En el país del sagrado
corazón, nos hemos acostumbrado a todo, nada nos sorprende. Lo confirman los hechos graves de los últimos meses: Asesinatos, desapariciones forzadas, masacres, muerte a
políticos, sicariato, violaciones, secuestro, accidentalidad por la
irresponsabilidad de ciudadanos en
estado de embriaguez……..en fin, ante el espectro y la gama virulenta de violencia que nos asedia, simplemente no
hay reacción. Frente algunas noticias, cuando sucede una tragedia, ya nadie se
sorprende. A los pocos días todo se
olvida, nada pasa, la vida sigue normal:
todo bien, todo bien, como dice el Pibe.
Empecemos por lo simple. El origen de la palabra hincha, aplicada
al futbol: “El origen de la palabra hincha surgió
en Montevideo, Uruguay, en los albores del siglo XX. Miguel
Reyes, talabartero de profesión, había sido contratado por
el Club Nacional de Football para encargarse de las labores que hoy
en día son cumplidas por los utileros. Se ocupaba entre otras cosas, de inflar
con aire (hinchar) las pelotas de juego (también llamadas balón o esférico)
antes de cada partido (por aquellas épocas aún no
existían máquinas para hacerlo). Reyes, además, se había vuelto
un entusiasta seguidor de los "tricolores" y alentaba a su
equipo con estentóreas arengas y gritos que sobresalían por encima de los demás
fanáticos. Los comentarios de la gente no se hicieron esperar: “¡Mirá cómo
grita el hincha!”, decían refiriéndose al utilero, por su tarea de “hinchar”
los balones de juego”. Hoy cada equipo tiene su propia hinchada y por supuesto
sus barras bravas..
Desde hace quince años o más, suscite con el espectáculo una
violencia cruel, barbará. Esta se ha incrementado en los últimos dos años, sin que hasta ahora no
se haya podido erradicar pese a los
esfuerzos. Todas las semanas nos enteramos del asesinato de algún hincha inerme,
de la destrucción de locales, del maltrato a hinchas. No fue así siempre. Recuerdo
que al estadio “Alfonso López” de mí ciudad, por cierto hace más de treinta
años, íbamos en familia a ver el partido sagradamente los domingos. Era un
programa pacifico, sin ninguna connotación especial, fuera de la competencia.
El equipo rival del atlético Bucaramanga, fue siempre el Cúcuta deportivo. Pese a
ello, solíamos ir a recoger a unos vecinos, hinchas acérrimos de este equipo,
algo insólito en estos días. Era una fiesta total. Disfrutábamos del partido, cuando
terminaba hacíamos el análisis respectivo, lógico con la consabida discusión acalorada
por nuestras diferencias marcadas, absolutamente pacifica, después, no
despedíamos y, a dormir sin problemas.
Hoy es imposible ir a un estadio. Las famosas barras bravas y
la actitud de la hinchada, convirtieron a este espectáculo en una especie de
ruleta Rusa. Cómo llegamos a este nivel de barbarie. Empecemos por el
principio. Los hinchas siempre han existido, asisten al estadio, disfrutan el
partido, impulsando y apoyando a su equipo, sufriendo por él o gozándoselo. Las
barras nacieron del agrupamiento entorno a un equipo, por amor y
la pasión que les despierta a sus
seguidores, en torno a un hincha especial, ese curioso, que llevaba la historia
del equipo, sus afiches, las mejores fotos, en torno a él equipo de sus
preferencias, de esta forma, nacieron los grupos identificados como barras. Encontré
esto en la red, publicado por Orlando Cadavid Correa, que es bastante
ilustrativa. En Medellín comenzó a salir un periódico denominado “La tribuna de
papel”:
La tribuna de papel
nació en las instalaciones del diario liberal, situadas detrás del céntrico
edificio conocido como “El portacomidas”, en el entorno de la Plazuela
Nutibara. En su lenguaje tan particular, Yepes rememora los hechos para el
Contraplano: “Corría el año 1970. Con un grupo de amigos del
periódico ‘El Correo’, entre ellos Darío ‘Gordo’ Molina, Nelson Echavarría y
Pedro Cárdenas, “El ordinario”, nos sumamos al grupo de linotipistas y
armadores del diario para asistir, religiosamente, todos los domingos, a ver
jugar al DIM. Nos instalábamos en la tribuna ‘Corea Oriental’, la más
bulliciosa, ‘infestada por el ‘malevaje’, que era gente de la peor avería:
hombres inquietos, hombres vagabundos, borrachos, campesinos alegres de vivir
en la ciudad, pesqueros, redobloneros, rateros, damiselas de burdel y otros
bribones por el estilo. Y gritábamos, entre muchachos, lustrabotas,
burreros, que descansaban del quehacer cotidiano de arriar los caballos con
coche en la Plaza de Mercado de Guayaquil o en el Pasaje Sucre, revueltos con
mujeres de pasión adúltera y de vida undívaga. Todos nos hermanábamos, con esas
féminas de aspecto afrodisíaco de los prostíbulos del barrio Guayaquil, de
Aranjuez, o de Lovaina Todos, al unísono, gritábamos palabras sucias, al
producirse un gol o ante las injusticias de los árbitros o de los
jugadores de otros equipos en la cancha. Allí también se situaban con nosotros
los locos más inquietos, como los de las barras ‘la Danza del Sol, la de ‘Los
poderosos del DIM’, ‘La Barra del Putas’, ‘La llave Roja’ Todo esto me dio la
idea de escribir una columna, en la sección de Deportes”[1].
Cada equipo profesional tiene historias de este tipo. Cómo
nacieron las famosas barras bravas. A qué hora se distorsionó la hinchada en
semejante híbrido violento. Inglaterra
es la cuna de semejante monstruo. Los primeros registros de barras
bravas fueron los "Hulligans", nombre que proviene del apellido de
una familia Inglesa, lugar donde se dio origen a este espléndido
deporte y el cual paradójicamente es hoy sinónimo de violencia y lo que es peor
de muerte. Nosotros las tomamos de argentina y Brasil, que las pulieron,
crearon verdaderos gremios, con estatutos, himnos, una filosofía, pero en
algunos casos injertó aún más peligroso. Muchas son las noticias tristes.
Jóvenes asesinados, peleas entre barras con consecuencias mayores, destrucción
de locales. Odio y guerra entre equipos y ciudadanos de un mismo país al que el
deporte los debería unir y no confrontar.
Ayer en Colombia, exactamente en Bogotá, mataron un padre que
defendía a su hijo, cuando fue atacado por unos adolescentes por el solo hecho
de llevar una camiseta de un equipo determinado. Increíble pero cierto. La reacción
de los equipos es siempre es la misma, es a la defensiva, no asumen el tema: Ocurrió
fuera del estadio, no es de nuestro resorte, el equipo no tiene
responsabilidades. Las alcaldía, cierran el estadio por unos días y la policía,
toma medidas policivas. Así de simple.
Como erradicar el problema. Detrás de esta actitud, por la forma
cómo reacciona, de los comportamientos de manada, hay una genealogía más allá
de lo que vemos, está en el contexto social, el marginamiento, la desigualdad,
la exclusión. La barra brava es la masa: Recurriendo a Elías Canetti en su
excelente texto, “Masa y Poder”, el habla de masa abierta y masa cerrada, aquí se dan estas dos connotaciones31.
Por esta vía canaliza sus iras y las expresa y en el peor de los casos hace
catarsis. Lacan ha trabajado el tema. Tomo el concepto de un autor que he leído
en la red, se llama Mercedes Sánchez Sarmiento, quien hace un trabajo del
psicoanalista Francés excelente. Quien, Ubica
a la agresividad en el registro imaginario y a la violencia en el orden simbólico.
“Tenemos así una noción de agresividad, que no es un síntoma, sino que es
correlativa de la estructura narcisista del sujeto constitutiva de la primera
individuación, es decir, una "identificación primaria que estructura al
sujeto como rivalizando consigo mismo", tensión imaginaria que se
reacomodará en las vicisitudes del complejo de Edipo y por la función
pacificante del Ideal del yo. La quinta tesis de Lacan, es una perspectiva
sobre el papel de la agresividad en el malestar de la cultura. Miller nos
brinda una reflexión al respecto: "En los tiempos anteriores, el hombre
estaba más vinculado a la comunidad, a los demás, en los ritos ceremoniales, en
la vida en común, la familia extendida restringía la agresividad. Y cómo la
civilización moderna, en cambio, aísla al individuo y pone en evidencia su yo,
esto refuerza su paranoia estructural". Foucault trató el tema desde una
perspectiva más amplia. “La violencia es una expresión de la sociedad y en
contextos más específicos forma parte del régimen biopolítico moderno,
gobernador y artífice de nuestra muerte, sino también de nuestra vida, actuando
como reproductor y reproductor de corporeidades y discurso”[2]. Otro es
el análisis criminológico, sociológico y político de un tema tan delicado. Como
puede verse, no es menor y es preciso tratarlo con la hondura que merece. Por
ahora mi hijo, ni se pondrá la camiseta de su equipo preferido, ni irá al
estadio. Entendido, comprendido.