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sábado, marzo 07, 2020

LAS POLÍTICAS DE GÉNERO EN COLOMBIA



Los dos últimos gobiernos han estado muy comprometidos con generar un marco legal en pro de la equidad de género.  Empecemos por definir a qué llamamos políticas de género desde la ley. Se trata de establecer el marco institucional y orientar las políticas y acciones por parte del Gobierno para garantizar la equidad y la igualdad de oportunidades de las mujeres, en los ámbitos público y privado. Se parte de la inequidad histórica que se ha tenido con las mujeres, es abrumadora. Estaban marginada de casi todas las actividades. Recordemos algunos ejemplos: El derecho al sufragio, el derecho a ser propietarias, no tener acceso a la educación superior, en Colombia fue López Pumarejo quien les permitió ser consideradas sin restricción alguna en la universidad pública, estos son sólo algunos ejemplos de muchos. La gramática ha sido la primera que refleja una discriminación absoluta. El hombre desde el idioma se ha robado la mayoría de todos los roles, como si las mujeres no existieran. La genealogía a la inequidad podríamos hacerla desde la gramática.

Un documento académico establece: Existe un uso sexista de la lengua en la expresión oral y escrita (en las conversaciones informales y en los documentos oficiales) que transmite y refuerza relaciones asimé­tricas, inequitativas y jerárquicas que se dan entre los sexos en cada sociedad y que es utilizado en todos los ámbitos de la misma”[1]. Categoriza este documento: “Una comunicación incluyente, no sexista y libre de discriminación, a través del uso de un lenguaje visual, oral y textual que demuestre la participación igualitaria de mujeres y hombres”. Busca: “Resolver las dudas sobre el uso de una comunicación incluyente, proponiendo diversas formas de expresarse con un lenguaje no discriminatorio, así como con ideas para la creación de imágenes y audios libres de discriminación y sexismo”. Debemos empezar por reformar el lenguaje, esta es la primera tarea sería en términos de equidad.

La voluntad de cambio del gobierno parte del reconocimiento del aporte que las mujeres hacen a la producción y reproducción de nuestra sociedad, a su preparación, al deseo de empoderarse, de ser protagonistas. Un documento del gobierno anterior expresaba: “Las mujeres como sujetos sociales contribuyen al desarrollo del país en todos los ámbitos, sin embargo, aún persisten diversas formas de discriminación que aún las afectan y que impiden el ejercicio de sus derechos y la ampliación de sus capacidades. Existe aún en el país una brecha considerable entre el reconocimiento de derechos y el ejercicio de éstos para la mayoría de mujeres, especialmente para aquellas que enfrentan situaciones de especial vulnerabilidad o aquellas que evidencian la intersección de múltiples discriminaciones, generándoles una afectación desproporcionada y una relación inequitativa” [2].

La ley 823 del 2003 es la primera de varias en favor de la inequidad. Está ley se fundamenta en el reconocimiento constitucional de la igualdad jurídica, real y efectiva de derechos y oportunidades de mujeres y hombres, en el respeto de la dignidad humana y en los principios consagrados en los acuerdos internacionales sobre esta materia. La igualdad de oportunidades para las mujeres, y especialmente para las niñas, es parte inalienable, imprescriptible e indivisible de los derechos humanos y libertades fundamentales. La ley 1496 del 2011 que busca establecer la equidad en todos los actos del gobierno, desde los nombramientos hasta los reconocimientos de derechos antes inexistentes, ley 1009 del 23 de enero del 2011 que creó el observatorio de asuntos de género. Se me han podido pasar leyes y decretos con fuerza de ley, el hecho es que hay una actitud de cambio que ha tenido efectos prácticos y resulta históricamente importante, las cosas no serán como antes desde que se asumió este cambio paradigmático.

Aun así, las mujeres siguen siendo discriminadas, maltratadas y están lejos de tener un trato igualitario. El segundo sexo empieza con esta elucidación: “Pero, en primer lugar, ¿qué es una mujer? «Tota mulier in utero: es una matriz», dice uno [TOTA MULIER EST IN UTERO: «Toda la mujer consiste en el útero». Para indicar que la mujer está condicionada por su constitución biológica. Sin embargo, hablando de ciertas mujeres, los conocedores decretan: «No son mujeres», pese a que tengan útero como las otras. Todo el mundo está de acuerdo en reconocer que en la especie humana hay hembras; constituyen hoy, como antaño, la mitad, aproximadamente, de la Humanidad; y, sin embargo, se nos dice que «la feminidad está en peligro»; se nos exhorta: «Sed mujeres, seguid siendo mujeres, convertíos en mujeres.» Así, pues, todo ser humano hembra no es necesariamente una mujer; tiene que participar de esa realidad misteriosa y amenazada que es la feminidad. Esta feminidad ¿la secretan los ovarios? ¿O está fijada en el fondo de un cielo platónico? ¿Basta el frou-frou de una falda para hacer que descienda a la Tierra? Aunque ciertas mujeres se esfuerzan celosamente por encarnarla, jamás se ha encontrado el modelo. Se la describe de buen grado en términos vagos y espejeantes que parecen tomados del vocabulario de los videntes”. Esta es la primera disertación seria, profunda sobre el derecho de las mujeres, con amplias elucidaciones filosóficas sobre el tema. Judth Blutter lo dice de manera más clara: Los términos que nos permiten ser reconocidos como humanos son articulados socialmente y son variables. Y, en ocasiones, los mismos términos que confieren la cualidad de «humanos a ciertos individuos son aquellos que privan a otros de la posibilidad de conseguir dicho estatus, produciendo así un diferencial entre lo humano y lo menos que humano".

Las mujeres empiezan a situarse. Simone de Beauvoir expresaba en "Segundo sexo" con cierta ironía, frente a la actitud de cambio: “Está claro que ninguna mujer puede pretender sin mala fe situarse por encima de su sexo. Una conocida escritora rehusó hace unos años permitir que su retrato apareciese en una serie de fotografías consagradas precisamente a las mujeres escritoras: quería que se la situase entre los hombres; más, para obtener ese privilegio, tuvo que recurrir a la influencia de su marido. Las mujeres que afirman que son hombres, no reclaman por ello menos miramientos y homenajes masculinos. Me acuerdo también de aquella joven trotskista de pie en una tribuna, en medio de un mitin borrascoso, que se aprestaba a dar un puñetazo sobre el tablero, a pesar de su evidente fragilidad; ella negaba su debilidad femenina, pero lo hacía por amor a un militante del cual se quería igual. La actitud de desafío en que se crispan las americanas demuestra que están obsesionadas por el sentimiento de su feminidad”.

En un país donde todo nos llega tarde, este cambio es evidente y las mujeres cada día ganan más espacios, gran parte de la sociedad joven las apoya y las leyes que garantizan el cambio han venido apareciendo. Es un hecho, cada vez son más visibles en todas las instancias, lo que es muy significativo.