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domingo, mayo 03, 2020

SOBRE BAILARINES Y GORRIONES


El periódico El país” de España es un verdadero faro de luz, pensamiento libre, con excelentes colaboradores, que nos permite no solamente estar informados de la mejor manera de lo que pasa en España y el mundo, sino acceder a los grandes pensadores y escritores. Rosa Montero es una gran novelista española, este artículo publicado hoy, no sólo es lúcido, sino que nos ayuda a entender este momento. Espero sea importante para mis lectores. CESAR H BUSTAMANTE

Rosa Montero
2 MAY 2020 - 17:00 COT

¿Qué podemos hacer con las heridas de la vida sino intentar convertirlas en luz para que no nos destruyan?
Entre la catarata de contenidos visuales y sonoros que están circulando durante el confinamiento por las redes, he recibido un vídeo que tal vez conozcan (y si no, por favor, búsquenlo). En él, una treintena de artistas del Ballet de la Ópera de París interpretan, cada uno desde el encierro de su hogar, la maravillosa y sobrecogedora ‘Danza de los caballeros’ del Romeo y Julieta de Serguéi Prokófiev. Dura tan sólo 4 minutos y 30 segundos, pero es de las cosas más extraordinarias que he visto en mi vida. Conmovedor hasta hacer saltar las lágrimas. Lo colgué de mi Facebook, y una lectora tan impactada como yo, Sabrina Bonifacio, comentó: “Esto me hizo pensar en lo hermosa que es la humanidad”. Así de impresionante es.

Hay algo en la danza que siempre me ha emocionado mucho. Quizá sea por el absoluto sacrificio de los bailarines, por la manera en la que tienen que doblegar y atormentar sus cuerpos para convertirlos en un dibujo efímero, en un trazo de escritura aérea hecha con la carne. Y todo ese esfuerzo inaudito, las inacabables horas de ensayo y el dolor que deben soportar, culmina en un espectáculo que quizá repitan cinco veces. Esto es, se matan por conseguir apenas unos minutos de hermosura. Por alcanzar el milagro de transmutarse en música.

Es tan trabajoso y al mismo tiempo tan fugaz el oficio de la danza que, si se piensa bien, quizá sea el arte más loco, esto es, el más puro, el más sublime. El que en verdad tiene como principal motivación el anhelo de rozar la belleza. Los jóvenes artistas del vídeo, en fin, mueven sus disciplinados cuerpos con una facilidad dificilísima. Levantan una pierna majestuosa en el dormitorio, convierten sus torturados pies en curvas perfectas en el comedor o bailan en la cocina junto a una niña vestida con un tutú diminuto. Y todo lo hacen al compás de la aterradora pieza de Prokófiev, una elección musical magnífica, porque es a la vez amenaza y belleza. La amenaza del virus; y la belleza como arma desesperada pero luminosa de los seres humanos contra el dolor. Hay una frase del pintor Georges Braque que cito a menudo: “El arte es una herida hecha luz”. En efecto, ¿qué podemos hacer con las heridas de la vida sino intentar convertirlas en luz para que no nos destruyan?

La pandemia nos ha demostrado, una vez más, el nulo control que tenemos los humanos sobre nuestro destino: somos hormigas indefensas y pataleantes. Pero, a diferencia de las hormigas, estamos tocados por la maravillosa locura de la belleza. Y es tan importante para nosotros ese ensueño de armonía, esa pasión transcendente y grandiosa que nos une, que en los momentos más trágicos de la humanidad arriesgamos la vida por preservarla. Como la arriesgó el conservador del Louvre que, durante la ocupación alemana de París en la Segunda Guerra Mundial, se llevó La Gioconda y la escondió. En medio de una tragedia colosal y del exterminio de millones de personas, ese hombre se jugó el cuello por una vieja tabla embadurnada con pigmentos de colores. Y lo más fascinante es que lo comprendemos.

Hay un chiste triste y tierno de un gorrión que está picoteando en busca de comida entre las vías del tren cuando ve que se acerca una locomotora. Intenta alzar el vuelo, pero advierte que se le ha quedado la patita enganchada debajo del raíl. Tira y tira de la pata, aletea con todas sus fuerzas mientras el monstruo de hierro se le viene encima; y cuando ya es inevitable que lo arrolle, el gorrión se endereza, hincha y esponja el pecho y exclama: “Bueno: pues si descarrila, que descarrile”. A los humanos nos pasa lo mismo: frente a un horror monumental, frente a la locomotora de la pandemia, levantamos con arrogancia una pierna perfecta de bailarín, un empeine de curvatura admirable. ¿Y saben qué? El arte es en verdad un arma para nosotros tan poderosa que viendo el vídeo del ballet pensé: si todos los habitantes del planeta lográramos conectar al mismo tiempo en este sentimiento oceánico, en esta aguda percepción de lo bello; si todos pensáramos a la vez en lo hermosa que es la humanidad, originaríamos una energía positiva tan brutal que no sólo seríamos capaces de acabar con el virus, sino incluso de alterar el rotar de la Tierra. Tan gorrión soy.






ALVARO






Estamos ante un escritor consumado, está descontado, la biografía es narrada con una excelente prosa, con el orden y el cuidado que la misma exige. El texto es claro, directo, sin arabescos, sin florituras.

Siempre me había preguntado, quién se le va medir a la biografía de Álvaro Gómez Hurtado. La inteligencia y lucidez de este personaje es absoluta. Vivió inmerso en los principales hechos desde el año 40 del siglo XX hasta casi el final del mismo, fue protagonista de cargo, adentro y fuera del régimen, como solía decir, su vida constituye un verdadero reto en materia de investigación.

He tenido pasión por las grandes biografías, de hecho, estoy leyendo la biografía de Keynes escrita por Robert Skidelski. Personajes como Álvaro Gómez son difíciles de atrapar, de contar y estudiar para una biografía, más con los radicalismos en que vivimos, nuestra historia siempre es confusa. Recuerdo los retos de Gabriel García Márquez para escribir “El general en su laberinto”, no solo frente al cumulo de textos sobre el libertador, sino el hallazgo de un país con la capacidad de tergiversar cualquier hecho, por claro que parezca.

Hay una etapa de formación, incluye la estadía en Buenos Aires, en plena caída del conservatismo en el año 28, el periplo por Europa, Paris, España, Berlín y por su puesto los estudios de Derecho en Bogotá. Los autores donde abreva el Doctor Avaro Gómez son muchos, desde Spengler, Nicolai Berdiaaeff, Ortega y Gasset, Charles Maurras, Leon Daudet, Dostoyevski, Plutarco, para sólo citar los más emblemáticos.  En estos dos capítulos asistimos a la formación canónica de un hombre que vivió y se formó en medio de las luchas ideológicas enconadas de su padre.  Hay un hecho que desconocía, la creación de la revista la Unidad y revivir la Academia caro, confirma la tradición de gramáticos y filólogos, en Colombia siempre estuvieron cercanos al poder y al talante tradicional del partido conservador. Estas empresas las llevó a cabo al lado Guillermo Camacho Montoya y Francisco Fandiño. Constain narra con lujos estos detalles, en medio de la consolidación del franquismo en España y los hechos que dieron inició a la primera guerra mundial los que incidieron de manera grave en nuestra historia.

La vida de Álvaro, la del siglo veinte de Colombia, gracias a los hechos atribulados del país, terminaron convirtiéndolo en un hombre reflexivo, profundo, mantenía una preocupación por el país desde una actitud y mentalidad excepcional, su INRI que toda la vida lo persiguió, le marcó indefectiblemente, al final fue un hombre por fuera de apasionamientos, después de muchos hechos controvertibles, le cabía el país en la cabeza como solían decir, por su cultura y las experiencias trágicas en las que tuvo inmerso.  Pública por esta época su primer libro: “El paraíso perdido del sóviet”, su tesis de derecho se llamó “La influencia del estoicismo en el derecho civil”. Le tocó vivir desde el poder en manos de su padre y Urdaneta el asesinato de Gaitán. La historia no ha podido dilucidar, a pesar de la infinidad de estudios, las responsabilidades de la clase dirigente de manera clara, lo que no los exime. Los dirigentes liberales y los líderes conservadores fustigaron una guerra civil, la responsabilidad en este ítem es absoluta, sembró odios que dieron principio al conflicto interno, la clase dirigente y política aún no se deslinda del todo de estos fanatismos, se siguen heredando, se les suma el problema de la tenencia de la tierra y las ambiciones de una elite por perpetuarse en el poder, hechos que nos han dejado asesinatos, masacres y por su puesto una corrupción enconada.

La violencia en Colombia no tiene parangón en Latinoamérica, es muy cruel, afectó y sigue afectando a la población más vulnerable. Desde el cincuenta, hasta el día de hoy nunca hemos dejado de matarnos. El narcotráfico es ahora el problema más grave del país.

Los capítulos 7,8 y 9 son fundamentales para entender ciertas prejuicios conceptuales, se asumen siempre como ciertos, categorías que se imponen  sobre Laureano y Álvaro frente a muchos hechos, que prevalecen en cualquier análisis, por lo menos en la mayoría, sobre su papel en el conflicto entre el 46 y el frente nacional, categorías  sesgadas, el autor aclara que no es una defensa, simplemente que hay factores críticos que no se han tenido  en cuenta, pese a que no los exime, deja en calro esta perspectiva. Queda claro, la clase dirigente tiene responsabilidades incuestionables en la violencia que nos ha tocado vivir, por atizar, fue la constante, partidista, radical y entronizada siempre como marco de solución de nuestras diferencias.  Transcribe el “Discurso del silencio” de Jorge Eliecer Gaitán en febrero del 48. Los historiadores tienen aún una tarea muy grande en estos esclarecimientos. El autor nos entrega una pieza magistral, pese a que nunca pretende ser dueño de la verdad. Habla a partir de los documentos y los hechos que tiene a la mano y que curiosamente no atendemos. Las responsabilidades de los partidos en nuestra violencia no tienen duda alguna, pero no es como no la cuentan la mayoría de documentos.

Transcribo el inicio del capítulo IX que es magistral en mi criterio:

“cómo había de juzgarse el gobierno de Laureano Gómez? La verdad es que es muy difícil porque por lo general, al menos en la historiografía colombiana, ese juicio se ha hecho desde una perspectiva partidista o tendenciosa, con un claro interés apologético o hagiográfico o difamatorio o destructivo: para amarlo o odiarlo, como dijo Guillermo Valencia; para quemarlo con el incienso de los Santos o hacerlo arder en la hoguera de hielo del infierno. Como si las mismas categorías que sirvieron para aproximarse a su compleja figura en vida, se hubieran perpetuado en el tiempo para estudiar su legado. Eso es un poco también, por otro lado, y creo que ya lo había dicho aquí, la suerte historiográfica en términos muy amplios al periodo que llamamos la violencia, sobre el que muchas veces se aplican categorías de análisis que nacieron en su propio seno y adolecen de sus mismo defectos y sus mismas pasiones y prejuicios: Dogmas y sesgos que se asumen como verdades científicas cuando no lo son, ideas heredadas que cada generación asienta y repite sin beneficio de inventario (Pág 245 Jusn Esteban constaín,. Randon Hause Literatura).

Tenía muchas dudas sobre la biografía, al final pienso que ha sido un excelente trabajo. Su lectura es igualmente muy agradable, revivimos momentos de nuestra historia bastante olvidados, pese a que la academia los ha estudiado con juicio. Poco a poco vamos entrando en la vida de un hombre de suma importancia para la vida nacional, hasta llegar al asesinato no esclarecido y donde están comprometidos muchos personajes de la elite, una parte del narcotráfico, el propio gobierno de turno y estamentos militares.

Después del capítulo IX, se narra los hechos de la dictadura, el frente nacional, su candidatura y el periodo entre el 74 y su muerte.  Esta biografía es una excelente manera de recordar hechos de nuestra historia. Quiero dejar inquietos a mis lectores.