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domingo, diciembre 17, 2017

SOBRE LA NEUTRALIDAD EN LA RED

Este artículo ha sido creado a partir de información tomada de la red. No hay de mi autoría una sola palabra. Cada párrafo ha sido tomado de algún libro o información después de haber sido leído, analizado y clasificado. He tratado que tenga alguna coherencia, para demostrar el universo que significa la red y la necesidad que siga conservando el libre acceso, su neutralidad. Este es una discusión entre pulpos económicos, entre los  dueños de la red, quienes invierten grandes sumas de dinero en la plataforma e infraestructura: Fibra óptica etc y los creadores de contenidos, que no pagan por el uso de estas autopistas. La discusión queda abierta en todo caso y de antemano está claro que es más amplia de lo que imaginamos.

“Hacia el final del segundo milenio de la era cristiana, varios acontecimientos de trascendencia histórica han transformado el paisaje social de la vida humana. Una revolución tecnológica, centrada en torno a las tecnologías de la información, empezó a reconfigurar la base material de la sociedad a un ritmo acelerado. Las economías de todo el mundo se han hecho interdependientes a escala global, introduciendo una nueva forma de relación entre economía, Estado y sociedad en un sistema de geometría variable”.
“Internet es la tecnología decisiva de la era de la información del mismo modo que el motor eléctrico fue el vector de la transformación tecnológica durante la era industrial. Esta red global de redes informáticas, que actualmente operan sobre todo a través de plataformas de comunicaciones inalámbricas, nos proporciona la ubicuidad de una comunicación multimodal e interactiva en cualquier momento y libre de límites espaciales. La tecnología de internet en realidad no es algo nuevo. Su antepasada, Arpanet, se desarrolló ya en 1969 (Abbate, 1999). Pero no llegó a los usuarios particulares hasta la década de 1990, cuando el US Commerce Department (Ministerio de Comercio de Estados Unidos) liberalizó su uso. Desde ese momento se propagó por el mundo a una velocidad extraordinaria. En 1996 se calculó por primera vez el número de usuarios de internet, con un resultado de 40 millones. En 2013 ya son más de 2.500 millones, la mayoría residente en China. Por otro lado, la expansión de internet se vio restringida durante un tiempo debido a la dificultad que planteaba la instalación de infraestructuras de telecomunicaciones terrestres en países en vías de desarrollo. Esto ha cambiado con la eclosión de las comunicaciones inalámbricas a principios del siglo XXI. Así, mientras en 1991 había unos 16 millones de suscriptores (números) de dispositivos inalámbricos en el mundo, en 2013 son casi 7.000 millones (para un planeta de 7.700 millones de habitantes). Teniendo en cuenta el uso que se hace de la telefonía móvil en los entornos familiar y rural y considerando el uso limitado de estos aparatos entre niños menores de cinco años, podemos decir que casi toda la humanidad está conectada, aunque con importantes diferencias en cuanto a ancho de banda y a eficiencia y precio del servicio”.
“Internet, en el centro de estas redes de comunicaciones, permite producir, distribuir y utilizar información digitalizada en cualquier formato. Según el estudio publicado por Martin Hilbert en Science en 2010, el 95% de toda la información existente en el planeta está digitalizado y en su mayor parte accesible en internet y otras redes informáticas”.
¿Vivimos en una época de cambios, o un cambio de época? ¿Cómo caracterizar las profundas transformaciones que acompañan la acelerada introducción en la sociedad de la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC)? ¿Se trata de una nueva etapa de la sociedad industrial, o estamos entrando en una nueva era? “Aldea global”, “era tecnotrónica”, “sociedad postindustrial”, “era" o "sociedad de la información” y "sociedad del conocimiento" son algunos de los términos que se han acuñado en el intento por identificar y entender el alcance de estos cambios. Pero mientras el debate prosigue en el ámbito teórico, la realidad corre por delante y los medios de comunicación eligen los nombres que hemos de usar.
“Una red es un conjunto de nodos interconectados. Las redes son formas muy antiguas de la actividad humana, pero actualmente dichas redes han cobrado nueva vida, al convertirse en redes de información. Impulsadas por Internet. Las redes tienen extraordinarias ventajas como herramientas organizativas debido a su flexibilidad y adaptabilidad. Características fundamentales para sobrevivir y prosperar en un enlomo que cambia a toda velocidad. Por eso se desarrollan las redes en todos los sectores económicos y sociales, funcionando mejor que las grandes empresas organizadas verticalmente y que las burocracias centralizadas y compitiendo favorablemente con ellas”. “Sin embargo, actualmente la introducción de tecnologías de información y comunicación de base informática, y en especial de Internet, permite que las redes desplieguen su flexibilidad y adaptabilidad, afirmando así su naturaleza evolutiva. Así, estas tecnologías permiten la coordinación de tareas y la gestión de la complejidad. De todo ello se deriva una combinación sin precedentes de flexibilidad y eficacia en la realización de tareas, de toma de decisiones coordinada y ejecución descentralizada, de expresión individualizada y comunicación global y horizontal. Lo que permite el desarrollo de una forma organizativa superior de la actividad humana”.
“Ricos y pobres. Rápidos y lentos. La era de la neutralidad en la red ha tocado hoy a su fin en Estados Unidos. La Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, en su siglas inglesas), bajo control republicano, ha aprobado por tres votos contra dos la retirada de las medidas establecidas en 2015 con Barack Obama para blindar la equidad en internet. Frente a una red entendida como “bien público”, donde los proveedores del servicio están obligados a tratar por igual todos los datos sin importar su origen, tipo y destino, se va a imponer un sistema que permite diferentes velocidades en función del pago y de los intereses de los operadores. Un triunfo del liberalismo, una derrota de las grandes tecnológicas y, como mínimo, una incógnita para el consumidor.
El cambio, presentado como “una victoria de la libertad”, ha llegado de la mano de los grandes proveedores. Gigantes de las telecomunicaciones como Comcast, AT&T o Verizon se han aliado con la Administración de Donald Trump para romper el dique legal que evitaba precisamente que esas empresas acabasen imponiendo sus dictados en el tráfico y los contenidos de la red. Bajo el sistema aprobado en la era de Barack Obama, el operador debía ofrecer siempre el mismo trato. Se le impedía bloquear el acceso a páginas web, lentificar la conexión o acelerarla bajo pago. El criterio era la equidad. Evitar la discriminación. Salvaguardar la neutralidad del sistema nervioso del conocimiento mundial. Todo ello se ha venido hoy abajo”.
“En el debate sobre la neutralidad en la Red, como muchos otros en esta época de realidades emocionales, la semántica ha condicionado los argumentos opuestos. La decisión de la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos de acabar con las normas que garantizan que todo el contenido sea tratado igual por los proveedores de conexión de Internet ha generado una comprensible polémica, porque los defensores de esa neutralidad han advertido de que se abre ahora el camino a un Internet de dos velocidades e incluso a la censura de la Red. Sin embargo, hay matices que ese término, "neutralidad", no refleja fielmente”.
“Pero las cosas sí van a cambiar. Para empezar, los primeros perjudicados por la aniquilación de la neutralidad en Estados Unidos serán los propios usuarios estadounidenses. Hoy Internet deja de ser considerado un servicio básico como la electricidad y el agua, y deja de garantizarse un acceso igualitario como se estaba haciendo desde que se aprobaron las últimas normas.
Esto pone en manos de las operadoras el poder hacer prácticamente lo que quieran. Pueden bloquear el acceso a determinados servicios, acelerar la velocidad a la que se accede a otros, o incluso priorizar el contenido que quieran. La única condición que tienen que cumplir es hacer públicos estos cambios.
Así será más difícil que los servicios de terceros puedan competir en igualdad de condiciones. También abre la puerta a que las propias operadoras puedan utilizar este poder para priorizar sus propios servicios penalizando otras aplicaciones sin que ni estas ni los usuarios puedan impedirlo.¡
Esto a la larga podrá acabar provocando que los propios servicios tengan que negociar con las operadoras para que sus usuarios puedan acceder correctamente a ellos, lo que hará que los que no tengan los suficientes recursos queden desterrados del Internet de alta velocidad y vean lastrada su adopción y su futuro”.







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