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lunes, abril 08, 2019

TECNOLOGÍA Y DESARROLLO SOSTENIBLE


En la oficina, que es de consultaría minera,  tratando de obtener ventajas de la tecnología para la puesta en marcha de mecanismos de desarrollo sostenible en lo que hacemos, nosotros, que tan solo manejamos lo aspectos jurídicos, fuimos sorprendidos por uno de los socios, quien expresó: El primer interrogante que debemos resolver, es cuánto sabemos realmente de desarrollo sostenible?. Esto me cuestionó de sobremanera, la pregunta fue pertinente. Trataré de ser escueto. 
Jeffrey Sachs, el premio nobel de economía, en un texto llamado: “La era del desarrollo sostenible”  publicado hace dos meses, define el concepto al principio: Es un “concepto básico para nuestra era en tanto una forma de entender el mundo como método para resolver los problemas globales”. El punto de partida es nuestro super-poblado planeta y el maltrato recibido a lo largo de cinco siglos de desarrollo industrial, que ha roto el equilibrio natural y que hasta la fecha presenta consecuencias graves, más para la humanidad, que vive de sus recursos, que para el mismo planeta, que siempre cuenta con todo el tiempo para recuperarse a su manera.
El tema viene, sobre lo necesario que es aplicar los avances tecnológicos y de ciencia en favor del desarrollo sostenible. No solo es un tema ecológico, político y económico, sino social, nos compete a todos. Dice el autor en su introducción: El DS es una forma de entender el mundo como interacción entre sistemas económicos, sociales, ambientales y políticos. Es también una visión normativa o ética del mundo, una forma de definir los objetivos  de una sociedad bien ordenada, una sociedad que se preocupa tanto por el bienestar  de sus ciudadanos actuales como por el de las generaciones futuras.
A la pregunta, que saben de DS, la respuesta categórica es: debemos saber, no hay opción,  es necesario conocer lo básico, éticamente nos compete a todos, es casi obligatorio. Rodrigo un ingeniero de minas muy agudo, afirma, es necesario empezar por lo más simple: Clasificar las basuras, no utilizar material dañino, ordenarnos en el consumo, tener conciencia práctica, es una sentencia para todos.
El tema va más allá. Dice Sachs: “Desde una perspectiva normativa podríamos decir que una buena sociedad no es únicamente una sociedad económicamente prospera (Con unos elevados ingresos per capita) sino que debe ser socialmente inclusiva, ambientalmente sostenible y bien gobernada.  Quiere decir, estamos obligados a saber mucho de desarrollo sostenible, la relación saber- poder en este contexto se hace más evidente y el tema de la gobernanza de igual manera es de suma importancia. No hacerlo, desde la norma, desde la prospectiva, desde nuestro diario quehacer, productivamente hablando y socialmente, se constituye en una especie de corrupción.
Dice   Brigitte Baptiste al respecto: “La noción de justicia ambiental está fuertemente anclada en el entendimiento de que el funcionamiento ecológico es un bien común que subyace a todo emprendimiento (sensu lato), sea la agricultura itinerante indígena, las economías pesqueras artesanales, la agroindustria, el desarrollo inmobiliario o la provisión de servicios. Detrás de toda apropiación de lo que llamamos naturaleza existe un entramado funcional de vida, que si bien es menos evidente que la integridad atmosférica del planeta, opera de manera extremadamente conectada. De ahí que la salud climática de todos dependa de la preservación del Amazonas (destruida por corruptos) o la capacidad de restituir la funcionalidad de los páramos. Si los encadenamientos productivos que llevan esa capacidad ecológica de producir riqueza (podría decirse que ricardiana) a los niveles más abstractos de la monetización no garantizan el cierre adecuado de sus ciclos funcionales, nos estamos robando a nosotros mismos en términos de seguridad ambiental, es decir que nuestros actos productivos y reproductivos representan una forma de corrupción de la cual apenas estamos haciendo conciencia: comernos el futuro de nuestros propios hijos, un gesto nada adaptativo”.
Toda actividad productiva desde la norma, tiene  responsabilidades puntuales frente a los impactos ambientales. Cumplirla no es suficiente, es necesario admitir hasta donde debemos ir, es un tema de conciencia y de ciencia, la norma siempre es corta y llega tarde.
Los gobiernos en general, aplican todas sus baterías al crecimiento económico, este mide la variación del PIB a lo largo de un periodo determinado. Según Sachs, el PIB está lejos de dar la medida perfecta de bienestar. Dice, es concebible que el PIB aumente y mucha gente siga peor, lo que es más grave, nunca se mide en términos del equilibrio ecológico, cual es nuestra relación con el entorno, con el medio ambiente vital.
A mi amigo Yeison, le queremos decir, que no solo es necesario saber de medio ambiente, sino que debemos articular nuestras actividades con insumos de mitigación. Si no sabemos, debemos aprender.