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domingo, junio 03, 2018

LA UNIDIMENISIONALIDAD DE LA POLÍTICA AMERICA


La geopolítica parece un término proscrito solo a la academia y ciertos círculos, cuando realmente tiene una vigencia e importancia inusitada, más ahora con las posiciones arbitrarias en materia comercial suscitadas por el señor Trump, que recuerdan cierto autoritarismo en materia internacional, además del desconocimiento absoluto de acuerdos multilaterales y bilaterales. Las variables que definían la geopolítica con la globalización pareciera que son cosa del pasado, de la política entreguerras:  “Donde el término “política” es la variable dependiente, y se define en función de los factores geográficos del Estado”. Nada más contrario a la realidad. Al principio el señor presidente de la nación más poderosa del mundo mantenía al mundo en una incertidumbre comercial, pues en materia política ya había mostrado sus dientes y su infranqueable irresponsabilidad: Siria, Corea del norte Israel, para sólo citar algunos casos. Ahora ha tomado decisiones en materia comercial de la más absoluta irresponsabilidad, casi temerarias. Los impuestos al acero, irrespetando los acuerdos comerciales, contra México, Canadá, Europa y China, han suscitado todo tipo de reacciones. En una revista Española de geopolítica me encontré con preguntas sobre Trump que tienen una vigencia inusitada: “¿Recuperará EE. UU. su espíritu fundacional de liderazgo en el orden mundial? ¿Influirá en las elecciones europeas y del resto del mundo la irrupción de un populista en el Gobierno estadounidense? ¿Cómo cambiará la administración Trump el equilibrio de fuerzas en América Latina? ¿Acabarán las precariedades sociales de los países Latinoamericanos gracias a la amenaza de no prolongación del TLCAN? ¿Encontrará Latinoamérica alternativas para dinamizar su crecimiento, transformar su estructura productiva, etc. sin dejar de lado los retos sociales? ¿Quién pagará el precio de la nueva política en torno a “make America great again”? ¿La nueva situación traerá el despertar de una sociedad pasiva?”[1]. El señor Trump es una pena para su nación y el mundo, a la vez muestra cierta irracionalidad, que entre otras cosas tiene una gran aceptación en su país, irracionalidad que nos recuerda al fascismo en su mejor efervescencia histórica, tiene ´pueblo. Recordemos que el 23 de enero de este año, al poco de tomar posesión de su cargo, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, firmó una orden ejecutiva disponiendo la salida inmediata de su país del Tratado de Libre Comercio Transpacífico de Cooperación (TPP) y la renegociación del que EE. UU. mantenía con Canadá y México, conocido como NAFTA –por sus siglas en inglés– cuya vigencia comenzó en 1994. Se implementó definitivamente un proteccionismo descarado en la nación del norte, con total desconocimiento del derecho internacional y de los tratados multilaterales. Latinoamérica sufrió por más de 10 años los embates que impusieron la apertura, la globalización comercial,  el grado cero de aranceles, presión hecha por los asesores americanos, los técnicos de la escuela de Chicago, del Fondo Monetario Internacional y del Banco mundial ahora de manera dictatorial, todo parece caerse, sin preguntar, sin anestesia, sin contexto teórico que por lo menos nos convenza, es una decisión arbitraría desde donde se le mire. Abortó todas las decisiones de Obama, al unísono de unos áulicos, está acabando con el orden mundial, por lo menos en materia comercial.