Nunca antes un fallo judicial emitido por una juez penal del circuito había tenido tantas consecuencias sobre la realidad colombiana, más cuando vivimos momentos difíciles a nivel político, de orden público, económicos, en medio de infinidad de paros, crisis energética, creando todos estos factores una incertidumbre sobre el ciudadano de a pie, en una campaña política para las próximas elecciones que se anticipo de manera abrupta, por los anuncios de una consulta popular de parte del ejecutivo.
Los retos del país son muchos y cada vez más complejos y para nada contribuye la radicalización y polarización tan cruda en todos los niveles: Político, social, económico, en la académica, para hablar sólo de algunas variables muy visibles. Esta semana estuve en algunas reuniones de familia en la ciudad que vivo, Medellín Colombia a propósito de las fiestas de las flores, muy emblemática para la ciudad. Quedé impertérrito, en la dos familias, antes de comenzar alguna disertación, la anfitriona advirtió: Aquí, no se habla de política, ni de religión y menos de futbol. Un país que no es capaz ni siquiera en su núcleo familiar o de amigos matizar las diferencias, difícil superará las mismas en otros niveles. Esto hace parte de nuestro problema que, tiene que ver con los grados de conciencia del ciudadano común, de su capacidad para enfrentar las controversias y por supuesto, de llegar a consensos con los grandes problemas que nos aquejan.
El Fallo de la juez Sandra Heredia es una sentencia, a la que le caben recursos y que no debe despertar tantas suspicacias, cargadas de esperpentos jurídicos, sin ningún piso procesal y solo en su mayoría dichas desde el odio y un radicalismo que nos hace siempre mucho más daño, pues generan distancias irreconciliables, cuando necesitamos acuerdos sobre lo fundamental (Harold Laski). El presidente que sea elegido tiene que gobernar sobre coaliciones, sobre todo en los temas graves que nos aquejan y en los hechos de profunda crisis, como el orden público, para buscar las salidas que necesita el país, apoyado inclusive por la sociedad o sector en los problemas puntuales más álgidos.
Otros son los problemas sociales, muy delicados, como el desplazamiento, la extorsión y el sicariato. Ahora frente a los acuerdos a que llegue la paz total en este gobierno como reaccionará el presidente elegido en las elecciones del 2026. En el Putumayo estamos a las puertas de firmar un acuerdo de desmovilización de una banda criminal. El próximo gobierno tiene que cumplirlos. Con muchos temas pasa lo mismo. De igual manera, hay retos políticos complejos: Cómo van a ser los partidos y actores políticos para que la juventud vuelva a votar después del desencantamiento de estos últimos tres años con la clase dirigente, más no con la política. De este tamaño podré nombrar y analizar muchos temas, que deben ser resueltos de inmediato y no esperan más tiempo.
Lo que pasó está semana con la sentencia de la juez, es una muestra de como estamos de lejos de poder sacar al país adelante. No por el fallo sino por la reacción con absoluta falta de sindéresis de la clase política y de buena parte de la sociedad. El reto de la clase política, de los nuevos actores jóvenes, de la academia y de la sociedad en general en esta materia es muy grande. Tendremos que empezar a cambiar cada uno de los colombianos, con menos viseras y más capacidad de concertar y llegar a acuerdos sobre lo fundamental, como dijo Álvaro Gómez Hurtado sin citar al padre de la frase Harol Laski.
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