Estuve en vacaciones
durante nueve días en la hermosa ciudad Colombiana de Manizales, pasando las navidades y esperando el final del año 2013. Esta
es una ciudad especial por donde quiera que se le mire, de una geografía sin
par, que mira al valle del Cauca, con un paisaje sin igual, postrado en un balcón
de verdes intensos, lleno de lomas que forjaron un urbanismo que se desarrolló con el justo reconocimiento de esta topografía
difícil. Está a 2200 metros sobre el nivel del mar, al lado del volcán del Ruiz,
un monstruo dormido de una belleza inconmensurable que mantiene a los
Manizalitas siempre alertas ante su posible erupción, la que siempre aplaza,
generando una tensión que sólo los habitantes de estas latitudes saben manejar en
una convivencia harto difícil. La ciudad
es como una tortuga; en la cresta se desplaza la avenida principal, la carrera 23
que la atraviesa desde los dos extremos que la limitan. Las calles se van descolgando
en largas cintas que desde lejos se ven como oropeles y que le dan la
connotación particular que la hace diferente, en medio de un clima primaveral envidiable.
Todos los días me vi con mi
amigo LFP, un buscador incansable de respuestas que superan lo obvio y siempre esperando encontrar
aquellos enlaces encubiertos que, dominan al mundo, el pensamiento, la creación en todas sus formas. Interpreta al poder enquistado en las manos de unos pocos que han
sabido mantenerlo y mantenerse vigentes, los cuales los hace cada vez más
poderosos sin que nada cambie.
Pese a que nos une la
pasión por la buena literatura, la poesía, la filosofía siempre ha sido un
lugar común en nuestros diálogos. LFP, tiene una forma de mirar incomoda, es
intensa, busca en los ojos del interlocutor las respuestas que no obtiene de
sus labios. Pocos entienden este rasgo particular de su naturaleza, yo lo
interpretó en cambio a cabalidad, pues se que otea más allá de los ojos del común.
Qué hay detrás del poder y la manera como se desenvuelve es la pregunta
recurrentemente de mi amigo.
La pregunta no es fácil.
Por alguna razón llegamos a las intempestivas de Nietzsche. El desarrollo de la tecnología y la aplicación de los equipamientos han
revolucionado el mundo, como igualmente lo han hecho las tecnologías de la
información y el conocimiento. Vivimos en medio de desarrollos tecnológicos sin
parangón. Somos una sociedad sobre informada con un acceso a información inigualable
desde la perspectiva histórica, esta es exponencial e infinita, pero paradójicamente
vivimos más subyugados que antes.
Recordé gracias a estos diálogos
con LFP, al profesor Luis Antonio Restrepo. En su texto “Pensar la Historia”,
en el segundo capítulo, traía a colación el texto del pensador alemán: “La
segunda intempestiva (1874) descubre lo que hay de peligroso, corrosivo y envenenador
de la vida, en nuestro modo de hacer ciencia:- La vida enferma de este
engranaje y de este mecanismo deshumanizados, enferma de la impersonalidad del
trabajador, de la falsa economía, de la división de trabajo, se pierde de la
finalidad, esto es de la cultura-el medio el cultivo moderno de la ciencia,
barbariza…… En este tratado el “sentido histórico” del cual se halla orgulloso
este siglo, fue reconocido como enfermedad, como signo típico de decadencia”.
Conozco la curiosidad
inagotable de LFO sobre sociedades secretas, sobre conspiración, sobre todos
aquellos enlaces que rompen lo evidente en medio del funcionalismo que somete a
las sociedades modernas. Qué pasa hermano, nos preguntábamos. Cómo todo parece
funcionar, cuando lo que vemos es una sociedad absolutamente esclavizada, la
inequidad y la injusticia siguen siendo el pan de cada día y es imperdonable la
destrucción de la naturaleza.
Es curioso que los
banqueros por medios harto conocidos estafen a la humanidad y nada pasa, que
los flujos de dinero y mercancía sean más importantes que los de personas
sometidos a todo tipo de restricciones, que el poder siga en manos de unos
pocos en medio de tráfico de armas, guerras y lucha entre micro-poderes enquistados
entre la sociedad que solo subyace a sus ámbitos.
La historia vista de esta
manera parece nunca cambiar…..el sujeto común y silvestre no tiene posibilidad,
está sometido a los poderes inescrutables que lo someten, con una sutiliza perfectamente
calculada a través de una sociedad de consumo que explota la naturaleza
deseante del hombre. Todo combate es inútil.
LFP, en estos diálogos repetía,
no hay nada que hacer. Expresábamos que, tal vez nos ha salvado la condición estética,
la cual nos hace la tragedia menos dura. La música, la poesía, la opera, la
novela, que interpreta mejor la naturaleza humana que la propia ciencia. Trasegar
por estos temas resulta un ejercicio agradable cuando se tiene un interlocutor
de estas calidades. De estos diálogos salió la idea de volverá editar la
revista “Ludimia” que tal vez será un vehículo para expresar nuestras
inquietudes.