que nos acostumbró solo a pensar solo en si mismos, fomentó el egoísmo desde un consumo irresponsable, en esencia, generó un modelo de vida soportado en egocentrismos extremos, en pleno enfrentamiento con la naturaleza. En estos momentos,  por gracia del virus, rescatamos, la solidaridad, lo colectivo, el valor del otro y de hecho mirar la realidad del entorno por fuera de nuestros egos. Al final, hay consecuencias loables en esta crisis.
Mi familia y el suscrito quieren darle las gracias a cada persona que ha contribuido con nosotros.  Sentimos una responsabilidad moral con ustedes y nos han dejado una enseñanza real, con el ejemplo, a ser agradecidos con la vida, no importan las circunstancias adversas. Significó, sobre todo, reconocer a los otros y ser consecuentes con este regalo que nos dio la vida: una familia y unos amigos muy grandes. De verdad, gracias, mis hijos han aprendido con estos sucesos lo que es la virtud, la solidaridad y la mirada al otro de tanto valor en estos tiempos de egoísmos, consumo e idolatrías desmedidas. FAMILIA BUSTAMANTE 
RUIZ