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martes, julio 21, 2020

EL SICARIATO Y EL ASESINATO DE LIDERES SOCIALES


A quién beneficia el asesinato de los líderes sociales en Colombia, cuál es la disputa en cuestión que motiva a quienes están detrás de los mismos y por tanto la lógica dentro del marco de la estructura social y las políticas de reparación y no repetición, implementados en el marco del acuerdo de paz firmado con la FARC.
Las bandas criminales, los desertores de la FARC, los narcotraficantes, una elite dueña de la tierra, en la mayoría de las veces, arrebatada a los verdaderos dueños mediante intimidación, violencia y asesinatos, con la consecuencia directa e inexorable del desplazamiento, mantiene una guerra que incluye la recuperación de las tierras entregadas por el estado a los campesinos y desmovilizados después de los pactos de la Habana.
Por qué asesinan a los líderes sociales. No resisten su labor pedagógica en favor de los derechos del campesinado y los indígenas, la relación con el estado a través de la catalización de los protocolos señalados en el acuerdo. La tierra ha sido el problema sobre el cual gravitan la mayoría de estos asesinatos desde siempre, es una constante histórica.
El pacto de la Habana incluye la erradicación manual de los cultivos de coca, el apoyo económico a los campesinos, políticas de sustitución y restitución. La fase de implementación de los acuerdos ha forjado a crear los organismos encargados de tales tareas, los mecanismos legales con sus organismos de base, las leyes reglamentarias, las veedurías internacionales, en un proceso expedito para la consolidación de la paz. Cada región se incorpora a estas políticas. Es un hecho que inmensas zonas del país han sido permeadas desde hace años bajo los intereses perversos del narcotráfico, con la anuencia de muchos políticos, de dirigentes del estado y de algunos miembros del ejército, quien, a propósito, no ha podido erradicar la corrupción de sus fuerzas. El estado no ha podido ejercer control en grandes zonas del país.  Hay más territorio que estado.
La fe y la convicción de los desmovilizados, los campesinos e indígenas queda fracturada cada vez que asesinan a un líder. Los líderes arrastran y convencen al colectivo social, desde la base, hacía las políticas de reinserción con una fe en los acuerdos y el estado, paradójicamente el gobierno actual cumple con desgano los acuerdos, nunca el doctor Duque ha estado a favor de este proceso, menos su bancada.
En este marco, todos los días asesinan líderes sin que nada pase. Superamos la cifra de quinientos asesinatos entre líderes y desmovilizados. Hay una estrategia de exterminio por fuerzas oscura en contra del proceso de implementación de los acuerdos de la Habana.
Alguna vez me hablaron de las argucias de la izquierda en Colombia para llegar al poder.  Les recordé que absolutamente todos los candidatos importantes de la izquierda en este país han sido asesinados y que estuvieran tranquilos, eso por ahora no pasará, hay sectores que no les tiembla la mano para asesinar a los actores políticos de la izquierda. El partido de la unión patriótica fue totalmente eliminado con asesinatos puntuales, más de cinco mil miembros, actualmente han asesinado 219 desmovilizados de la FARC, sectores fascistas generaron el reagrupamiento del paramilitarismo, siempre con la participación de miembros del ejército colombiano. En la mayoría de los asesinatos de líderes hay participación de funcionarios del estado y algunos miembros del ejército.
Todo esto lo sabe nuestra clase dirigente y la sociedad. El campesino, inerme, no tiene un norte, una brújula y lo peor, carece de un respaldo real. Hay organizaciones criminales que deciden quien vive y quien no en amplias zonas del país. Las ciudades no están alejadas de esta realidad. La impunidad es total y los jueces, en la lentitud de sus decisiones y ante la falta de apoyo constituyen otro lunar. Entonces, qué hacer.
Pienso en la psicología del sicario, para poderlo entender. Trato de imaginar su vida, se levanta a trabajar, como todos los ciudadanos. Recoge las ordenes y emprende su labor, con la tranquilidad que tiene que asumir para estos encargos. No conoce a quien va a matar. En muchos de los últimos asesinatos han matado a menores, niños en brazos, familias enteras y nada pasa. Qué piensa una persona dedicada a estos menesteres. En Colombia existe un gran número de jóvenes dedicados a esta oprobiosa actividad. Olga Lucia Gaitán en un texto valioso que encontré en la red afirma: “El sicariato se ha convertido en tema de conversación cotidiano, en motivo de alarma social y en objeto de estudio por parte de médicos, psiquiatras, sociólogos, violentólogos, etc. Los diarios comentan, la opinión pública se manifiesta, los especialistas inician investigaciones. Así, progresivamente vemos tejerse una telaraña de perspectivas y visiones diferentes que se cruzan y van construyendo y reconstruyendo la realidad social-sicariato. El discurso se mezcla con la realidad, hace realidad. De esta manera, el acercamiento y el conocimiento que tenemos del fenómeno, nos viene dado a través de ese proceso comunicativo complejo”[1]. Después de Pablo Escobar la realidad es otra, este hombre por gracia del narcotráfico, convirtió el sicariato en una forma de empoderamiento. Cuando matar es un negocio o la manera de proteger un negocio, las posibilidades de tener una convivencia pacífica son casi nulas. La conclusión del documento de Olga Lucia Gaitán es el siguiente: “En síntesis, el surgimiento de las bandas sicariales se debe al narcotráfico, por dos efectos esenciales: en primer lugar, por la presencia de nuevos valores culturales de enriquecimiento fácil que son introyectados por la población marginal en Colombia. En segundo lugar, por la desestabilización institucional que él ha producido en el ámbito de la administración de justicia”.
En la década del sesenta existieron los famosos pájaros, asesinos a sueldo encargados de limpiezas sociales hechas sobre todo en el valle del Cauca. El sicariato es una figura histórica a que se ha venido consolidando y se profesionalizó con Pablo Escobar.
Ayer en el departamento de Santander del Norte, Catatumbo exactamente, se asesinaron nueve personas, todos líderes sociales e incluyó a mujeres. Es un hecho que el estado ha sido impotente. Cuáles son las acciones concretas del estado frente a este fenómeno. Qué está haciendo el presidente Duque al respecto. Las denuncias han sido insistentes y nada pasa.
Es evidente que el país debe guardar como memoria estos hechos. El poder de resistencia de un pueblo es necesario como herramienta de construcción. "La Organización de las Naciones Unidas en el Principio 2 (el deber de la  memoria), del documento de la Comisión de Derechos Humanos “Principios para la protección de los derechos humanos mediante la lucha contra la impunidad” sentencia que “...El conocimiento por un pueblo de la historia de su opresión pertenece a su patrimonio y, como tal, debe ser preservado con medidas apropiadas en el nombre del deber a la memoria que incumbe al Estado. Esas medidas tienen por objeto la finalidad de preservar del olvido la memoria colectiva, principalmente para prevenir el desarrollo de tesis revisionistas y negacionistas”.