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lunes, abril 03, 2017

CRONICA DE UN DESALOJO EN LA CIUDAD DE MEDELLÍN (PRIMERA PARTE)

PREAMBULO:
Desde el 10 de agosto del 2012, 27 familias, en total 107 personas, dentro de los cuales hay 54 niños, abocados por graves situaciones de violencia variopinta, de facto, en su condición de amenazados, desplazados, en un estado de necesidad muy grave, se asentaron en la calle 59ª No 63 170 al frente, sobre el margen izquierdo de la quebrada la Iguana, en el sentido de las aguas, como única manera de sobrevivir y solucionar la fatalidad, pues estaban siendo sometidos a constreñimientos ilegales  producto de múltiples factores, del conflicto armado colombiano y de algunas situaciones particulares de hecho irrefrenables. Desde hace un tiempo se les reconoció la condición de victimas y desplazados en el papel, tienen una resolución que lo acredita, expedida por la unidad administrativa especial para la atención y reparación integral a las víctimas. Aun así, llevan cinco años luchando con una burocracia paquidérmica buscando la eficacia de sus derechos, sin obtener hasta la fecha nada y más bien en una situación Kafkiana inexplicable, su líder va de oficina en oficina, de juzgado en juzgado, en la lucha por una vivienda digna, de su reubicación, sin obtener nada. El martes de la semana en curso después de un desalojo oprobioso, desproporcionado, cruel e intimidante se vislumbró una solución con la alcaldía de Medellín, en el límite de muchas discusiones se llegó al final  a una concertación, como suele suceder en nuestro país, después de una toma de la universidad nacional por parte del estudiantado, comprendieron que esta gente iría a la calle y a nadie le importaría, ante el hecho, trasladaron la comunidad al campus universitario, su único objetivo dar apoyo a estas familias e intentar un acuerdo con las instituciones tratando de obligarlos a cumplirles en el propósito que perseguían desde hace muchos años . Esta es la crónica de estos hechos:

EL AVISO DE DESALOJO
La inspecciones notifican, esa es la manera como comunican sus actos. Xyomara, la líder de este grupo, madre de siete hijos, quien lleva esta lucha a cuestas desde hace seis años, de manera súbita recibió la noticia diez días antes del desalojo. Ella, que no le sorprenda nada que venga de la administración, desde hacía quince días había promovido  e interpuesto una acción popular, instrumento jurídico muy eficaz para estos casos, buscando que la justicia tome las riendas en este caso y haga eficaz sus derechos. Colombia ha vivido una violencia muy fuerte y los desplazados son el pan de cada día de nuestra sociedad. Cada una de estas familias, 25 en total, tiene una historia particular, llena de tragedia, de muerte, de orfandad, en un país de muchas violencias entrecruzadas. Han sido amenazados por paramilitares, guerrilleros, delincuencia común, mineros ilegales, extorsionistas, al final no importa quien los corra, cada uno narra su particular historia desde la esclerótica de su existencia trágica, develan situaciones reales de desplazamiento, de violencia, que han convertido sus vidas en una verdadera caldera, después de la toma de este terreno, terminaron incorporándose a esta ciudad por necesidad, empezaron un proceso de inclusión llenó de muchas vicisitudes, al final se han acomodado y viven de acuerdo a sus limitaciones, sacando día a día sus hijos adelante. La mayoría viene de pueblos del Dpto de  Antioquia, del Dpto de Choco, de la costa atlántica colombiana e incluso de zonas muy alejadas.  Sólo los une la tragedia, su fragilidad y el arraigo a este pedazo de terreno que han perdido de súbito. Xiomara, que conoce bien cada uno de sus moradores, que a tenido que lidiar con su precariedades y analfabetismo, no sabía cómo asumiría este hecho, buscó la gente que venía ayudándola: Apoyarse en los estudiantes de la universidad Nacional, en las personas que había presentado la acción popular y en todo aquel que tuviese experiencia en desalojos. Nunca su posición fue quedarse en terreno, buscaba siempre  incansablemente su reubicación, sin obtener ninguna solución real hasta la fecha.
A partir de esta notificación se convocaron reuniones de apoyo. Primero con las personas que llevaron a cabo la acción popular para hacer un inventario de los recursos jurídicos que tendrían a mano, a renglón seguido se señalaría la bitácora con los estudiantes de la universidad nacional y se harían las reuniones tendientes a tener un orden que permitiera tener control sobre el desalojo, se planificaba buscando sólo el respeto de sus derechos, la puesta en marcha de la reubicación, pues entendían que el recio invierno no contribuía en nada al manejo de su precaria posesión y la situación de hecho según la alcaldía. Xiomara, era una líder ordenada, perseverante, con el carácter necesario y tenía una virtud, nunca se sobre-pasa en el lenguaje, es una mujer de buenas maneras…conoce al dedillo las debilidades de esta comunidad, todo lo que los hace vulnerables, su pobreza extrema y el estado de indefección en que se encuentran. De antemano sabía  que la acción popular es muy lenta, pese a que buscaba la puesta en firme de sus derechos, el llamado a la responsabilidad de todas las instituciones que tienen que ver con ello se ponía en movimiento desde muchos flancos. Esta acción les permitió de alguna manera tener el inventario total en tiempo, actuaciones, documentos, el cronograma de seis años de lucha interminable que tenía un capitulo más con este desalojo, a todas luces injusto.
Se hicieron las reuniones, se propuso crear para el día del desalojo una mesa de concertación que hiciera valer los derechos, se estableció que por nada del mundo habría violencia, se crearon los comités de apoyo de la universidad  y se entabló una tutela buscando parar el desalojo. Sobra decir, que cada acto acompañado de la atmosfera de incertidumbre, temor y de tensión aguda que producen estos hechos.
La noche anterior, alrededor de una fogata, se hizo una reunión para sensibilizar los hechos. Los universitarios con sus respectivos comités atendieron los niños y en una vigilia con cantos, música y oraciones esperaron conscientes el hecho fatal que cambiaría sus vidas totalmente.

EL DÍA DE LA TOMA  Y EL DEALOJO.

3. AM DE LA MAÑANA
Las lluvias torrenciales hicieron de esta noche una espera interminable. Sentados al pie de los ranchitos, alrededor de una fogata improvisada que no superó los ímpetus de la lluvia, dilucidaban la manera de enfrentar a las autoridades: Estudiantes, comunidad y líderes aportaban sobre cómo deberían comportarse frente al hecho inevitable que se les venía encima. Sorprendía la claridad que abocaron y las buenas maneras en cada decisión. Todo, absolutamente todo debería estar controlado. Se habló de que se pondrían camisetas blancas, que se alistaría una mesa con mantel blanco para atender a la autoridad y a los funcionarios de la alcaldía, haciendo prevalecer los derechos y además tratarían de obligar a las secretarías y a las instituciones con el cumplimiento real de sus obligaciones.
De súbito dejaron de pasar automóviles por las dos calles que convergen en el sitio….Los universitarios que son sabios en esta materia, lo comprendieron de inmediato: Sellaron las calles, esto arrancó. Más de trescientos policías comenzaron a acartonar las dos entradas, la de la calle 65,  la del rio y el acceso por la quebrada. Quedaron admirados de dos hechos, la desproporción del operativo y la rigidez de las fuerzas del orden, que parecían actuar en un operativo militar….el proceso de intimidación comenzó más temprano de lo que esperaban.
De inmediato se organizo la estrategia establecida: se organizo la mesa, las personas que atenderían la alcaldía, el sitio donde estarían los niños, el comité de comida y apoyo y las acciones de contingencia necesarias….muchos alumnos eran expertos en estos desalojos y conocían el orden que se debía tener. Xyomara, con camiseta blanca como la mayoría, volvió hacer énfasis en la necesidad de respetar el operativo, actuar con absoluta decencia y reaccionar de acuerdo a las circunstancias, siempre pensando en la reubicación.

6 AM LA DILIGENCIA

Nadie puede imaginarse un operativo de estos hasta que los vive. La institución se mueve con toda su fuerza, crueldad y la racionalidad en pro de su objetivo policivo. Este significó para la gente humilde, sentir el poder y la inequidad en su máxima expresión. La inspectora, quien tiene el manejo directo del desalojo, habla solo después de la toma del lugar: Mas de cuatrocientos agentes, cincuenta motos con agentes poco amables, camiones, inspecciones móviles, una maquina Caterpillar, camas bajas ( Camiones con carrocerías planas) para trasladar escombros, volquetas, obreros, gente de la secretaria de inclusión social, del bienestar familiar, psicólogos, la racionalidad administrativa en su máxima expresión puesta al servicio de un operativo; llegan en masa, como cuando uno ordena invadir….de pronto la comunidad sintió toda la fuerza de la institucionalidad y al principio nadie habló, nadie explica, solo se ve la toma desde su óptica más cruel.