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martes, septiembre 17, 2013

LA LEY EN COLOMBIA FRENTE A CIERTAS EXPERIENCIAS GRAVES

Sucesos como los de la discoteca en la localidad de Kennedy  en Bogotá, donde por una medida policiva desproporcionada murieron seis personas, confirma como estamos de lejos en el conocimiento de la ley; cual deben ser los criterios para su aplicación,  cual debe ser la actitud del colectivo, en otras palabras, como la percibe la conciencia ciudadana; cual es la concepción filosófica de legisladores cuando las crean, como la entienden las autoridades y la ciudadanía. La falta de sentido práctico con respecto al papel que cumple la ley y las autoridades en la sociedad desde un contexto general  son preponderantes. Nuestros legisladores se les ha metido que todo se soluciona con cárcel, legislan al calor de los sucesos, no tienen   ponderación, realmente, muy pocos saben de derecho, menos de política criminal. Es inexplicable, sí un ciudadano del común roba un celular, termina en la cárcel; por un problema  de violencia intrafamiliar se resuelve siempre con cárcel  cárcel; penas de cárcel que convierten en criminales a padres sin empleo;  muchachos que los encierran por portar dosis personal (como siempre lo ha intentado siempre la bancada Uribista), esta ley fue aprobada sin ninguna discusión seria en el congreso, por una mayoría borrega, sino me equivoco, se llamó: De las pequeñas causas. Recuerdo mis clases de criminología, los conceptos de des-criminalización, despenalización, resocialización y  las teorías  sobre la relación intrincada entre delito y la sociedad.  Decían sus teóricos ( Lola Aniyar De Castro, Safaroni, sí mi memoria no me falla) que la sociedad engendra sus propios males y hay una responsabilidad general de la misma, del estado, por lo que sucede a su interior. Me imagino que existe una política preventiva en cada renglón, pero de hecho no está funcionando. El estado colombiano es carcelario. Quien haya entrado a una sitio de estos, sabe que son verdaderos antros del crimen: Se cobra por patio, por la dormida, por los colchones, por la almohada, porque no molesten, por una llamada, por los cursos…por todo. El olor a marihuana es desesperante, existen los caciques de patio y hay plataformas de corrupción del IMPEC  inmodificables, el tema no es fácil de tratar.
El editorial del periódico “El tiempo” de Colombia,  es absolutamente claro frente a este hecho triste: “Una nueva tragedia en Bogotá nos recuerda que, cuando las normas no quedan bien estructuradas, cuando se deja todo a la libre interpretación o se baja la guardia en su control y cumplimiento, las consecuencias pueden ser dolorosas.” Nada más cierto. Pero un suceso de estos en vez, que debe servir de ejemplo de, lo que debemos hacer, se convierte en el pretexto para incurrir en los mismos errores. Sí se miran con cuidado todo los procedimientos, declaraciones y actitudes de las autoridades, los legisladores y los concejales, dejan mucho que desear. Pocas personas han tenido una actitud razonable. La radio, pese al papel relevante e importante que cumple, también tiene un manejo indelicado y farandulero de tan delicado tema. A ello se suma la mano de periódicos amarillos que son la comida de todo el mundo por ochocientos pesos, donde sólo se muestra sangre y se vende con  fotos y textos deplorables y oprobiosos.
Colombia tiene sucesos muy graves a diario. Pero nunca hemos aprendido de nuestras experiencias. Esperare como se resuelve este suceso, que debe ser analizado por encima de las circunstancias coyunturales.