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martes, febrero 05, 2008

LO OBVIO Y TRIBIAL DE LAS COLUMNAS
EN NUESTROS
PRINCIPALES DIARIOS
Escribir columnas para un diario es un privilegio y un placer, tanto para el que las escribe como para quien las lee. Entre el escritor y el lector se establece una relación sin igual, casi intimista. Este ejercicio es una arte. Según Paul Johnson precedidos por Montaigne y Bacon, el siglo dieciocho vio el nacimiento de la columna. El Spectator de Addison y Steele era un periódico con columnas, al igual que el Rambler, el Adventurery el Idler de Samuel Johnson, el Watchman de Coleridge, que duró sólo diez números, y su Friend, que duró veintiocho. Este autor establece en un excelente artículo los requisitos imprescindibles de una buena columna: Conocimiento, cultura, instinto, relaciones intensas con el entorno, ideas y el reflejo que decanta en sus párrafos donde “las lecturas deben estar presentes -cuantas más mejor- pero deslizadas con arte de prestidigitador, con gracia y economía, y sólo cuando son necesarias”. López Michelsen, excelso columnista, alguna vez escribió sobre este arte preocupado por la ligereza de ciertos columnistas nuestros. Las TIC, la Web 2.0 y por su supuesto su exponente más relevante el Blog, nos han permitido gozar de la opinión de columnistas y escritores hasta hace poco desconocidos y que son una opción diferente y más terrenal, frente a las columnas tradicionales de nuestros principales diarios. Algo está pasando en todo caso con nuestros columnistas más destacados. Lo obvio ronda sus opiniones. Es muy pobre el aporte frente al acontecer nacional e incluso en aquellas columnas con alguna especialidad, existe una estandarización de temas y posiciones que no aportan nada a la formación de opinión, a la construcción de saber y país. El tema de Chaves y Uribe nos sirve de ejemplo para demostrar como una infinitud de columnas trataban de lo mismo, sin ningún punto de vista excepcional, análisis diferenciador, saturando al lector con opiniones insustanciales, hasta el punto de evitarlas y no como solía pasar hace algunos años, cuando se buscaban afanosamente ciertos columnistas. Plumas destacadas como las de Antonio caballero parecen desgastadas, María Isabel Rueda ha caído en columnas sosas , cuando nos tenía acostumbrados a temas inteligentes y opiniones esclarecedoras; D'Artagnan con el que casi siempre discrepábamos, escribía con absoluto encanto y ahora parece agotado; el periódico el Espectador, con una gama de buenos columnistas, parece un crucigrama donde usted pone el nombre del columnista y ya sabe que va a decir y contra quien va a escribir, se repiten incansablemente. Los periódicos regionales nos dan más de lo mismo y en una suma de 20 o 30 columnas, tan solo se salvan unos pocos. Se podrá decir que la red, nos ha hecho un daño y el calado de la información que viene por ese camino, realmente está homogenizando los temas, las opiniones, como si nadie marcara la diferencia. Manuel Vicent, Juan Goytisolo en España, Humberto Eco, Christopher Hitchens, Juan Gabriel Vásquez en el Espectador, Barraza del tiempo, Héctor Abad Faciolince, Antonio Caballero en semana, nos demuestran que aun perduran plumas en los periódicos del talante de Calibán, Klim, Panesso Robledo, Hernando Castillo y por supuesto Jorge Chaild que hacían que uno comprara un periódico solo por el placer de leerlos. Otear los Blog nos ha dado sorpresas muy gratas con personajes absolutamente desconocidos, con columnas especiales, gratas, profundas, lo que constituye una verdadera revolución en materia periodística. Sobra decir que todos los errores expuestos son imputables a mis columnas.