El apetito voraz del capitalismo
terminará por cavar su propia tumba decía Carlos Marx. El primer libro del Capital, que es el único
que se publicó en vida, realiza un sustantivo análisis sobre la mercancía. Es
necesario retomarlo, pues sobra decir que hoy: Todo es mercancía, absolutamente
todo. Toda mercancía tiene un valor de uso y del valor de cambio. Una cosa vale de acuerdo al tiempo necesario
para producirlo, se necesita el capital y la fuerza de trabajo. Esto que parece
tan simple no lo es. El valor de la fuerza de trabajo es equivalente a todo lo
necesario para mantener la fuerza de trabajo, ósea aquel para que el asalariada
vuelva siempre al trabajo. Habló de igual manera de fetichismo de la mercancía,
otro de sus grandes aportes, las mercancías encubren las condiciones de su
producción, que casi siempre son de explotación. Aparece otro concepto vital:
la plusvalía. Mi profesor la definía de
manera muy simple: es el trabajo no remunerado del trabajador, es aquel que
queda en manos del capitalista. Así resolvía Marx lo referente a la mercancía. Otro
capítulo a tener en cuenta para entender la vigencia de su pensamiento es aquel
sobre la acumulación del capital. El capítulo 24 del primer tomo, que es uno de
los más bellos textos de teoría económica. El capitalista, quien ha logrado
acumular grandes sumas de dinero, para decirlo coloquialmente, es dueño de los
medios de producción o del dinero a carta cabal. Marx expresaba que esta
acumulación se hizo saqueando a la humanidad: “El capital
viene al mundo chorreando lodo y sangre”, acompañado de rapiña, piratería y
explotación. En realidad, la gran revolución
industrial se logró con la riqueza del continente americano, esto está descontado
y sabemos cómo fue que se llevaron estas riquezas. Pero cuál es la mercancía más
importante, la sangre del sistema: El dinero.
Hoy el dinero está en muy pocas
manos. La explotación pervive con más agudeza que nunca. Cómo viven los
asalariados, en un mundo, que nunca lo imaginó Marx, soportado en la más grande
revolución tecnológica que se haya tenido en la historia, donde la explotación
ha adquirido un grado de sutileza imperceptible y cruel, pero lleno de fetiches
y de alienación , sublimizada por el
consumo y los imaginarios vendidos por la publicidad y el cine. Estamos
falsamente alucinados, somos carne de cañón.
El peor sufrimiento lo lleva el
planeta, que esta saqueado en todo sentido. El capitalismo está sustentado en
el consumo, el crecimiento constante y el comercio global. Lo que nadie esperaba es que la consolidación
de las democracias liberales, el estado bienestar, terminaran cediendo a las
presiones del mercado, al capitalismo salvaje, que todo lo puede y al Darwinismo
económico. Es imposible lidiar con la ley del más fuerte, del mercado voraz,
para decirlo técnicamente. Sebreli cita a Keynes frente a la crisis del estado bienestar,
quien decía enfáticamente: “ El problema político de la humanidad es combinar
tres cosas: la eficiencia económica, la justicia social y la libertad
individual”. Ninguna por supuesto es respetada actualmente.
Agrega adelante el artículo: “Queda
una duda: saber si el bienestar económico de los países avanzados fue obra del
keynesianismo o la expresión de la extraordinaria prosperidad de posguerra. La
duda se acrecentó cuando pudo observarse, a partir de la crisis del petróleo en
la década del 70, que el modelo keynesiano también tenía sus lados débiles. La
política del bienestar provocaba, a la larga, inflación, déficit fiscal,
burocratización excesiva del Estado, trabajo caro e ineficiente y el cansancio
de las clases medias que pagaban impuestos para mantener a los desocupados. El
keynesianismo había sido un modelo eficaz para salir de la depresión; en
cambio, encontraba sus límites frente a la inflación que las deformaciones de
sus propias propuestas habían provocado”.
La crisis de Europa y del mundo
ha dejado una gran parte de la población sin posibilidades para sobrevivir, los
países están sobre-endeudados, los bancos al borde de la quiebra, el consumo se
ha disminuido y el desempleo es galopante. Lo peor el mundo está en mano de
unos pocos, hay una veintena de hombres
con más dinero que cualquiera de muchas naciones.
Adolfo Sánchez Vásquez recibiendo
el Honoris Causa con respecto a la vigencia del pensamiento Marxista decía: Algunas
de la tesis básica que están vigentes en Marx: “Tales son, para dar sólo unos
cuantos ejemplos, las relativas a la naturaleza explotadora, depredadora, del
capitalismo; a los conceptos de clase, división social clasista y lucha de
clases; a la expansión creciente e ilimitada del capital que, en nuestros días,
prueba fehacientemente la globalización del capital financiero; al carácter de
clase del Estado; a la mercantilización avasallante de toda forma de producción
material y espiritual; a la enajenación que alcanza hoy a todas las formas de
relación humana: en la producción, en el consumo, en los medios masivos de
comunicación, etcétera, etcétera”.
Sobra decir también que muchas de
las tesis de Marx perdieron totalmente sentido y se equivoco en muchas de sus profecías
y teorías, pero es un hecho, que nadie conoció y estudio mejor el capitalismo
en todas su estructura y contradicciones que este pensador alemán y que la
crisis actual del capitalismos se comprende a partir de sus textos y teorías,
se descifra para decirlo mejor, por ello es pertinente volverse a estudiar
cuidadosamente. Adolfo Sánchez expresó algo que me sirve de remate a este
pesado artículo:
En suma, el marxismo como teoría
sigue en pie, pero a condición de que, de acuerdo con el movimiento de lo real,
mantenga sus tesis básicas -aunque no todas-, revise o ajuste otras y abandone
aquéllas que tienen que dejar paso a otras nuevas para no quedar a la zaga de
la realidad. O sea, en la marcha para la necesaria transformación del mundo
existente, hay que partir de Marx para desarrollar y enriquecer su teoría,
aunque en el camino haya que dejar, a veces, al propio Marx.
Otra gran enseñanza de Marx fue:
Es necesario disentir en aquellos aspectos que nos afectan, es un derecho.