Powered By Blogger

lunes, mayo 21, 2012

EL MARXISMO Y LA CRISIS DEL CAPITALISMO




El apetito voraz del capitalismo terminará por cavar su propia tumba decía Carlos Marx.  El primer libro del Capital, que es el único que se publicó en vida, realiza un sustantivo análisis sobre la mercancía. Es necesario retomarlo, pues sobra decir que hoy: Todo es mercancía, absolutamente todo. Toda mercancía tiene un valor de uso y del valor de cambio.  Una cosa vale de acuerdo al tiempo necesario para producirlo, se necesita el capital y la fuerza de trabajo. Esto que parece tan simple no lo es. El valor de la fuerza de trabajo es equivalente a todo lo necesario para mantener la fuerza de trabajo, ósea aquel para que el asalariada vuelva siempre al trabajo. Habló de igual manera de fetichismo de la mercancía, otro de sus grandes aportes, las mercancías encubren las condiciones de su producción, que casi siempre son de explotación. Aparece otro concepto vital: la plusvalía. Mi profesor  la definía de manera muy simple: es el trabajo no remunerado del trabajador, es aquel que queda en manos del capitalista. Así resolvía Marx lo referente a la mercancía. Otro capítulo a tener en cuenta para entender la vigencia de su pensamiento es aquel sobre la acumulación del capital. El capítulo 24 del primer tomo, que es uno de los más bellos textos de teoría económica. El capitalista, quien ha logrado acumular grandes sumas de dinero, para decirlo coloquialmente, es dueño de los medios de producción o del dinero a carta cabal. Marx expresaba que esta acumulación   se hizo saqueando a la humanidad: “El capital viene al mundo chorreando lodo y sangre”, acompañado de rapiña, piratería y explotación.  En realidad, la gran revolución industrial se logró con la riqueza del continente americano, esto está descontado y sabemos cómo fue que se llevaron estas riquezas. Pero cuál es la mercancía más importante, la sangre del sistema: El dinero.

Hoy el dinero está en muy pocas manos. La explotación pervive con más agudeza que nunca. Cómo viven los asalariados, en un mundo, que nunca lo imaginó Marx, soportado en la más grande revolución tecnológica que se haya tenido en la historia, donde la explotación ha adquirido un grado de sutileza imperceptible y cruel, pero lleno de fetiches y de  alienación , sublimizada por el consumo y los imaginarios vendidos por la publicidad y el cine. Estamos falsamente alucinados, somos carne de cañón.
El peor sufrimiento lo lleva el planeta, que esta saqueado en todo sentido. El capitalismo está sustentado en el consumo, el crecimiento constante y el comercio global.  Lo que nadie esperaba es que la consolidación de las democracias liberales, el estado bienestar, terminaran cediendo a las presiones del mercado, al capitalismo salvaje, que todo lo puede y al Darwinismo económico. Es imposible lidiar con la ley del más fuerte, del mercado voraz, para decirlo técnicamente. Sebreli cita a  Keynes frente a la crisis del estado bienestar, quien decía enfáticamente: “ El problema político de la humanidad es combinar tres cosas: la eficiencia económica, la justicia social y la libertad individual”. Ninguna por supuesto es respetada actualmente.

Agrega adelante el artículo: “Queda una duda: saber si el bienestar económico de los países avanzados fue obra del keynesianismo o la expresión de la extraordinaria prosperidad de posguerra. La duda se acrecentó cuando pudo observarse, a partir de la crisis del petróleo en la década del 70, que el modelo keynesiano también tenía sus lados débiles. La política del bienestar provocaba, a la larga, inflación, déficit fiscal, burocratización excesiva del Estado, trabajo caro e ineficiente y el cansancio de las clases medias que pagaban impuestos para mantener a los desocupados. El keynesianismo había sido un modelo eficaz para salir de la depresión; en cambio, encontraba sus límites frente a la inflación que las deformaciones de sus propias propuestas habían provocado”.
La crisis de Europa y del mundo ha dejado una gran parte de la población sin posibilidades para sobrevivir, los países están sobre-endeudados, los bancos al borde de la quiebra, el consumo se ha disminuido y el desempleo es galopante. Lo peor el mundo está en mano de unos pocos, hay una veintena de  hombres con más dinero que cualquiera de muchas naciones.
Adolfo Sánchez Vásquez recibiendo el Honoris Causa con respecto a la vigencia del pensamiento Marxista decía: Algunas de la tesis básica que están vigentes en Marx: “Tales son, para dar sólo unos cuantos ejemplos, las relativas a la naturaleza explotadora, depredadora, del capitalismo; a los conceptos de clase, división social clasista y lucha de clases; a la expansión creciente e ilimitada del capital que, en nuestros días, prueba fehacientemente la globalización del capital financiero; al carácter de clase del Estado; a la mercantilización avasallante de toda forma de producción material y espiritual; a la enajenación que alcanza hoy a todas las formas de relación humana: en la producción, en el consumo, en los medios masivos de comunicación, etcétera, etcétera”.
Sobra decir también que muchas de las tesis de Marx perdieron totalmente sentido y se equivoco en muchas de sus profecías y teorías, pero es un hecho, que nadie conoció y estudio mejor el capitalismo en todas su estructura y contradicciones que este pensador alemán y que la crisis actual del capitalismos se comprende a partir de sus textos y teorías, se descifra para decirlo mejor, por ello es pertinente volverse a estudiar cuidadosamente. Adolfo Sánchez expresó algo que me sirve de remate a este pesado artículo:
En suma, el marxismo como teoría sigue en pie, pero a condición de que, de acuerdo con el movimiento de lo real, mantenga sus tesis básicas -aunque no todas-, revise o ajuste otras y abandone aquéllas que tienen que dejar paso a otras nuevas para no quedar a la zaga de la realidad. O sea, en la marcha para la necesaria transformación del mundo existente, hay que partir de Marx para desarrollar y enriquecer su teoría, aunque en el camino haya que dejar, a veces, al propio Marx.
Otra gran enseñanza de Marx fue: Es necesario disentir en aquellos aspectos que nos afectan, es un derecho.