Este artículo ha sido
creado a partir de información tomada de la red. No hay de mi autoría una sola palabra.
Cada párrafo ha sido tomado de algún libro o información después de
haber sido leído, analizado y clasificado. He tratado que tenga alguna coherencia, para demostrar el universo
que significa la red y la necesidad que siga conservando el libre acceso, su
neutralidad. Este es una discusión entre pulpos económicos, entre los dueños de la red, quienes invierten grandes
sumas de dinero en la plataforma e infraestructura: Fibra óptica etc y los creadores de
contenidos, que no pagan por el uso de estas autopistas. La discusión queda abierta en todo
caso y de antemano está claro que es más amplia de lo que imaginamos.
“Hacia el final del segundo milenio de la era cristiana,
varios acontecimientos de trascendencia histórica han transformado el paisaje
social de la vida humana. Una revolución tecnológica, centrada en torno a las
tecnologías de la información, empezó a reconfigurar la base material de la
sociedad a un ritmo acelerado. Las economías de todo el mundo se han hecho
interdependientes a escala global, introduciendo una nueva forma de relación entre
economía, Estado y sociedad en un sistema de geometría variable”.
“Internet es la tecnología decisiva de la era de la
información del mismo modo que el motor eléctrico fue el vector de la
transformación tecnológica durante la era industrial. Esta red global de redes
informáticas, que actualmente operan sobre todo a través de plataformas de
comunicaciones inalámbricas, nos proporciona la ubicuidad de una comunicación
multimodal e interactiva en cualquier momento y libre de límites espaciales. La
tecnología de internet en realidad no es algo nuevo. Su antepasada, Arpanet, se
desarrolló ya en 1969 (Abbate, 1999). Pero no llegó a los usuarios particulares
hasta la década de 1990, cuando el US Commerce Department (Ministerio de
Comercio de Estados Unidos) liberalizó su uso. Desde ese momento se propagó por
el mundo a una velocidad extraordinaria. En 1996 se calculó por primera vez el
número de usuarios de internet, con un resultado de 40 millones. En 2013 ya son
más de 2.500 millones, la mayoría residente en China. Por otro lado, la
expansión de internet se vio restringida durante un tiempo debido a la
dificultad que planteaba la instalación de infraestructuras de
telecomunicaciones terrestres en países en vías de desarrollo. Esto ha cambiado
con la eclosión de las comunicaciones inalámbricas a principios del siglo XXI.
Así, mientras en 1991 había unos 16 millones de suscriptores (números) de
dispositivos inalámbricos en el mundo, en 2013 son casi 7.000 millones (para un
planeta de 7.700 millones de habitantes). Teniendo en cuenta el uso que se hace
de la telefonía móvil en los entornos familiar y rural y considerando el uso
limitado de estos aparatos entre niños menores de cinco años, podemos decir que
casi toda la humanidad está conectada, aunque con importantes diferencias en
cuanto a ancho de banda y a eficiencia y precio del servicio”.
“Internet, en el centro de estas redes de comunicaciones,
permite producir, distribuir y utilizar información digitalizada en cualquier
formato. Según el estudio publicado por Martin Hilbert en Science en 2010, el
95% de toda la información existente en el planeta está digitalizado y en su
mayor parte accesible en internet y otras redes informáticas”.
¿Vivimos en una época de cambios, o un cambio de época? ¿Cómo
caracterizar las profundas transformaciones que acompañan la acelerada
introducción en la sociedad de la inteligencia artificial y las nuevas
tecnologías de la información y la comunicación (TIC)? ¿Se trata de una nueva
etapa de la sociedad industrial, o estamos entrando en una nueva era? “Aldea
global”, “era tecnotrónica”, “sociedad postindustrial”, “era" o
"sociedad de la información” y "sociedad del conocimiento" son
algunos de los términos que se han acuñado en el intento por identificar y entender
el alcance de estos cambios. Pero mientras el debate prosigue en el ámbito teórico,
la realidad corre por delante y los medios de comunicación eligen los nombres que
hemos de usar.
“Una red es un conjunto de nodos interconectados. Las redes
son formas muy antiguas de la actividad humana, pero actualmente dichas redes
han cobrado nueva vida, al convertirse en redes de información. Impulsadas por
Internet. Las redes tienen extraordinarias ventajas como herramientas
organizativas debido a su flexibilidad y adaptabilidad. Características fundamentales
para sobrevivir y prosperar en un enlomo que cambia a toda velocidad. Por eso
se desarrollan las redes en todos los sectores económicos y sociales,
funcionando mejor que las grandes empresas organizadas verticalmente y que las
burocracias centralizadas y compitiendo favorablemente con ellas”. “Sin
embargo, actualmente la introducción de tecnologías de información y comunicación
de base informática, y en especial de Internet, permite que las redes
desplieguen su flexibilidad y adaptabilidad, afirmando así su naturaleza
evolutiva. Así, estas tecnologías permiten la coordinación de tareas y la
gestión de la complejidad. De todo ello se deriva una combinación sin
precedentes de flexibilidad y eficacia en la realización de tareas, de toma de
decisiones coordinada y ejecución descentralizada, de expresión individualizada
y comunicación global y horizontal. Lo que permite el desarrollo de una forma organizativa
superior de la actividad humana”.
“Ricos y pobres. Rápidos y lentos. La era de la neutralidad
en la red ha tocado hoy a su fin en Estados Unidos. La Comisión
Federal de Comunicaciones (FCC, en su siglas inglesas), bajo control
republicano, ha aprobado por tres votos contra dos la retirada de las
medidas establecidas en 2015 con Barack Obama para blindar la equidad en
internet. Frente a una red entendida como “bien público”, donde los proveedores
del servicio están obligados a tratar por igual todos los datos sin importar su
origen, tipo y destino, se va a imponer un sistema que permite diferentes
velocidades en función del pago y de los intereses de los operadores. Un
triunfo del liberalismo, una derrota de las grandes tecnológicas y, como
mínimo, una incógnita para el consumidor.
El cambio, presentado como “una victoria
de la libertad”, ha llegado de la mano de los grandes proveedores. Gigantes
de las telecomunicaciones como Comcast, AT&T o Verizon se han aliado con la
Administración de Donald Trump para romper el dique legal que evitaba
precisamente que esas empresas acabasen imponiendo sus dictados en el tráfico y
los contenidos de la red. Bajo el sistema aprobado en la era de Barack
Obama, el operador debía ofrecer siempre el mismo trato. Se le impedía
bloquear el acceso a páginas web, lentificar la conexión o acelerarla bajo
pago. El criterio era la equidad. Evitar la discriminación. Salvaguardar la
neutralidad del sistema nervioso del conocimiento mundial. Todo ello se ha
venido hoy abajo”.
“En el debate sobre la neutralidad en la Red, como
muchos otros en esta época de realidades emocionales, la semántica ha
condicionado los argumentos opuestos. La decisión de la Comisión Federal de
Comunicaciones de Estados Unidos de acabar con las normas que garantizan que
todo el contenido sea tratado igual por los proveedores de conexión de Internet
ha generado una comprensible polémica, porque los defensores de esa neutralidad
han advertido de que se abre ahora el camino a un Internet de dos velocidades e
incluso a la censura de la Red. Sin embargo, hay matices que ese término,
"neutralidad", no refleja fielmente”.
“Pero las cosas sí van a cambiar. Para empezar, los primeros
perjudicados por la aniquilación de la neutralidad en Estados Unidos serán los
propios usuarios estadounidenses. Hoy Internet deja de ser considerado
un servicio básico como la electricidad y el agua, y deja de
garantizarse un acceso igualitario como se estaba haciendo desde que se
aprobaron las últimas normas.
Esto pone en manos de las operadoras el poder hacer
prácticamente lo que quieran. Pueden bloquear el acceso a determinados
servicios, acelerar la velocidad a la que se accede a otros, o incluso priorizar
el contenido que quieran. La única condición que tienen que cumplir es
hacer públicos estos cambios.
Así será más difícil que los servicios de terceros puedan
competir en igualdad de condiciones. También abre la puerta a que las propias
operadoras puedan utilizar este poder para priorizar sus propios
servicios penalizando otras aplicaciones sin que ni estas ni los usuarios
puedan impedirlo.¡
Esto a la larga podrá acabar provocando que los
propios servicios tengan que negociar con las operadoras para que sus
usuarios puedan acceder correctamente a ellos, lo que hará que los que no
tengan los suficientes recursos queden desterrados del Internet de alta
velocidad y vean lastrada su adopción y su futuro”.
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