Si no acepta el gobierno
que el país está entrando en una recesión y que la economía puede caer en una fase
inercial grave a todas luces, es difícil
que salgamos adelante. Las locomotoras definitivamente no arrancan. Las protestas sociales son el pan de cada día
y la industria y el comercio realmente viven una baja que sobre-pasa la
coyuntura típica de esta época y sobra decir que llevan un tiempo muy largo en
esta fase, es seguro que de no tomarse medidas urgentes, el gobierno se llevará
un fiasco muy grande.
Hay algunos hechos que nos
dejan perplejos y que dicen mucho de
nuestra capacidad para utilizar los recursos públicos, direccionarlos
adecuadamente y fomentar desarrollo. Lo
que pasó con las ayudas y las medidas tomadas en la crisis invernal de hace dos años, es emblemático. Donde está
el dinero, las obras y las soluciones, realmente por ninguna parte aparecen, la tragedia
es peor. Nada de lo planeado parece haberse hecho y da tristeza que no pase nada, nadie se expresa al respecto. Lo
mismo pasa con las regalías, están vienen perdiéndose por vía de la corrupción endémica
de este país, nunca hemos entendido, que podremos hacer mil reformas, pero sí no cambiemos nuestra actitud, la conducta en sí, la matriz ética, es difícil que superemos el problema.
Uno se pregunta, dónde está la responsabilidad social de las empresas, que pasa con la baja de los salarios, el empleo informal y el contrabando, son variables que crecen y afectan la tranquilidad del ciudadano de a pie. Sabemos que no solo la responsabilidad le cabe al gobierno y que los empresarios deben asumir su rol en estos puntos. Es un hecho. El ciudadano común cada día está más inerme, atrapado entre decisiones absurdas que lo afectan gravemente y nadie hace nada.
Uno se pregunta, dónde está la responsabilidad social de las empresas, que pasa con la baja de los salarios, el empleo informal y el contrabando, son variables que crecen y afectan la tranquilidad del ciudadano de a pie. Sabemos que no solo la responsabilidad le cabe al gobierno y que los empresarios deben asumir su rol en estos puntos. Es un hecho. El ciudadano común cada día está más inerme, atrapado entre decisiones absurdas que lo afectan gravemente y nadie hace nada.
La cifra de la tasa de
crecimiento en 2.8, no es nada alentadora. El gobierno habla del 4.5 %, la CEPAL
de 4.4, el Banco Mundial del 4.5, lo que nos parece muy optimista. Es preciso advertir
que era difícil que evitáramos tener consecuencia sobre la economía interna,
sus efectos incluso se habían demorado mucho y en esto la política del gobierno
surtió los resultados de esquivarla inteligentemente.
Michel Potter, en Bogotá
señalaba, algo que para esta coyuntura es importante tener en cuenta, pues no
podemos caer en la posición facilista de pretender que el gobierno nos
solucionará todo: “No hay que confundirse: la riqueza no la producen los
gobiernos, ni las fundaciones, sino las empresas. Con esa riqueza se genera
bienestar porque entrega recursos a los demás agentes para que gasten, pero hay
que garantizar que se siga reproduciendo el capital, como condición de mantener
el progreso”.
Las alarmas no mienten, la
infra-estructura no arranca. Trescientos kilómetros en carretera parecen ser
consuelo de bobos. La infra-estructura está lejos de prender motores. Se diseñó
una política basada en cuatro locomotoras, que pasa con este plan de acción
sería la pregunta pertinente, el mismo interrogante me suscita el sector agrícola.
La vivienda constituye la única variable exitosa. El gobierno debería
focalizarse en desarrollar su plan de desarrollo, lo demás es tapar goteras. Las tendencias no son buenas. La industria está lejos de ser
competitiva. Como serán las decisiones del presidente, es el interrogante que queda abierto . Amanecerá y veremos.