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miércoles, noviembre 25, 2009

EL TANGO Y EL SENTIMIENTO FRONTAL DE UN PUEBLO ESCEPTICO
Es muy paradójico y a la vez triste confrontar la belleza inconmensurable de Buenos Aires, las buenas maneras de sus gentes, la cultura y la grandilocuencia de su arquitectura republicana que rememora las mejores épocas de una prosperidad sin parangón, con el escepticismo galopante de sus moradores, quienes en ningún momento disimulan su pesimismo intenso frente al futuro de su nación, dejando ver una desesperanza dolorosa, que matizan con una ironía inteligente y un humor cruel. Recordé un articulo que leí hace muchos años sobre el Bolero, el tango y la ranchera como expresiones del ser latinoamericano. No deja de ser curioso que estas formas emblemáticas de identidad, representen, la tragedia, el desamor y la desesperanza entre cabronadas, traiciones y alcohol en un retruécano de pesimismo que, como un hoyo negro nos atrapa, pero que inexplicablemente disfrutamos. Nos encanta la cantina, el arrabal, los combos, la esquina peligrosa, los torcidos, la traición, los cuchilleros, los corridos, como parte de una realidad de la que en apariencia no escaparemos y la cual nos sobrepasa trágicamente. Ahora que estuve en la tierra de Ezequiel Martínez Estrada, de Borges, de Sábato, de las misteriosas librerías de corrientes, visite el “El viejo Almacén “, una esquina para ver el mejor tango de la ciudad, en un espectáculo inenarrable de dos horas. Viví el tango y no deje de reflexionar sobre la realidad que vive Argentina, escepticismo desbocado, de la mano de la belleza histriónica de los bailarines y la voz entrecortado de sus cantores. Borges, escribió a partir del 1934 de mucha maneras sobre el tango, su relación con esta expresión popular va más allá de las invaluables condiciones estéticas de sus escritos y refleja de muchas manera la realidad de una ciudad y el sentimiento de un pueblo. En “Evaristo Carriego”, recoge todo lo escrito sobre el tango hasta la fecha, en un ensayo absolutamente bello y revelador, que reflejan entrecruzamientos significativos entre el ser Argentino y el tango. Inicia con una sentencia sobre la música: “Schopenhauer (...) ha escrito que la música no es menos inmediata que el mundo mismo; sin mundo, sin un caudal común de memorias evocables por el lenguaje, no habría, ciertamente, literatura, pero la música prescinde del mundo, podría haber música y no mundo. La música es la voluntad, la pasión; el tango antiguo, como música, suele directamente transmitir esa belicosa alegría cuya expresión verbal ensayaron, en edades remotas, rapsodas griegos y germánicos”. Adelanta reseña la relación primaria y entrañable del tango para los Poteños: “Tal vez la misión del tango sea ésa: dar a los argentinos la certidumbre de haber sido valientes, de haber cumplido ya con las exigencias del valor y el honor (Obras completas, 1923-1972, Emecé, Bs. As., 1979, págs. 161/2).” De hecho en alguna conversación expresó: "Todo el trajín en una de la ciudad, todo lo que mueve a los hombres – la ira, el temor, el deseo, el goce carnal- es materia que motiva a los autores de tango. Yo creo que no sería disparatado afirmar que el tango es una vasta expresión de la inconexa comédie humaine de la vida de Buenos Aires.” Tal ves su historia nos sirve para desentrañar algunas claves: En esencia el tango es una expresión artística de fusión, de naturaleza netamente urbana y raíz suburbana («arrabalero»), que responde al proceso histórico concreto de la inmigración masiva, mayoritariamente europea, que reconstituyó completamente las sociedades rioplatenses, especialmente las de Buenos Aires y Montevideo, a partir de las últimas décadas del siglo XIX. Sus letras, ese dejo cargado de un pesimismo que no se oculta, ahora trasciende, pues el Argentino hoy se siente sin destino, golpeado por una clase dirigente sin norte y en medio de una ciudad monumental que les recuerda la grandeza de un pasado que parece no volverá.