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domingo, septiembre 22, 2013

LA BARBARIE DE LOS HINCHAS DE FUTBOL EN COLOMBIA

En el  país del sagrado corazón, nos hemos acostumbrado a todo, nada nos sorprende. Lo confirman los hechos graves de los últimos meses: Asesinatos, desapariciones forzadas, masacres, muerte a políticos, sicariato, violaciones, secuestro, accidentalidad por la irresponsabilidad de ciudadanos  en estado de embriaguez……..en fin, ante el espectro y la gama virulenta  de violencia que nos asedia, simplemente no hay reacción. Frente algunas noticias, cuando sucede una tragedia, ya nadie se sorprende. A los pocos días  todo se olvida, nada pasa, la vida  sigue normal: todo bien, todo bien, como dice el Pibe.  
Empecemos por lo simple. El origen de la palabra hincha, aplicada al futbol: “El origen de la palabra hincha surgió en Montevideo, Uruguay, en los albores del siglo XX. Miguel Reyes, talabartero de profesión, había sido contratado por el Club Nacional de Football para encargarse de las labores que hoy en día son cumplidas por los utileros. Se ocupaba entre otras cosas, de inflar con aire (hinchar) las pelotas de juego (también llamadas balón o esférico) antes de cada partido (por aquellas épocas aún no existían máquinas para hacerlo). Reyes, además, se había vuelto un entusiasta seguidor de los "tricolores" y alentaba a su equipo con estentóreas arengas y gritos que sobresalían por encima de los demás fanáticos. Los comentarios de la gente no se hicieron esperar: “¡Mirá cómo grita el hincha!”, decían refiriéndose al utilero, por su tarea de “hinchar” los balones de juego”. Hoy cada equipo tiene su propia hinchada y por supuesto sus barras bravas..
Desde hace quince años o más, suscite con el espectáculo una violencia cruel, barbará. Esta se ha incrementado  en los últimos dos años, sin que hasta ahora no se haya podido  erradicar pese a los esfuerzos. Todas las semanas nos enteramos del asesinato de algún hincha inerme, de la destrucción de locales, del maltrato a hinchas. No fue así siempre. Recuerdo que al estadio “Alfonso López” de mí ciudad, por cierto hace más de treinta años, íbamos en familia a ver el partido sagradamente los domingos. Era un programa pacifico, sin ninguna connotación especial, fuera de la competencia. El equipo rival del atlético Bucaramanga, fue siempre el Cúcuta deportivo. Pese a ello, solíamos ir a recoger a unos vecinos, hinchas acérrimos de este equipo, algo insólito en estos días. Era una fiesta total. Disfrutábamos del partido, cuando terminaba hacíamos el análisis respectivo, lógico con la consabida discusión acalorada por nuestras diferencias marcadas, absolutamente pacifica, después, no despedíamos y, a dormir sin problemas.
Hoy es imposible ir a un estadio. Las famosas barras bravas y la actitud de la hinchada, convirtieron a este espectáculo en una especie de ruleta Rusa. Cómo llegamos a este nivel de barbarie. Empecemos por el principio. Los hinchas siempre han existido, asisten al estadio, disfrutan el partido, impulsando y apoyando a su equipo, sufriendo por él o gozándoselo. Las barras  nacieron  del agrupamiento entorno a un equipo, por  amor y  la  pasión que les despierta a sus seguidores, en torno a un hincha especial, ese curioso, que llevaba la historia del equipo, sus afiches, las mejores fotos, en torno a él equipo de sus preferencias, de esta forma, nacieron los grupos identificados como barras. Encontré esto en la red, publicado por Orlando Cadavid Correa, que es bastante ilustrativa. En Medellín comenzó a salir un periódico denominado “La tribuna de papel”:
La tribuna de papel nació en las instalaciones del diario liberal, situadas detrás del céntrico edificio conocido como “El portacomidas”, en el entorno de la Plazuela Nutibara. En su lenguaje tan particular, Yepes rememora los hechos para el Contraplano: “Corría el año 1970. Con un grupo de amigos del periódico ‘El Correo’, entre ellos Darío ‘Gordo’ Molina, Nelson Echavarría y Pedro Cárdenas, “El ordinario”, nos sumamos al grupo de linotipistas y armadores del diario para asistir, religiosamente, todos los domingos, a ver jugar al DIM. Nos instalábamos en la tribuna ‘Corea Oriental’, la más bulliciosa, ‘infestada por el ‘malevaje’, que era gente de la peor avería: hombres inquietos, hombres vagabundos, borrachos, campesinos alegres de vivir en la ciudad, pesqueros, redobloneros, rateros, damiselas de burdel y otros bribones por el estilo.  Y gritábamos, entre muchachos, lustrabotas, burreros, que descansaban del quehacer cotidiano de arriar los caballos con coche en la Plaza de Mercado de Guayaquil o en el Pasaje Sucre, revueltos con mujeres de pasión adúltera y de vida undívaga. Todos nos hermanábamos, con esas féminas de aspecto afrodisíaco de los prostíbulos del barrio Guayaquil, de Aranjuez, o de Lovaina Todos, al unísono, gritábamos palabras sucias, al producirse un gol  o ante las injusticias de los árbitros o de los jugadores de otros equipos en la cancha. Allí también se situaban con nosotros los locos más inquietos, como los de las barras ‘la Danza del Sol, la de ‘Los poderosos del DIM’, ‘La Barra del Putas’, ‘La llave Roja’ Todo esto me dio la idea de escribir una columna, en la sección de Deportes”[1].
Cada equipo profesional tiene historias de este tipo. Cómo nacieron las famosas barras bravas. A qué hora se distorsionó la hinchada en semejante híbrido violento.  Inglaterra es la cuna de semejante monstruo. Los primeros registros de barras bravas fueron los "Hulligans", nombre que proviene del apellido de una familia Inglesa, lugar donde se dio origen a este espléndido deporte y el cual paradójicamente es hoy sinónimo de violencia y lo que es peor de muerte. Nosotros las tomamos de argentina y Brasil, que las pulieron, crearon verdaderos gremios, con estatutos, himnos, una filosofía, pero en algunos casos injertó aún más peligroso. Muchas son las noticias tristes. Jóvenes asesinados, peleas entre barras con consecuencias mayores, destrucción de locales. Odio y guerra entre equipos y ciudadanos de un mismo país al que el deporte los debería unir y no confrontar.
Ayer en Colombia, exactamente en Bogotá, mataron un padre que defendía a su hijo, cuando fue atacado por unos adolescentes por el solo hecho de llevar una camiseta de un equipo determinado. Increíble pero cierto. La reacción de los equipos es siempre es la misma, es a la defensiva, no asumen el tema: Ocurrió fuera del estadio, no es de nuestro resorte, el equipo no tiene responsabilidades. Las alcaldía, cierran el estadio por unos días y la policía, toma medidas policivas. Así de simple.
Como erradicar el problema. Detrás de esta actitud, por la forma cómo reacciona, de los comportamientos de manada, hay una genealogía más allá de lo que vemos, está en el contexto social, el marginamiento, la desigualdad, la exclusión. La barra brava es la masa: Recurriendo a Elías Canetti en su excelente texto, “Masa y Poder”, el habla de masa abierta y masa  cerrada, aquí se dan estas dos connotaciones31. Por esta vía canaliza sus iras y las expresa y en el peor de los casos hace catarsis. Lacan ha trabajado el tema. Tomo el concepto de un autor que he leído en la red, se llama Mercedes Sánchez Sarmiento, quien hace un trabajo del psicoanalista Francés excelente.  Quien, Ubica a la agresividad en el registro imaginario y a la violencia en el orden simbólico. “Tenemos así una noción de agresividad, que no es un síntoma, sino que es correlativa de la estructura narcisista del sujeto constitutiva de la primera individuación, es decir, una "identificación primaria que estructura al sujeto como rivalizando consigo mismo", tensión imaginaria que se reacomodará en las vicisitudes del complejo de Edipo y por la función pacificante del Ideal del yo. La quinta tesis de Lacan, es una perspectiva sobre el papel de la agresividad en el malestar de la cultura. Miller nos brinda una reflexión al respecto: "En los tiempos anteriores, el hombre estaba más vinculado a la comunidad, a los demás, en los ritos ceremoniales, en la vida en común, la familia extendida restringía la agresividad. Y cómo la civilización moderna, en cambio, aísla al individuo y pone en evidencia su yo, esto refuerza su paranoia estructural". Foucault trató el tema desde una perspectiva más amplia. “La violencia es una expresión de la sociedad y en contextos más específicos forma parte del régimen biopolítico moderno, gobernador y artífice de nuestra muerte, sino también de nuestra vida, actuando como reproductor y reproductor de corporeidades y discurso”[2]. Otro es el análisis criminológico, sociológico y político de un tema tan delicado. Como puede verse, no es menor y es preciso tratarlo con la hondura que merece. Por ahora mi hijo, ni se pondrá la camiseta de su equipo preferido, ni irá al estadio. Entendido, comprendido.