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martes, junio 19, 2007

PENSADORES PARA ESTOS TIEMPOS


Slavok Zizej piensa en los tiempos del capitalismo voraz, la globalización y el intercambio de flujos, con una lucidez impresionante. Realiza un analísis sobre la relacion del valor de uso y el valor de cambio que traigo a colasión para que se conozca su pluma: “Marx localizó el elemental antagonismo capitalista en la oposición entre el valor-de-uso y el valor-de-cambio: en el capitalismo, se comprenden totalmente los potenciales de esta oposición, el dominio del valor-de-cambio adquiere autonomía, se transfiere en el espectro de la auto-propulsión del capital especulativo que sólo necesita las capacidades productivas y las necesidades de las personas reales como su encarnación temporal dispensable. Marx derivó la misma noción de crisis económica en este hueco: una crisis ocurre cuando la realidad se alcanza con lo ilusorio, el espejismo auto-generador del dinero que engendra más dinero - esta locura especulativa no puede seguir indefinidamente; tiene que explotar siempre en crisis cada vez más fuertes. La última raíz de la crisis es para él, el hueco entre el valor-de-uso y el valor-de-cambio: la lógica del valor-de-cambio sigue su propio camino, su propio baile enfadado, independiente de las necesidades reales de las personas reales. Puede parecer que este análisis es más real hoy, cuando la tensión entre el universo real y lo real está alcanzando proporciones casi palpablemente insufribles: por un lado, nosotros estamos locos, especulaciones solipsistas sobre los futuros, fusiones, y así sucesivamente, que siguen su propia lógica inherente; por otro lado, la realidad está alcanzándome la forma de catástrofes ecológicas, pobreza, enfermedades en el Tercer Mundo, el derrumbamiento de vida social, la enfermedad de las vacas locas.”, sobre el mundo de la red, señala: ““Así, la Tierra (como Gaia) y el mercado global aparecen como gigantescos sistemas vivientes autoregulados cuya estructura básica se define en términos de procesos de codificación y decodificación, de transmisión de la información: La concepción de la Web como un organismo vivo a menudo aparece en contextos que pueden parecer liberadores, por ejemplo, contra la censura estatal en Internet. Sin embargo, esta demonización del Estado es totalmente ambigua, en la medida en que en general forma parte del discurso de la derecha populista y/o el liberalismo de mercado, cuyo objetivo principal apunta a aquellas intervenciones estatales que tratan de mantener la seguridad y un mínimo equilibrio social. Aquí resulta ilustrativo el título del libro de Michael Rothschild: Binomics: The Inevitability of Capitalism. Así, mientras los ideólogos del ciberespacio pueden soñar con el próximo paso evolutivo –en el que ya no interactuaremos mecánicamente en tanto individuos "cartesianos", en el que cada "persona" cortará el vínculo sustancial con su propio cuerpo y se concebirá como parte de la nueva Mente holística que vive y actúa a través de cada uno-, esta "naturalización" de la World Wide Web o del mercado oculta el conjunto de relaciones de poder (de decisiones políticas, de condiciones institucionales) que necesitan los "organismos" como Internet (o el mercado, o el capitalismo, etcétera) para prosperar.” Pascal Brukner, sociologo frances, respecto al individuo moderno señala: “En los últimos cincuenta años del siglo XX se opera una transformación que convierte a la dicha en un imperativo. El capitalismo pasa del sistema de producción basado en el ahorro y el trabajo, al sistema de consumo, que supone gasto y despilfarro. Esta nueva estrategia integra el placer en lugar del excluirlo y lo convierte en el motor del desarrollo. Al mismo tiempo el individuo ha adquirido pleno estatuto de autonomía, y ya "libre" para ser feliz, será el único culpable si no lo consigue. La felicidad se transforma en un slogan publicitario. El placer, la salud y la salvación empiezan a ser sinónimos en un mundo en el que el cuerpo parece el horizonte insuperable. Hay dos dominios privilegiados del deber de la satisfacción: la sexualidad y la salud, ya que ambas pueden medirse y son objeto de atención continua. La presión se instala entonces en reductos impensables: "en la intimidad del dormitorio los amantes se presentan al examen de la felicidad y se preguntan '¿estamos a la altura?'." Del mismo modo existe una obsesión por la salud que termina por negar lo que constituye su principal virtud: la indiferencia hacia uno mismo. La prensa frívola muestra el ejemplo de los vencedores. Estos mensajes de aparente ligereza son de una severidad terrible, están llenos de imperativos que ordenan las mil fórmulas --sacrificadamente difíciles-- para parecerse a esos seres sublimes. Y así, los constructores de la felicidad inventan nuevas formas de la desdicha: "probablemente somos las primeras sociedades de la historia que han hecho a la gente infeliz por no ser feliz". “ Siempre habrán muchos pensadores haciéndose las preguntas que otro tanto quieren obviar.