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viernes, enero 06, 2006

LOS LIBROS QUE NOS DEJO EL 2005

Este nuevo saber-oír el mundo implica una ruptura de los hábitos del lector, quien ya no puede atenerse a la búsqueda del sentido y de estructura como garantía de placer estético, sino que debe saber enfrentarse a otras exigencias.
JAIME ALEJANDRO RODRIGUEZ


La narrativa Colombiana continua en el proceso de fortalecimiento de una generación que ya por fortuna no es posboom, ni está supeditada a ninguna de las clasificaciones que sujetan su importancia a la referencia obligada de nuestro Nóbel de literatura; son escritores que se deben y expresan por fuera del canon a que nos acostumbró la crítica especializada en la última década. Desatendemos la recomendación del joven crítico ganador del premio Alejo Carpentier, Jorge Fornet quien expresa con absoluta contundencia que: “Estoy de acuerdo con ese lugar común según el cual los escritores hacen los libros, pero los críticos hacen la literatura. Aun cuando con frecuencia muchos escritores de ficción ejercen la crítica, es ésta la que, de forma orgánica y explícita, se empeña en ordenar, entender, jerarquizar.” Pretendo simplemente realizar una labor crítica desde la perspectiva del lector hedónico y en esta línea el panorama es alentador por el numero de libros aparecidos, por la importancia de ciertos escritores dentro del marco de las letras hispanoamericanas y por el surgimiento de escritores nuevos, sobre todo en el ámbito de provincia, los cuales no tienen la repercusión que debieran, pero aun así constituyen una fortaleza futura para nuestras letras. Preocupa cierta crítica que continua alabando libros por razones del peso que tiene el autor y no en atención al mismo. Ursua de William Ospina, del cual nadie discute su importancia ( No se nos puede olvidar “Aquellos náufragos de occidente”, “las auroras de la sangre”, El álgebra embrujada”), fue alabada de manera unánime, casi por la referencia explicita de quien venía, en muchos casos no atendió a una lectura seria, lo decimos, porque en muchos de los comentarios se dejaba leer el desconocimiento de la novela. El libro de William, primera parte de una trilogía, no es una novela histórica (En el sentido del genero, aunque esto es lo de menos, como le aconsejo el Nóbel: usted escriba: lo de los géneros déjeselo a la crítica), se pierde en muchas partes en lo meramente documental, no logra la fuerza narrativa que le permita generar el universo particular que tomando referencias históricas muy concretas, permitan desprenderse del dato y constituyan un cuerpo armonico: mejor dicho, una novela. Existe un cuidado excesivo en el texto, típico del poeta Ospina y del excelso ensayista, pero en ocasiones la fuerza psicológica que debe tener la narración se pierde. Tampoco decimos que sea pésima, pero siendo buena, no es el icono que la crítica especializada nos quiere vender.
Santiago Gamboa, es un escritor muy valioso, me sigue gustando Vida feliz de un joven llamado Esteban, y el libro de viajes Todo Pekín, por encima de los impostores y su última novela El síndrome de Ulises, nos parece, que aunque intenta retomar el tema de los exiliados en París, lo presentó el tiempo como:” un libro cargado de imágenes duras, miseria y sexo desbordado. Una Babel donde conviven inmigrantes de todos lados”; no está a la altura de sus publicaciones anteriores, muy a pesar de no repetir la representación de esta hermosa ciudad en el formato de la bohemia y el encanto que tanto se repitió en la literatura Latinoamérica del 70 y ochenta, pues es un relato que expresa realidades muy duras, ( Todas las revueltas de hijos de emigrantes del año pasado lo confirman) para el inmigrante, pero, aunque el autor no niega la influencia de Millar en trópico de cáncer y otros textos, nos parece que no logra superarlas, aún así, su lectura no resulta sosa y de este escritor esperamos lo mejor, valga la oportunidad para felicitarlo por su excelente columna en Cambio.
La mejor publicación del año: Los textos completos de escolios, de Nicolás Gómez Dávila, El diccionario panhispanico de dudas. Libros que no alcanzamos a leer: las cornisas de Brezo, de Juan Manuel Camargo, Antologías, la de Cobo Borda de Poesía erótica de Villegas, autores que nos sorprendieron, Abel Carvajal, de Barrancabermeja Santander, publicado en la red por Librodoct, esperamos con esto realizar una segunda entrega, de lo que nos dejó el 2005 en literatura.

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